Proclamación de Felipe VI Proclamación de Felipe VI
Candidato ideal de sus bases para las elecciones generales, Alberto Garzón ejerce como rostro mediático de IU, un altavoz de la descomposición del Estado, su 'Pablo Iglesias'.
MADRID - De no cruzarse la opción de acabar como diputado electo, el destino de Alberto Garzón (9-X-1985, Logroño), economista crítico, se dirigía a darse de bruces con la crisis y a acabar en las listas del paro, de ahí su constancia verbal y activa en promover un vuelco hacia la izquierda, a la izquierda del PSOE, que depare soluciones a la descomposición "irremediable" de las instituciones del Estado español. Catalogado como el mirlo blanco de Izquierda Unida, la militancia no huye de su comparación con el líder de Podemos, con quien guarda amistad y quién sabe si pronto una relación política mucho más estrecha.
¿Qué palpa en la calle? ¿El ansia de cambio es un fenómeno pasajero?
-Se han puesto de relieve fenómenos sociales que predican dar un giro a la cultura política de la Transición que se basaba en la democracia limitada y que delegaba en los partidos, que han funcionado con rigidez. Pero se ha abierto paso el espíritu del 15-M, el de la participación y la democratización de todo espacio público, y que denuncia esa visión estrecha de la democracia consistente en votar cada cuatro años. Nadie se esperaba que el país cambiara tanto en solo dos semanas desde el sábado preelectoral.
¿Cree que nos han ocultado algo en este proceso exprés entre la abdicación del rey y su sucesión?
-Estaba claro que la abdicación iba a suceder, pero ha existido una precipitación de los acontecimientos en esa hoja de ruta porque han visto las orejas al lobo: la debacle del bipartidismo que fue soporte fundamental de la monarquía en 1978. Temían una extrapolación del voto del 25-M y que el proceso se tornara tormentoso. Luego están las variables de índole personal y judicial con el caso Nóos que afecta a Urdangarin y a la Casa Real. Lo principal es que las europeas se han cobrado una cabeza más.
Los discursos de Felipe de Borbón y de Mariano Rajoy han vinculado la monarquía con la unidad del Estado. ¿Todo atado y bien atado?
-Los dos partidos mayoritarios y la Casa del Rey se han enrocado, no quieren leer lo que sucede en el conjunto del Estado en términos territoriales, de ahí las alusiones cansinas, continuas y carentes de fundamento, sin que se abra la puerta al debate político. Se limitan a cerrar filas para retener a una porción del electorado cada vez más estrecha. La monarquía ha preferido colocarse al lado de mantener este sistema agotado y este escenario puede hacerle resbalar en los próximos meses o en pocos años.
¿Otorga legitimidad a Felipe VI?
-La legitimidad es un elemento que se refiere a los principios y cada uno tiene los suyos. El nuevo rey tiene la legitimidad del 90% del Congreso, de este Congreso, bajo la disciplina de voto y el control de cualquier posible disensión ideológica. Pero el 67% de la población del Estado no votó la Constitución de 1978 ni ha podido ratificar el modelo monárquico. Para mí un rey no tiene legitimidad en cualquiera de las circunstancias porque es algo que está fuera del siglo XXI.
Según su nuevo libro (La Tercera República), ¿qué es el republicanismo? Porque hay republicanos de derechas como Cristina Cifuentes.
-La república es mucho más que la ausencia de rey. Es una tradición política donde los ciudadanos adoptan decisiones sin delegarlas en representantes con intereses personales, como lobbies, grandes empresas o mercados. E incluye la elección de Jefe de Estado, con la ventaja de que si es de derechas lo puedes cambiar, mientras que en una monarquía, donde por definición los reyes lo son, no.
Con el PSOE posicionado como está, resulta complejo un consenso para abrir un proceso constituyente.
-Lo único claro es que el pacto del 78 que incluyó al Partido Comunista no existe. En este contexto el PSOE tendrá que definir su posición. Ahora mismo es el eslabón más débil de la cadena monarquía-bipartidismo porque su base social no comparte este sistema monárquico. Habrá que esperar a ver qué hace pero su aparato ha preferido encerrarse en sí mismo.
Usted fue testigo del brete socialista en la votación sobre la abdicación.
-Era evidente el papelón. En los pasillos sus diputados comentaban que estaban entre la espada y la pared. La votación de Elorza fue el ejemplo más cristalino y en el ambiente ya se percibía lo que muchos de sus militantes manifestaron en la concentración a favor de la república, donde hubo banderas del PSOE. Una contradicción más de este partido donde no casan teoría y práctica, mermando su base social y suelo electoral.
¿En qué ha fallado IU para no capitalizar el descontento de la calle tal y como lo ha hecho Podemos?
