La deslegitimación de la violencia política no será consecuencia de unas u otras iniciativas concretas sino de la convicción y la claridad del discurso de quienes nos oponemos a ella". Bajo esta premisa se comportó siempre Txema Urkijo (Laudio, 1961) en aquellos años de plomo, demasiados, en que desde la coordinadora Gesto por la Paz se baqueteó contra el terrorismo de ETA y la connivencia de la izquierda abertzale tradicional, en un lado de la pancarta y a su vez presto al consenso. Extinguida la coacción y el ruido de las armas, este abogado alavés, hermano de la Cofradía de San Roque, se afanó en favorecer el arrepentimiento y el reconocimiento del daño causado por los reclusos de la banda, adalid de la vía Nanclares; una tarea desempeñada desde la discreción y no desde el "ostracismo" que asegura ha propiciado su salida de la Secretaría de Paz y Convivencia del Ejecutivo vasco, institución a la que llegó en 2002 bajo la batuta de Juan José Ibarretxe y donde permaneció tanto en el Gobierno del cambio de Patxi López como en la singladura inicial del mandato de Iñigo Urkullu.
Once años de ejercicio institucional ligado a los derechos humanos y a las víctimas, capaz de sentarse en una mesa junto a Pablo Gorostiaga, exalcalde de Batasuna encarcelado por colaboración con ETA, el lehendakari de su pueblo natal y el delegado del Gobierno español, Carlos Urquijo, de quien es primo carnal y disiente acerca del relato en el devenir del proceso de pacificación. Sin carné político que condicionara su proceder en tan delicada materia, este amante de los decibelios de la batería a la que dedica sus ratos de ocio y entrenador de baloncesto sabatino en el equipo local de su hijo siempre se arremangó para proteger sus creencias. De hecho, fue uno de los primeros insumisos vascos y se encargó de defender a estos en calidad de letrado una vez licenciado en Deusto. Ejerció como concejal independiente en Laudio entre 1988 y 1989, y ya metido en faena en Gesto, que cerró la puerta llegado el nuevo escenario después de compartir objetivos, desde prismas diferentes, con Elkarri, comandada por quien ha sido su jefe este último año y medio, Jonan Fernández.
Fue el consejero de Justicia Joseba Azkarraga (EA) quien vio en Urkijo al director idóneo para el área de Derechos Humanos y Atención a las Víctimas con el fin de tender puentes y rebajar el ruido con estas, de ahí que quizás haya echado en falta actualmente "gestos" hacia ellas, pero en 2005, al parecer, porque lo negaron ambos, se frustró la sintonía, se airearon discrepancias, y dimitió. Solo cuatro meses después lo rescató el consejero de Interior, Javier Balza, como asesor de la Dirección de Víctimas, y trabajando por el consenso junto a Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA. Tiempos donde reconocían que había una "deuda con las víctimas de los años más duros", promoviendo un homenaje como el del 22 abril de 2007, un acto que definieron como "una sacudida al nervio moral de la sociedad vasca". Abogaban por "un proceso de sanación de las estructuras morales, por una reflexión autocrítica de admitir que no estuvimos a la altura de las circunstancias", aunque ni PP ni Covite se lo pusieron fácil.
Poco amigo de ir escoltado, se mostró partidario del acercamiento de los reclusos impulsando la vía Nanclares, así como encuentros entre terroristas y víctimas, y el diálogo entre los Ejecutivos vasco y español, amén de liderar la iniciativa Glencree, que reunió a víctimas de ETA, los GAL, el Batallón Vasco Español y las Fuerzas de Seguridad del Estado, lo que, según el coordinador de Lokarri, Paul Ríos, "justifica toda una trayectoria".
En esta última etapa discrepó públicamente con la decisión de establecer en Gernika la sede oficial del Instituto de la Memoria y la Convivencia, recogida en el Plan de Paz. Las diferencias con Fernández sobre la metodología de trabajo fueron subiendo de tono, hasta acabar con la destitución de Urkijo. "Cerrar heridas será difícil, me conformo con convivir", señalaba hace siete años, cuando ni se barruntaba el cielo abierto que se respira hoy en Euskadi.