bilbao - Erkoreka recibe a DNA en una semana especialmente complicada, marcada por las protestas de los trabajadores del sector público por sus condiciones laborales y con una oposición, sobre todo la izquierda abertzale y el PP, que insiste en atribuir irregularidades al PNV en contrataciones públicas, también a nivel local. Erkoreka se muestra tranquilo y no rehuye las preguntas. Asimismo, aborda las dificultades de Lakua para hacer valer sus planteamientos ante el Gobierno español. Da por agotada la legislatura de Mariano Rajoy por su negativa a transferir las competencias pendientes y a renovar el Cupo, y ya piensa en el horizonte que se abrirá tras las elecciones generales de finales de año.
¿Sigue en pie la interlocución con la vicepresidenta española, Soraya Sáenz de Santamaría, o también está rota, como con Rajoy?
-La interlocución la verdad es que está desactivada completamente. Prácticamente no existe. No quiere decir que no se pueda dar ocasionalmente en algún ámbito. Dentro de poco nos invitarán a la conferencia sectorial de justicia y hablaré con el ministro. Pero una cosa es que exista una relación respetuosa, y otra es que esté siendo fructífera.
¿Confía en que un gobierno del PSOE o de Podemos sea más permeable a las demandas de autogobierno de Euskadi?
-La composición de las Cortes Generales tras las elecciones no será la actual y habrá novedades que condicionarán la conformación de los ejecutivos. No es descabellado pensar que las reglas que rigen la política en las instituciones del Estado experimentarán cambios. En cualquier caso, una clave importante para que alguien pueda prestar atención a Euskadi es que no tenga mayoría absoluta. Tampoco el PSOE cuando ha tenido mayoría absoluta ha sido sensible a las demandas de Euskadi. Cuando estoy hablando de un cambio de signo político, pienso en que la mayoría absoluta no se repetirá y en que habrá otros actores con otros estilos de hacer política.
¿Ha tenido su gobierno algún contacto con Pedro Sánchez?
-No. El lehendakari tenía una reunión pendiente desde hace tiempo, pero no han encontrado fecha. No parece probable que se vaya a producir a corto plazo. La agenda de Sánchez estará volcada en la campaña.
Ante la falta de avances, ¿no contempla adoptar la vía unilateral que propone EH Bildu?
-EH Bildu propone de boquilla la vía unilateral pero no la practica en nada. No se le ve incumplir unilateralmente la normativa de banderas, el Cupo o la estabilidad presupuestaria y la sostenibilidad financiera. Eso son consignas que lanzan con particular intensidad en periodos electorales y que después no practican donde gobiernan. Donde gobiernan se acomodan rigurosamente a los requerimientos del ordenamiento jurídico.
¿Hay opciones de que ETA se desarme ante el Gobierno Vasco?
-El lehendakari lo propuso porque decían que no se desarman porque no encuentran ante quién hacerlo. ¡Bueno, pues que no sea eso por lo que no se desarman! Pero, si tiene que desarmarse, es porque lo pide la sociedad vasca. Que lo haga ante el Gobierno español o vasco es instrumental. Si lo tuvieran claro, no estarían dando vueltas y mareando la perdiz con el procedimiento. Lo hubieran hecho ya.
Tampoco se ha resuelto el reconocimiento del daño injusto causado por parte de EH Bildu. ¿Aprecia un retroceso o aplazamiento?
-Es un estancamiento claro que conforme pasa el tiempo puede ser interpretado como un retroceso porque, si todo el mundo cambia y tú quedas en el mismo sitio en el que estabas, al final estás dando pasos atrás.
PP y EH Bildu han acusado al PNV de beneficiar a empresarios afines adjudicándoles contratos desde el Gobierno o la administración local. ¿Teme que pueda debilitar la imagen de buenos gestores que han tratado de proyectar?
-Por parte de la izquierda abertzale ha habido intentos de judicializar la política con querellas planteadas contra alcaldes del PNV que hasta la fecha han quedado en agua de borrajas. Es un empeño hasta la fecha frustrado, fracasado, de la izquierda abertzale. Con respecto al Gobierno Vasco, para la ONG Transparencia Internacional ocupa el primer puesto en los indicadores de transparencia. El Gobierno tiene un compromiso con la ética que es radicalmente incompatible con cualquier empeño de poner en marcha procedimientos turbios.
