El día 26, en las sedes de los partidos políticos se mirarán con lupa los resultados de las europeas del domingo. No solo por el lógico balance, sino porque la del día 25 es la primera gran cita electoral tras las generales de 2011 y las vascas de 2012 y llega a tan solo año y medio de las municipales, forales y autonómicas; un auténtico banco de pruebas en el que comenzarán a perfilarse muchos de los acontecimientos políticos que marcarán el devenir de los partidos en los próximos meses.

Una de las múltiples lecturas de estos comicios tiene acento vasco y el claro horizonte foral y municipal de primavera de 2015. El del día 25 será el primer ensayo para que los partidos vascos se midan, concretamente para las dos primeras fuerzas en la Cámara vasca, PNV y EH Bildu, esta última integrada en la coalición Los Pueblos Deciden.

derecho a decidir Los jeltzales concurren de la mano con CiU pero con un discurso diferenciado: si los convergentes tienen en la médula de esta campaña la consulta prevista para el 9 de noviembre -estos comicios en Catalunya tendrán un componente plebiscitario al respecto, pero también serán un térmometro para el traído y llevado sorpasso de ERC a CiU y un test para el maltrecho PSC-, los jeltzales reivindican fundamentalmente su influencia en la política europea -buena parte de su campaña gira en torno a la iniciativa institucional de Izaskun Bilbao- y mantienen una hoja de ruta diferenciada de sus socios en materia de derecho a decidir. Jeltzales y soberanistas tienen su principal cara a cara a un año vista centrada en Gipuzkoa, donde en los últimos comicios celebrados -autonómicas de 2012- cosecharon un empate técnico con EH Bildu por delante por apenas 600 papeletas.

Para Sortu, además, esta cita es la vuelta a las instituciones europeas tras la travesía de las ilegalizaciones, una oportunidad también para medir sus fuerzas en Navarra y testar sus aspiraciones de hacer temblar el sillón foral de UPN -que no concurre a estas elecciones- en un año.

diputaciones en el horizonte Otro de los puntos de interés en el escenario vasco puede concernir también al PNV, en su asalto a la Diputación alavesa gobernada por el PP; un objetivo de cuyo interés da medida el hecho de que hace ya tiempo que el PNV alavés designó a sus candidatos a diputado general y alcalde de Gasteiz. Si en las forales los populares se impusieron en su tradicional feudo por apenas dos puntos porcentuales sobre el PNV, en las vascas los jeltzales lograron siete puntos más que el PP.

Un resultado que además el PP vasco podría leer en clave interna, en la medida en que ésta es la primera campaña de Arantza Quiroga como presidenta de los populares vascos tras la brecha abierta en el congreso de marzo con el PP alavés, principal puntal del partido en la CAV.

Y continuando con el PP, el partido de La Moncloa llega a esta cita en la paradójica situación de haber dilapidado prácticamente la apabullante ventaja de 16 puntos que logró en las generales de 2011 sobre el PSOE y, sin embargo, presentarse en situación de ventaja, con las encuestas oscilando entre empates técnicos e incluso por delante en las últimas semanas; un punto de partida menos negativo del que cabría esperar en el partido que ha ejecutado unos recortes sociales y económicos durísimos en los dos últimos años de cara a las municipales de 2015, llamadas a ser la reválida de Mariano Rajoy para unas generales que no deberían postergarse más allá de noviembre del año próximo.

examen a rajoy El Gobierno del PP llega a estos comicios con la economía empezando a dar síntomas de levísima recuperación en las estadísticas que, sin embargo, no alcanzan a la calle -la última EPA fue un auténtico mazazo al intento de venta de creación de empleo que había empezado a desplegar el Ejecutivo, corregido convenientemente por los datos del Inem de principios de mayo relativos a Semana Santa-. Un escenario al que se añade una estrategia legislativa netamente conservadora convenientemente paralizada: caso de la ley del aborto. Este discurso viene a apuntalar su electorado más a la derecha -por donde teme que llegue el daño en forma de siglas de nuevo cuño como Vox, por ejemplo-, pero que hipoteca a parte de su -indispensable- electorado de centro, de ahí quizá ese adormecimiento de la actividad legislativa.

Para el PP, más bien para el Gobierno de Rajoy, hay un efecto colateral en estos comicios: el presidente optó por el mínimo movimiento en el Consejo de Ministros tras la designación de Miguel Arias Cañete como candidato. El proceder responde a una manera de hacer política arraigada en el ADN de Rajoy, pero le permite guardarse en la manga el as de la crisis de gobierno como eventual respuesta a una derrota en las urnas; aunque en su caso es más de esperar que este movimiento pueda quedar camuflado bajo la esperada salida de otro ministro, Luis de Guindos, con destino al Eurogrupo, probablemente ya en otoño.

liderazgo en juego No es lo habitual, pero el primer partido de la oposición en Madrid se juega casi más que el del Gobierno, después de los severos castigos en las pasadas generales y municipales. El PSOE llega a esta cita con el precedente europeo del varapalo electoral sufrido por François Hollande en Francia, pero sobre todo lastrado por la sensación -que no ha podido sacudirse desde el 20 de noviembre de 2011- de la interinidad del liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ferraz reclamó una tregua en las pre-primarias hasta que pasaran las europeas y los aspirantes -todos ellos aún presuntos- han cumplido.

De hecho, los socialistas se han esforzado por proyectar una imagen de unidad en torno a la candidatura de Elena Valenciano, reuniendo por ejemplo en su primer gran acto de precampaña a Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero la auténtica cita para el PSOE llegará en noviembre, con las primarias en las que se ha dirimir quién liderará el partido en las generales, previstas teóricamente para finales de 2015, en un proceso que, en sí mismo, Ferraz quiere ver como un revulsivo para el partido. Rubalcaba aún no ha confirmado si optará o no, pero se especula con la posibilidad de que una victoria le anime a optar a la candidatura.

el pse mira a madrid Dos de los que se dan por seguros en esa pugna son los vascos Eduardo Madina y Patxi López. En este segundo caso, el impacto en Euskadi es claro, en la medida en que podría abrir el melón de la sucesión en el PSE-EE. Nada baladí es el hecho de que la agenda de campaña de López incluya 18 actos electorales, 12 de ellos fuera de Euskadi. Este compromiso con la campaña del PSOE es una moneda de dos caras para López: por un lado, le compromete con el resultado que logren los socialistas para bien o para mal, por otro, evidencia su proyección en el partido más allá de Euskadi -y quizá sobre todo más allá de Euskadi-.

El PSOE intenta cimentar su recuperación de cara a las citas clave de 2015 en estas europeas y el primer objetivo, como subrayaba un destacado dirigente socialista, es recuperar a aquellos votantes más de centro -ese santo grial de la política española- que en 2011 optaron por el castigo apoyando al PP y que ahora están desencantados o por el numeroso grupo que se quedó en la abstención. Por ello, su objetivo es intentar centrar el discurso en clave española, polarizar la campaña entre PP y socialistas con los recortes sociales como eje del debate.