gasteiz - En un gesto muy inusual, el lehendakari remitió ayer un comunicado a la agencia Efe para revolverse ante las protestas de los sindicatos de la Ertzaintza y avisar de que no pedirá perdón en el Parlamento por haberse encarado hasta en dos ocasiones a los representantes sindicales que protestaban ante la Cámara de Gasteiz. Urkullu, habitualmente muy templado, ya sorprendió al plantar cara a unos jóvenes que lo increparon en Azpeitia y al recriminar su actitud a varios delegados de Osakidetza, pero en las últimas jornadas esos episodios anecdóticos han comenzado a ser más frecuentes en el caso de los sindicatos de la Ertzaintza, a los que no recrimina tanto el fondo de unas protestas que puede considerar legítimas como la forma, con “escraches” en cada acto público al que asisten él y la consejera Estefanía Beltrán de Heredia, mientras se niegan a sentarse a negociar. Urkullu denuncia en concreto que los sindicalistas lo graben a él y sus escoltas sin velar después sus caras cuando difunden el vídeo. Pero lo que ha podido contribuir a marcar un antes y después es que hayan cruzado la línea de su vida personal, una cuestión muy sensible que siempre ha guardado con celo. Sin citarlo, aludió probablemente al delicado episodio filtrado a los medios del grupo Vocento, según el cual un ertzaina disparó ocho veces su arma en Ajuria Enea atemorizado por la mascota de Urkullu, un pitbull que provocó un ataque de pánico al agente.

En su escrito, expresa su hartazgo y reclama respeto institucional a los sindicatos, a los que pidió que cesen su “guerra”. El lehendakari asegura respetar las “reivindicaciones de mejoras laborales”, pero censura que “en estos años de crisis” haya tenido que soportar huelgas a pesar de que, a su juicio, su gabinete es una administración “modélica” en la lucha para que no haya “más brecha social”. Recuerda que en ocasiones se ha detenido a hablar con quienes se concentraban por reivindicaciones políticas, sociales o laborales para recoger los escritos que le han entregado siempre que se ha hecho “con respeto”, pero en las movilizaciones de los sindicatos de la Ertzaintza cree que se le ha faltado al respeto de manera personal y a la institución que representa. “Un sindicato ha aireado y utilizado para sus protestas aspectos de mi vida personal y familiar faltando a la debida discreción profesional”, dice. “¡Qué rabia me da! Es una absoluta falta de respeto institucional”, lamenta. Agrega que no puede aceptar que le graben quienes se concentran tras una pancarta tapándose la cara. “He decidido plantarme y no pediré disculpas en el Parlamento”, zanja. - M. V.