-Los resultados europeos fueron positivos pero debieron ser más altos de acuerdo a las circunstancias. Lo cierto es que a la izquierda del PSOE hay ya un 20% de voto, lo que nunca había pasado en democracia, y es verdad que buena parte tiene coordenadas ideológicas de IU y que fue a parar a Podemos. Estamos analizándolo rigurosamente para realizar los cambios necesarios, agilizar la dirección y adaptar la organización a los tiempos y lecturas de la calle. No necesitamos cambios de un día para otro pero sí adoptar un discurso más ágil que pueda desenvolverse en este contexto de descomposición del Estado.
¿Intuía la emergencia de Podemos?
-Había elementos para pensar que era posible. Pero de 1 a 3 diputados, no con esta magnitud. IU no supo ocupar ese espacio y era normal que otra organización lo hiciera.
En pocas horas fueron ustedes los que aludieron a la posible alianza futura con la formación de Iglesias.
-IU busca la unidad de la izquierda en torno a un programa. Y luego a veces 1+1 pueden ser cero y medio, como pasó con el PSOE de Almunia y la IU de Frutos, o acabar resultando diez si se articula de forma inteligente. Pero eso es un estadio precoz aún y no tiene fundamento hablar de ello en una sociedad que cambia rápidamente.
La derecha se ha puesto tan nerviosa que roza el insulto. Hay quien le hace campaña gratis a Iglesias.
-Es un enfrentamiento buscado por ambas posiciones que se polariza en términos que conviene a ambas. Es normal que la derecha tenga miedo, y a través de la política del miedo quiere despertar a su electorado más conservador empleando una estrategia de ataque y derribo a cualquier posición a la izquierda del PSOE. Tanto, que defienden al PSOE e incluso Rajoy elogió la visión de Estado de Rubalcaba. La falsa dicotomía PP-PSOE se ha roto, están en el mismo lado.
¿No cree que la gente plegará velas en favor del bipartidismo?
-En política no hay nada escrito pero es complicado. Las razones materiales que han llevado a la gente a cambiar su forma de entender el mundo siguen en estado deprimente. La tendencia es clara. El pacto del 78 está roto y la solución no es tirar de maquillaje y cosmética cambiando a los líderes. Es cuestión de proyecto político.
Vamos, que la pugna socialista la percibe huérfana de contenido.
-Es un debate de caras superficial y sin autocrítica entre los dos principales candidatos, Sánchez y Madina, que no hablan de lo sustancial.
Si le pregunto si ve usted como candidato de IU, me dirá que no toca...
-(Risas) Efectivamente, no toca. Estamos con la lectura de las europeas y eso ya llegará. Si me pregunta si estoy disponible, cualquiera lo estamos, y así debe ser en IU porque estamos para transformar la sociedad.
¿Pero si le cuestiono sobre si tendría ánimo, espíritu y ganas para ello?
-Sí, por supuesto. Tengo que ser honrado. Llegué a diputado cuando echaba una beca para irme del país porque no tenía trabajo cuando me recortaron de la Universidad. Si me veo en la disyuntiva y hay que elegir, yo estoy dispuesto, sin miedo ni ingenuidad. Decir lo contrario sería deshonesto.
Con la consulta del 9-N a la vuelta de la esquina, un verano caliente...
-Será de toma de posiciones. Además del derecho a decidir, un debate que es democrático, el horizonte es de riesgos de nuevas crisis financieras y el poco empleo que se crea es precario.
¿Qué puerta de salida atisba para la cuestión catalana?
-No la habrá. Estamos ante un juego de póquer descontrolado que se visualiza en el toma y daca entre Rajoy y Mas, pero esto es más complejo porque hablamos de identidades nacionales enfrentadas. Aunque es un tema político, se refiere a los sentimientos, y esto no se puede resolver desde la razón sino desde la política. El PP se atora en una cuestión legal que no resuelve el problema de fondo.
Gobierno también inmóvil en materia de pacificación. ¿Cómo observa el proceso vasco?
-Rajoy, ciego y sordo, lo ve todo como un accidente temporal. Pero la cuestión de la identidades o el proceso de paz seguirá ahí por mucho que se tape los ojos y la boca. El inmovilismo solo enquistará la situación política.
En la CAV, o arreglan el dislate entre Ezker Anitza y Ezker Batua, o...
-Es casi donde peores números sacamos, lo que evidencia otra sociología. Pagamos una factura alta y llevará tiempo. O somos inteligentes o nos condenaremos a la insignificancia.
Alberto Garzón aspira a consolidar un giro a la izquierda ante la descomposición del Estado. Foto: Efe
Alberto Garzón
diputado de izquierda unida
"El pacto de 1978 está roto y la solución no es tirar de cosmética cambiando a los líderes"
"Las alusiones a la unidad territorial son cansinas y sin fundamento. Este escenario puede hacer resbalar a la monarquía en poco tiempo"