Malos tiempos corren para la carrera de las primarias en la que se afana el PSOE. A la decadencia galopante de la socialdemocracia hay que sumar un fracaso electoral encadenado, unos posicionamientos más que dudosos en materia socioeconómica y filomonárquica, una progresiva pérdida de identidad y una maquinaria enmohecida que controla con mano de hierro un aparato habituado a sucederse a sí mismo. Como nota pintoresca, surrealista casi, que ha coincidido con el final del plazo para la entrega de avales, uno de los máximos responsables de ese deterioro, Alfredo Pérez Rubalcaba, anuncia que abandona el barco, que se retira de la política después de haber dejado a su partido hecho unos zorros.

Durante varios meses se ha ido despejando la incógnita a medida que unos iban anunciando su intención de presentarse y otros la de no arriesgarse. Entre los primeros, a fin de cuentas, todo se redujo a tres, Eduardo Madina, Pedro Sánchez y José Antonio Pérez Tapias, aunque a la hora de recoger avales llevaron absoluta ventaja los dos primeros aspirantes, logrando los raspados el tercero. Entre los que prefirieron no arriesgar -o no desgastarse-, los más sonados fueron Susana Díaz, Patxi López y Carme Chacón.

Más o menos, todos ellos y unos cuantos más formaban parte del casting, pero en el resultado final ha tenido mucho que ver la correosa habilidad de trabajarse los apoyos de las agrupaciones, aunque contando para ello con el apoyo del aparato del partido, o de los barones, o de los eternos maniobreros que han ido teledirigiendo hacia los grandes medios de comunicación las posibilidades de cada aspirante. En este proceso de asegurarse actas poco ha tenido que ver ese debate de ideas que reclamaba hace unos días el portavoz del PSN Juan José Lizarbe, en una justa pero candorosa reivindicación del respeto a las decisiones de los socialistas navarros.

Los tres han pasado el corte logrando el mínimo de los 9.874 avales requeridos, aunque han sido Madina y Sánchez los que se han dedicado durante meses a un agotador ir y venir por todas las comunidades autónomas para asegurarse los avales, para resultar elegidos en el casting, mientras aparecían entrevistados un día sí y otro también expresando generalidades, sin arriesgar lo más mínimo en sus declaraciones de principios, pasando por encima de cualquier afirmación comprometida. Por supuesto, no ha faltado el juego sucio, el navajeo, ya fuera enturbiando la figura de Madina como filoetarra o la de Sánchez como mamporrero de Susana Díaz. Pero todo ello no ha impedido que ambos candidatos pesquen en caladeros ajenos recabando avales Sánchez en Euskadi y Madina en Madrid. Y ello porque, a decir verdad, no parece haber ninguna discrepancia ideológica entre ambos. Sánchez y Madina, por más que se pretenda diferenciarlos, son producto estricto del maestro Rubalcaba y en muy poco, o en nada, han anunciado ninguna declaración de principios que contradiga a lo practicado durante dos décadas por el todavía secretario general y futuro profesor universitario reintegrado. El tercero en discordia, el candidato de la corriente Izquierda Socialista ha sido la única sorpresa. Pérez Tapias ha sido el único verso suelto en esta carrera que se pronosticaba como cosa de dos.

Por desgracia, se ha cumplido el pronóstico no deseado de Lizarbe y el corte para las primarias del PSOE ha tenido más de casting que de debate de ideas. Un casting con ventaja para los dos seleccionados, apadrinados precisamente por distintas sectas del aparato, pero aparato en definitiva, y que serán validados el próximo martes. Al parecer, en la suma de avales ha barrido Pedro Sánchez a quien, ojo, los poderes mediáticos madrileños ya comienzan a denominar como Pedro Sánchez Castejón -menospreciando el vulgar patronímico terminado en ez-. No obstante, hasta el 13 de julio aún queda recorrido para que pudiera dar un vuelco la elección del secretario general, como ocurrió con Zapatero.

Pero más allá del casting, nada queda aclarado por parte de los candidatos sobre temas tan cruciales como el derecho a decidir de las nacionalidades del Estado, la sumisión a las directrices económicas de la UE, el desempleo galopante, el pago del rescate a la banca española o la opción entre monarquía y república. No se ha producido ese debate de ideas, porque ellos, los candidatos, estaban a lo que estaban, a sumar apoyos para el poder. Luego, cuando se baje a la realidad, habrá que ver si el elegido es capaz de sacar al PSOE del abismo en que se encuentra. Habrá que ver si el elegido tiene arrestos para respetar en Nafarroa la voluntad de los socialistas navarros y les deje decidir sin imposiciones en sus alianzas para poner fin al ciclo de gobiernos de UPN en la Comunidad Foral y acordar una alternativa de progreso, tal como pretendía la ejecutiva del PSN. Habrá que ver, también, si el elegido es capaz de dar un golpe de timón en la Comunidad Autónoma Vasca e inmuniza al PSE del jacobinismo implantado por Rubalcaba, al que han venido sometiéndose las sucesivas ejecutivas de los socialistas vascos. Habrá que ver, por último, si el elegido vaya a ser capaz de llevar adelante una práctica refundación del PSOE antes de que la decadencia sea irreparable.

Tal como han ido las cosas, siendo quienes son los dos máximos seleccionados en el casting, no parece haber demasiada base para el optimismo.