Bilbao - El Gobierno Vasco e Irlanda del Norte tienen claro que sus procesos de paz son muy diferentes y no pretenden equipararlos. Pero, a pesar de esas diferencias, sí han identificado retos comunes: qué trato dispensar a las víctimas y a los presos, qué vocabulario utilizar para hablar del pasado, qué lecciones extraer para que la situación no vuelva a repetirse, cómo formar a los jóvenes, y qué secuelas dejará la violencia en la sociedad. Ambos territorios se proponen aprender el uno del otro, compartir experiencias y proyectos, y poder presentar esas iniciativas conjuntamente en el marco del cuarto Plan Peace europeo para Irlanda del Norte, que se aplicará de 2014 a 2020, y al que darán forma las instituciones europeas en los próximos meses.

Ese programa ha contribuido a la reconciliación en Irlanda del Norte desde 1995, y en su cuarta edición llevará aparejada una dotación económica de 250 millones de euros, aunque cabe precisar que tanto el programa como los fondos siguen siendo, en puridad, solo para el caso norirlandés. Sin embargo, ambas partes se proponen que las experiencias se reflejen en Euskadi y puedan ser compartidas de alguna manera por el territorio vasco y que, al mismo tiempo, las iniciativas de paz del Gobierno de Urkullu tengan su proyección en la Unión Europea.

En concreto, una delegación del Ejecutivo vasco y otra del Seupb, el organismo responsable de la gestión de los programas especiales de la Unión Europea, darán forma y contenido en las próximas semanas a varios planes sobre víctimas, educación, juventud y reinserción, con la expectativa de que puedan incorporarse al Plan Peace. Que Euskadi no acceda a los fondos no sería demasiado controvertido ya que, en realidad, Irlanda del Norte los ha recibido en buena medida no solo para contribuir a la convivencia, sino para rehabilitar su espacio urbano, muy militarizado y degradado por el enfrentamiento entre el IRA, los partidarios de que el territorio se separara de Reino Unido y se reunificara con Irlanda; y los unionistas, que deseaban preservar su vínculo con Londres. Incluso se levantaron los llamados muros de la paz, barreras que podían extenderse varios kilómetros para separar a ambas comunidades. Aunque el conflicto se larvó siglos atrás, los disturbios e incendios se convirtieron en una constante desde los años sesenta, y la disputa política se entrecruzaba con la pugna religiosa entre católicos y protestantes, lo que agravaba más si cabe la división.

RECONCILIARSE El propio Pat Colgan, director del Seupb, explicó ayer en rueda de prensa en el Palacio Euskalduna de Bilbao junto al Secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, que Europa ha hecho una contribución “enorme” para reconstruir “pueblos, ciudades y puentes”. Con cargo a los fondos estructurales europeos, se construyó el simbólico puente de Derry, que une la orilla predominantemente republicana con la zona lealista, tal y como recordó Colgan. A medida que se ha ido asentando el proceso, la dotación económica ha disminuido. El primer plan, de 1995 a 1999, invirtió 500 millones; el segundo, hasta 2007, dedicó 995 millones, fue el más abultado y, de hecho, fue el que se destinó a reconstruir los pueblos y a promover el desarrollo regional: y el tercero, que abarcó de 2007 a 2013 y se centró en la reconciliación, bajó hasta los 333 millones. El programa para los próximos años tendrá una dotación de 250 millones. Los Acuerdos de Viernes Santo se firmaron en 1998, pero sigue habiendo algún estallido esporádico.

Euskadi podrá compartir qué planes ha implementado Irlanda del Norte, y cuáles han sido los aciertos y errores. Europa ha cofinanciado más de 20.000 proyectos de asesoramiento a las víctimas, reinserción de los presos, talleres de convivencia y representaciones teatrales sobre el conflicto. Jonan Fernández se encargó de presentar las conclusiones preliminares de los encuentros entre ambas delegaciones, que a su vez dan continuidad a la visita que cursó el Gobierno vasco a Belfast en enero. El secretario de Paz arrancó puntualizando que los dos procesos son “muy diferentes”, si bien tendrían en común “un modelo de construcción de paz basado en la cooperación entre instituciones y sociedad”. Tras poner en valor que ambas sociedades tienen “agentes sociales muy activos”, consideró que esa sería una de las aportaciones conjuntas que pueden ofrecer en el marco europeo. A pesar de las diferencias, han acordado “compartir proyectos de colaboración, al menos, en cuatro áreas: víctimas, educación, juventud y reinserción”.

Colgan aseguró que Irlanda del Norte y Euskadi comparten retos como el relato de lo sucedido, atinar en el vocabulario y cómo tratar a las víctimas y los presos. “Seguimos teniendo problemas muy difíciles de resolver: la estabilidad en las instituciones administrativas, no hemos aprendido totalmente a reconocer y hablar del pasado. Eso lo compartimos con el País Vasco. Es una de las cosas más complejas. Hay grupos que se siguen sintiendo fuera del proceso”, explicó. En cuanto al papel de los presos, aseguró que en el caso irlandés han contribuido positivamente a asentar la convivencia y la reconciliación en las comunidades locales, haciendo pedagogía sobre el nuevo tiempo de paz. “En nuestro caso, su contribución ha sido muy importante”, recalcó. Fernández puso en relieve las diferencias con Euskadi: “Allí son 40.000 presos, y aquí unos 470. No pretendemos buscar ningún mimetismo, pero queremos ver cómo se ha trabajado en la resocialización de los presos y qué cosas se han hecho bien y cuáles mal”. En ese sentido, una de las diferencias esenciales que se han subrayado tradicionalmente estriba en que, en el supuesto irlandés, existían dos bandos claramente enfrentados, y ambos con un gran número de presos -Colgan habló ayer de 25.000 republicanos y 15.000 unionistas-, de modo que hablar de excarcelaciones no levantaba tantas ampollas, porque los dos bandos querían dar una salida a sus reclusos.

Por otro lado, Fernández, quien acudió a la rueda de prensa acompañado por la directora de Víctimas y Derechos Humanos, Monika Hernando, explicó que el objetivo de Euskadi “no es lograr fondos; no es cuantitativo, sino cualitativo”. “Queremos buscar sinergias”, resumió. Las actuaciones que se desarrollen en Euskadi en materia de educación, juventud, ayuntamientos, universidades o participación ciudadana también tendrán proyección en Europa. Colgan, por su parte, aseguró que el Plan Peace se ha compartido con otros países, incluso al margen de la Unión Europea.