Hay una causa no archivada, el ‘caso De Miguel’, vinculada a excargos del PNV en Araba y con contrataciones presuntamente irregulares.
-El Gobierno está personado en ese pleito, hay un interés para estar presente en el procedimiento penal porque existe la acusación de que desde el Gobierno Vasco [en anteriores legislaturas] se llevaron a cabo unas contrataciones por un valor de 360.000 euros, aunque el potencial perjuicio económico sería de 220.000 euros porque la sospecha solo pende sobre algunos contratos. En la medida en que eso pudiera generar un quebranto para la Hacienda del País Vasco, el Gobierno está personado y va a defender ese interés hasta el final. Sobre las tramas empresariales de las que se habla en el auto, poco puede decir el Gobierno porque no le implican.
En cuanto al ‘caso Hiriko’, ¿fue un error promover el coche eléctrico?
-Que el coche eléctrico no ha cuajado es evidente. Como proyecto empresarial con sus expectativas de mercado no ha prosperado. En lo que concierne al Gobierno Vasco, otorgó unas subvenciones para la consecución de unos objetivos vinculados a un proyecto de investigación, no a la realización de un proyecto empresarial. Los objetivos recogidos en el proyecto de investigación se han cumplido. La investigación se ha producido, las patentes que se comprometieron a conseguir se han conseguido... En un proyecto de investigación nunca se sale con las manos vacías. El horizonte del conocimiento se amplía. Otra cosa es que este conocimiento pueda ser aplicado o que pueda ser convenientemente transferido a un proyecto industrial. El Gobierno tiene saldadas sus cuentas. Si las cuentas están limpias o no con respecto a las subvenciones que pudieron haber recibido del Gobierno central, en eso el Gobierno Vasco no se mete.
Algunos debates han sido azuzados especialmente por EH Bildu. ¿Qué ha ocurrido para que pase de ofrecerse a pactar los Presupuestos con Lakua a enarbolar estas críticas?
-Que la oferta de colaboración era falsa, que era una pose electoral concebida para que nadie en el entorno de la izquierda abertzale pudiera reprocharles que no está haciendo un mínimo esfuerzo para alcanzar un espacio de entendimiento entre formaciones nacionalistas vascas. Lo que querían es trabajar una apuesta en escena que les permitiera aparentar ante los suyos que su disposición a colaborar era la mejor, pero lo que estaban alimentando era una estrategia de acoso y derribo. En el Parlamento lo vemos todos los días, se alían con quien sea con tal de castigar al Gobierno. Si no pactan más veces con UPyD es porque UPyD no se deja.
El PP es otro de los partidos que está siendo más crítico. ¿Cómo es la relación con el PP de Arantza Quiroga?
-En lo personal no hay problema. En lo institucional no hay ninguna colaboración. Está siendo crítico porque es año electoral y todo el mundo acentúa los perfiles propios. El PP también tiene un problema propio: cuando internamente la casa está enfrentada, es difícil entenderse con otro.
¿Qué le pasó el viernes en el Parlamento con Borja Sémper?
-Hice un comentario desafortunado sobre su vida privada y, tan pronto como lo hice, me di cuenta de que estaba fuera de lugar. Inmediatamente me levanté de mi escaño, me acerqué a él y le pedí disculpas. En el mismo hemiciclo. En política, como en la vida, hay que ser autocrítico, aparcar la soberbia y actuar con madurez.
¿Qué le contestó Sémper?
-Aceptó mis excusas al momento, cosa que le agradezco. Tenemos buena sintonía y sabe que no era un ataque personal. Doy el asunto por zanjado.
En este difícil contexto, ¿podrá aprobarse la Ley Municipal antes de las elecciones municipales de mayo?
-Lo veo difícil. Lo que pedí es un compromiso de los grupos parlamentarios. Hubieran hecho un favor a quienes gobiernen tras las elecciones, que se encontrarían un panorama claro y seguridad jurídica. Es evidente que los grupos no han compartido mi criterio y prefieren mantener sus diferencias a limarlas en pos del bien común.