Bruselas - Lo que el pasado jueves parecía misión imposible ayer finalmente consiguió materializarse. Tras semanas de desencuentros y divergencias entre Grecia y Alemania, el Eurogrupo consiguió tejer anoche un acuerdo político que permitirá prorrogar durante cuatro meses -Grecia había solicitado seis- el programa de rescate griego que expira el 28 de febrero siempre y cuando el gobierno de Alexis Tsipras reciba luz verde al listado de reformas que deberá presentar el lunes. Un pacto muy al gusto de Berlín que, aunque deja de momento detalles por resolver, incluye el compromiso griego de pagar la deuda con sus acreedores en los plazos acordados, la promesa de que no adoptarán medidas unilaterales que pongan en riesgo la estabilidad presupuestaria así como la aceptación de la supervisión de la conocida hasta ahora como troika.
“Hemos mostrado que el Eurogrupo puede ayudar a un país como Grecia. Este fin de semana va a ser un fin de semana muy difícil pero muy feliz porque vamos a ponernos a trabajar de acuerdo con nuestros socios y las instituciones. Nos sentaremos y pondremos sobre la mesa las reformas que este gobierno quiere poner en marcha”, aseguró un satisfecho ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, contento de que vaya a ser Atenas quien dibuje en primer lugar sus objetivos. Y es que para el lunes tendrán que remitir un primer listado de reformas estructurales -el definitivo deberá llegar en abril- que se comprometen a llevar a cabo y que deberá ser evaluado en primer lugar por el trío de instituciones, Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional.
El martes, por teleconferencia Si recibe vía libre el martes, según anunció ayer el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se convocará una teleconferencia en la que los ministros de economía y finanzas de la zona euro deberán dar luz verde definitiva al proceso. Será el último paso antes de lanzar la ratificación parlamentaria de la prórroga de cuatro meses en los cuatro países que lo requieren (Alemania, Holanda, Finlandia y Estonia). Un tiempo inferior al solicitado por el gobierno griego y que Dijsselbloem ve el plazo adecuado para poner en marcha el trabajo que tienen por delante. “·Hoy hemos dado un primer paso en el proceso de reconstruir la confianza. Hemos vuelto a establecer un terreno común para alcanzar un acuerdo”, aseguró Dijsselbloem recordando que tras semanas de enfrentamientos ayer empezaban a reconstruir la confianza. El acuerdo, como siempre en todas las negociaciones europeas de infarto, fue posible tras una maratoniana jornada de reuniones bilaterales con Yanis Varoufakis y Wolfgang Schäuble, como protagonistas. El primero, según confirmó la delegación helena, se reunió tête a tête y por separado con Christine Lagarde (FMI), Pierre Moscovici (Comisión Europea) y Jeroen Dijsselbloem (Eurogrupo), el encargado de dar forma a un texto que aunque logró el aval político de la troika, Grecia y Alemania a media tarde necesitó de varias horas más de cocina para recibir luz verde definitiva.
España trató de frenarlo De hecho, la reunión del Eurogrupo no comenzaba finalmente hasta pasadas las seis y media de la tarde. Todavía había que convencer al resto de colegas de la Eurozona sobre una decisión que requiere la unanimidad. Una tarea que no fue ni mucho menos un camino triunfal. El Eurogrupo comenzó a digerir línea a línea el acuerdo pergeñado durante horas y hubo varias delegaciones, según fuentes griegas, que intentaron echar el freno pidiendo más aclaraciones, entre ellas la española y la portuguesa. Finalmente, tras una segunda ronda de repaso del texto el acuerdo era posible pasadas las 8 y media de la tarde. Guindos negó que España intentara bloquear el acuerdo y aseguró haber mantenido una posición constructiva. “Las reglas se van a respetar y se ha respetado en este acuerdo totalmente”, indicó añadiendo que Grecia acepta que la extensión del programa no es solo dinero sino también las condiciones ya pactadas con el anterior gobierno. Aún así Grecia optó ayer por ver el vaso medio lleno y por recalcar que entran en una nueva fase. “Dejamos atrás los días en que las reformas eran impuestos por terceros. Desde hoy nos convertimos en co-autores de nuestro destino y de las reformas que queremos implementar”, insistió Varoufakis sobre un acuerdo que entiende positivo porque no cruza a su juicio dos de sus líneas rojas: no subir el IVA y no reformar las pensiones.
Mismo mensaje positivo de Dijsselbloem que considera “muy positivo” el resultado, lo mismo que el comisario de asuntos económicos, Pierre Moscovici, que explicó que el acuerdo es en interés de Grecia y del pueblo griego y de todos los ciudadanos europeos. “Es un acuerdo equilibrado que permite a la vez a las nuevas autoridades griegas poner en marcha una parte de los cambios que quieren y asegurar que los compromisos del Estado griego serán mantenidos”, insistió.
La prórroga del rescate permitirá a Grecia acceder, una vez concluya la quinta revisión del programa positivamente, acceder al último tramo de 1.800 millones que queda pendiente en el fondo de rescate a lo que se podría sumar el pago de los casi 1.900 millones de euros a cuenta de los beneficios obtenidos por los bancos centrales con los bonos soberanos griegos y los 10.900 millones de euros que quedan del primer rescate para recapitalizar la banca griega. Un dinero que no llegará de forma automática a Atenas sino que requerirá en todos los casos autorización previa del Eurogrupo.
Pese al tono triunfal de Varoufakis, Grecia volvió a ceder ayer. No tenía más remedio acosada como está por una fuga de capitales interminable que alcanza los 1.000 millones de euros en los últimos dos días. De hecho, prueba de la urgencia de las negociaciones es que los contactos se multiplicaron un día más al más alto nivel. El primer ministro griego Alexis Tsipras no se despegó del teléfono y volvió a hablar ayer con varios de sus colegas europeos, entre ellos el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que también lo hizo con Dijsselbloem. En París, mientras tanto, se entrevistaban la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente galo, François Hollande, quienes no desaprovecharon la ocasión de defender que “la política de Alemania y del resto de países de la Eurozona es luchar porque Grecia siga siendo parte del euro”.
Berlín en todo casó también levantó ligeramente el pie del acelerador, tras dos intentos fallidos, y es que tal y como reclamaba Atenas la declaración final incluye que el objetivo de superávit primario en 2015 (3% y 4,5% en 2016) tendrá en cuenta las circunstancias económicas de Grecia. “Fue un proceso laborioso pero constructivo”, valoró la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. El acuerdo abre además la puerta a negociar un tercer rescate para Grecia.