Barcelona - El expresident catalán Jordi Pujol insistió ayer a la juez que su fortuna oculta es un legado procedente de actividades clandestinas de su padre y se remitió a unas cartas que avalarían la herencia, sin aportar ni las misivas ni documentos de los movimientos bancarios que multiplicaron los fondos.

Pujol declaró ayer como imputado durante dos horas ante la titular del juzgado de instrucción número 31 de Barcelona, que investiga el origen de la fortuna oculta de la familia, en una sesión en la que también comparecieron la esposa del expresidente catalán, Marta Ferrusola -que se negó a declarar-, y tres de sus hijos: Marta, Mireia y Pere.

Según informaron fuentes judiciales presentes en la sesión, el president contestó a las preguntas de la juez, del fiscal Anticorrupción y del abogado de la Agencia Tributaria, aunque se negó a responder a la acusación popular ejercida por el sindicato ultraderechista Manos Limpias.

En un exhaustivo interrogatorio, Pujol explicó a la juez que, como ya defendió en su carta de confesión y en su comparecencia en el Parlament, el dinero oculto en Andorra que sus hijos y su esposa regularizaron el pasado año procede de un legado de su padre, que falleció en 1980, del que él se desentendió desde el primer momento por “miedo” a que perjudicara su imagen política.

Según su versión, ese legado, que era de 140 millones de las antiguas pesetas y heredaron en dólares, permaneció oculto en el testamento de su padre Florenci, dado que procedía de actividades ilegales de su progenitor, que se había dedicado al intercambio clandestino de divisas durante el franquismo, negocio que era -precisó- tolerado por los gobiernos andorrano y español.

Supuestas cartas de su padre El expresidente de la Generalitat se remitió a unas cartas de Florenci Pujol a su esposa Marta Ferrusola, que en su opinión demostrarían que el dinero oculto en Andorra procede de una herencia, pero no las entregó a la juez, que desde agosto pasado le reclama que acredite documentalmente la licitud de los fondos.

En esas cartas, según Pujol, Florenci confesaba a Ferrusola su preocupación por que las actividades políticas de su hijo Jordi, presidente de la Generalitat entre 1980 y 2003, arrastraran a la familia a la ruina económica, y apuntaba instrucciones sobre sus últimas voluntades.

El expresident catalán, que recordó a la juez que su actividad política antifranquista le llevó a la cárcel, explicó que los fondos ocultos en Andorra se multiplicaron hasta los 500 millones de las antiguas pesetas, gracias a que fueron invertidos en productos financieros que les administraba un gestor bancario.

La juez preguntó a los Pujol el motivo por el que no han aportado el extracto de esos movimientos bancarios que avalarían su versión, pero los imputados dijeron que no se les había ocurrido hacerlo. Sin que nadie se lo preguntara, el expresident de la Generalitat recalcó que, en ningún caso, el dinero oculto procede del cobro de comisiones ilegales por adjudicaciones, como sospechan las acusaciones populares, ni del “erario público”.

Jordi Pujol precisó que los fondos ocultos en Andorra -un legado que según su versión hasta los años 90 solo conocían sus dos hijos mayores Jordi y Marta y su esposa- fueron administrados en una primera etapa por una persona de su confianza, ya fallecida, que ayer identificó como Delfí Mateu, y que posteriormente se hizo cargo de los mismos su primogénito. Según el expresident, su familia no regularizó los fondos ocultos en la banca andorrana hasta que la prensa informó de su existencia, hace cerca de un año.

Ante la juez, Pujol insistió en que él personalmente no tiene ninguna cuenta en el extranjero y que el legado de su padre siempre ha permanecido en bancos andorranos y no de otros paraísos fiscales.

Los tres hijos de Pujol imputados, que declararon también ante la juez, explicaron que cuando recibieron la herencia -a razón de 62 millones de pesetas por cabeza- les explicaron que era un legado recibido de su abuelo Florenci, que estaba obsesionado ante el temor de que sus nietos quedaran desamparados económicamente por la vocación política de su padre.

En la parte inicial de su interrogatorio, Jordi Pujol se expresó en catalán para responder a las preguntas que le formulaban, lo que obligó a incorporar a un intérprete para que tradujera sus palabras al castellano para el fiscal Luzón, que vive y trabaja en Madrid y se desplazó a Barcelona expresamente para la sesión. - Efe

Gritos de ladrón. Jordi Pujol y su esposa llegaron y salieron del juzgado custodiados por un amplio dispositivo integrado por agentes de paisano y de orden público de los Mossos, y entre protestas y gritos de “ladrón”.

Perseguido por soberanista. Oleguer Pujol Ferrusola, uno de los hijos del expresident, dijo sentirse perseguido por sus apellidos, algo que cree “relacionado con el proceso político en Catalunya”.