BRUSELAS - El abogado sudafricano y miembro del Grupo Internacional de Contacto (GIC), Brian Currin, admitió ayer que cinco años después la Declaración de Bruselas y el proceso de paz posterior desencadenado por la Declaración de Aiete se encuentran en un callejón sin salida. Asegura que ETA está dispuesta al desarme pero reconoce que solo será posible si los gobiernos francés y español dan un paso al frente y aceptan cooperar porque, a su juicio, la banda armada “ha dejado claro que no están preparada para entregar las armas ni a Francia ni a España” y no “les dirán dónde están porque sería rendirse”.

Fue uno de los mensajes que transmitió durante la conferencia organizada por el grupo de apoyo al proceso de paz de la Eurocámara, con motivo de los cinco años que cumple este domingo la Declaración de Bruselas. En este alegato 21 personalidades internacionales hicieron un llamamiento a ETA para un alto el fuego permanente y verificable y al Gobierno español para que iniciara la negociación. “Hasta hoy ni el Ejecutivo francés ni el español han dado la bienvenida a esta declaración ni quieren hablar del conflicto”, lamentó. El acto deja, por ello, un balance amargo. “Lo que proponen [ETA] es que las armas sean identificadas y después destruidas pero eso no puede ser sin la participación del gobierno”, explicó. “La conclusión del proceso, de poner las armas fuera de uso de la jurisdicción de España y Francia, requiere que ambos gobiernos se impliquen. ¿Cómo hacerlo si no se implica al personal de seguridad de ambos países”, añadió.

Aunque elogió la labor del Gobierno vasco en materia de reconciliación y víctimas, considera que hay otra asignatura pendiente que atañe al Ejecutivo español como son los presos y la política de dispersión. “Esa política viola la convención europea de derechos humanos y la Constitución española”, advirtió apuntando que le recuerda “a la época colonial cuando a los prisioneros políticos se les enviaba a islas remotas para que perdieran el contacto con su comunidad, su familia y su cultura”. Según su lectura solo la venganza puede justificar una política así dado que hasta el gobierno español ha reconocido que la violencia ha desaparecido.

Currin volvió a pedir ayer la implicación de las instituciones europeas y de la comunidad internacional. “Estas instituciones europeas tienen que estrujarse la cabeza para encontrar la forma de lidiar con los asuntos pendientes. Es urgente e importante. Ni yo ni el grupo internacional de contacto lo podemos hacer porque no tenemos el poder, pero las instituciones europeas tienen que tener poder y capacidad para abordarlo”, reivindicó. El abogado estuvo arropado por varios dirigentes de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA). La ex eurodiputada Frieda Brepoels y el eurodiputado de la formación, Mark Demesmaeker. Ambos lamentaron “la parálisis que sufre el proceso de paz” y “los oídos de Madrid” al proceso. “A pesar de todo el buen trabajo realizado y a pesar de las expectativas no tenemos un acuerdo de paz. Las negociaciones no se han llevado a cabo y el gobierno español sigue siendo reticente a las reivindicaciones vascas. Es un rechazo que no podemos entender”, lamentó Brepoels.

La única voz que puso ayer el contrapunto fue la de la eurodiputada popular Teresa Jiménez Becerril que acudió al acto para explicar su experiencia y a recordar que “ETA no ha entregado las armas” y “no se ha arrepentido. Cuando ETA se arrepienta y diga que no está más en esto entonces se podrá empezar a hablar de algo, podrá pedir que perdonemos”, advirtió. Junto a ella Josu Juaristi, que lamentó que abandonara la sala sin escuchar la respuesta de Currin, e Izaskun Bilbao que destacó el valor de Becerril al pedir pasos y recordó que también hay otras tareas pendientes en Euskadi como es la ponencia de paz del Parlamento vasco que no funciona. “Debe caminar porque si fuéramos capaces de reactivarla podríamos venir a las instituciones europeas e ir al gobierno español con el mensaje de que esto es lo que solicita la sociedad vasca”, explicó.