Bruselas - A menos de día y medio de que expire el plazo dado por el Eurogrupo, la temperatura aumenta y la postura del gobierno griego empieza a resquebrajarse. Según anunciaron ayer fuentes del ejecutivo de Alexis Tsipras, Atenas pedirá hoy oficialmente al Eurogrupo la prórroga del préstamo europeo aunque sin todas las condiciones que lleva consigo el programa de rescate que insisten en dar por muerto. “No apoyaremos determinados puntos que consideramos líneas rojas. El memorándum (programa de rescate) murió el 25 de enero”, volvieron a repetir ayer desde la capital griega. Una máxima que los socios del Eurogrupo, empezando por Alemania, rechazan de plano.

“Todo depende de lo que se entienda por el acuerdo de préstamo. Hay distintas interpretaciones pero lo que quedó claro en el Eurogrupo y que fue comunicado con claridad a las autoridades griegas es que el camino a seguir es extender el programa existente con su condicionalidad y después se discutiría la flexibilidad sobre esas condiciones”, recordó ayer el vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis. El problema de fondo es que Atenas quiere seguir recibiendo el apoyo financiero de sus socios para capear su falta de liquidez mientras negocia un nuevo acuerdo, pero sin cumplir todas las condiciones incluidas en un programa que considera imposible de cumplir. “Si Atenas quiere el dinero tiene que pedir la extensión del rescate y concluir exitosamente la quinta revisión del programa”, zanjó el político letón.

En Bruselas prefieren, no obstante, esperar a conocer los detalles de la petición antes de pronunciarse porque la negociación dependerá, sostienen, “de la sustancia exacta” de la solicitud al Eurogrupo que es quien tendrá la última palabra. Si es un buen punto de partida para negociar convocarán una reunión extraordinaria que podría tener lugar mañana viernes. Se trataría del tercer encuentro en apenas una semana, tras las dos tentativas fallidas en las que circularon numerosos borradores y documentos fantasmas. De hecho, Atenas sigue aferrándose al supuesto texto ofrecido por el comisario de asuntos económicos, Pierre Moscovici. Un documento cuya existencia Dombrovskis se negó ayer a confirmar. “Hubo distintos documentos y papeles pero como dijeron Dijsselbloem y Moscovici no hay que tratar de buscar la división. Nuestra posición es clara y unida”, advirtió apuntando al intento del ministro griego Yanis Varoufakis de dividir.

Desde el ejecutivo Tsipras, no desaprovechan la baza de la opinión pública y ayer optaron por filtrar los documentos utilizados en los dos últimos Eurogrupos en un intento por demostrar que Atenas sí está dispuesta a negociar y a realizar concesiones. Según la extensa documentación y las intervenciones de Varoufakis ante sus colegas, Grecia se comprometería a pedir una prórroga de seis meses, hasta finales de agosto o hasta que el Eurogrupo considere oportuno, mientras negocian una “condicionalidad razonable” en ese período, a respetar los compromisos de pago con sus acreedores, a no adoptar medidas unilaterales que amenacen el equilibrio presupuestario, a no aplicar una quita así como a reformas con un impacto presupuestario incierto, desde desmantelar cárteles hasta la reforma del sistema judicial, modernizar el sistema de bancarrota o lucha contra la corrupción.

A cambio, y dadas las necesidades de financiación urgentes -este año tendrán que abonar 17.000 millones al FMI, BCE y otros acreedores y en enero ingresaron 2.000 millones menos de lo esperado- reclaman el desembolso de los 1.900 millones de euros de beneficios del BCE gracias a la compra de bonos soberanos griegos que podrían ser ingresados directamente en el FMI. Los papeles corroboran, no obstante, que Atenas no quiere ni oir hablar de aplicar medidas que considera recesivas como la subida del IVA o la rebaja de las pensiones ni de seguir con un programa de privatizaciones que consideran irrealista, que ni ha dado los resultados esperados ni los dará.