BARCELONA - Duran i Lleida respira aliviado. El Consell Nacional de Unió se decantó ayer por “unanimidad” por dejar al “libre criterio” de la militancia su voto respecto a la segunda pregunta planteada en la consulta del 9-N, donde se cuestiona sobre apostar o no por la independencia, al tiempo que el partido democristiano acordó respaldar con un sí “rotundo y radical” la primera de las cuestiones del referendo, la relativa al Estado propio. O lo que es igual, el líder de UDC consigue así ofrecer su “compromiso inequívoco” con la llamada a las urnas del Govern de Artur Mas y de su socio de federación, Convergència, pero evita meterse en el charco amparándose en la transversalidad de su formación. Un posicionamiento más férreo en cualquier otra dirección habría colocado en una compleja situación no solo a Duran, sino también la estabilidad de la coalición nacionalista.

Bajo la defensa de un modelo confederal, el secretario general de Unió, Ramón Espadaler, se congratuló de la decisión de los 350 consejeros que participaron en la asamblea extraordinaria, dejando constancia de que Catalunya debe ser reconocida como “sujeto político” y de las distintas sensibilidades que destilan: desde quienes consideran que solo se puede alcanzar esta condición votando un sí-no en la consulta, hasta los que validan una reforma “profunda” de la Carta Magna o quienes creen que, “vista la incapacidad” del Estado español, la “única salida” es la independencia. Tras tres horas de discusión, concluyeron que “no ha habido ni vencedores ni vencidos porque nos une la voluntad de cohesión social y nacional y de avanzar hacia la plena soberanía”. Espadaler justificó el “sí rotundo” de UDC al Estado propio como forma de “superar” el actual Estado autonómico que aboca a la “reconstrucción” de Catalunya y en defensa del autogobierno tras la “recentralización” del Gobierno del PP.

Paralelamente, desde el respeto de Convergència a la postura de su socio y a expensas de los siguientes pasos de la Generalitat y del bloque soberanista para garantizar que la jornada del 9-N pueda cumplimentarse en las mejores condiciones democráticas posibles, Artur Mas afeó la demanda de “ley y diálogo” de Mariano Rajoy, replicando que el problema no es legal sino de falta de “voluntad política”, e insistiendo que se votará. Eso sí, “a nuestra manera”, sin concretar cuál. “Quiere decir con consenso político, de una forma correcta, positiva, constructiva. Esperemos que, una vez que hayamos votado el 9 de noviembre, el Gobierno español entienda de una vez cuál es el clamor en Catalunya y que esto se ha de resolver por la vía del diálogo”, explicó el president durante un acto público en Tarragona, mientras sus compañeros de viaje en la consulta reconocían diferencias de criterio.

El poder de la calle “[Rajoy] No es que no pueda, es que no quiere” dejar votar a los catalanes”, reprochó el líder de CiU, que se aferró al respaldo del poder municipal. “No querer dejar votar a una población que tiene más del 95% de los ayuntamientos a favor, que tiene una mayoría parlamentaria de más de dos tercios a favor de la consulta, donde cada año hay manifestaciones de más de un millón de personas... Cuando una sociedad tiene todo esto no se le puede parar”, ahondó el jefe del Govern, que reclama a Madrid “menos argucias legales, menos utilizar la Constitución como muro de contención y más como un canal para entenderse”, como en 1978, “cuando entre los distintos pueblos de España” se consensuó el texto.

Fue un discurso repleto de mensajes directos al presidente español, y en el que realizó un recuento de agravios recientes contra el referendo no vinculante. “Hice el decreto de convocatoria de la consulta de una manera que facilitaba las cosas para que declinaran interponer el recurso en el Tribunal Constitucional, pero a pesar de nuestra buena fe fueron radicales, rotundos. Lo consideramos una hostilidad muy grande”, recalcó Mas. “No es un problema de obedecer o desobedecer, zanjó, manteniendo el silencio pactado con las fuerzas proclives al derecho a decidir para “no dar pistas, ya que entonces hacemos fácil que nos pongan todos los impedimentos”. “Nuestra buena fe no ha sido correspondida en absoluto”, lamentó.