TÚNEZ se acerca al final de su transición política. Tras tres años de inestabilidad en el país donde nació la llamada Primavera Árabe, el diálogo nacional entre las principales fuerzas políticas está dando sus frutos. El martes, justo cuando se cumplen tres años de la caída del régimen de Sine el Abidine Ben Ali, Túnez entrará en la etapa final del camino hacia una democracia estable con la previsible aprobación de la nueva Constitución, que lleva negociándose más de dos años, un tiempo en el que han aflorado las profundas diferencias sobre el rol del Islam entre islamistas, en el Gobierno y mayoritarios en la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), y laicos, en la oposición.
Los asesinatos de los diputados de izquierdas Chokri Belaid y Mohamed Brahmi, en febrero y julio de 2013, a manos de extremistas religiosos marcaron los momentos de mayor confrontación. La muerte del último abrió, incluso, una profunda crisis que paralizó la vida política desde entonces. Pero en octubre, el gubernamental Ennahda y la oposición llegaron a un acuerdo, gracias a la mediación del poderoso sindicato Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), que estipulaba la dimisión del Gobierno islamista y la formación de un nuevo Ejecutivo tecnócrata, la aceleración de la redacción de la Constitución (que tenía que haber sido aprobada hace ya un año) y la convocatoria de elecciones presidenciales y legislativas.
En diciembre, las distintas formaciones eligieron al primer ministro: Mehdi Yumaa, ingeniero aeroespacial de formación y ex ministro de Industria, que el pasado jueves asumió el reto de formar un gabinete de tecnócratas e independientes tras la dimisión del islamista Laridi como jefe de Gobierno. Su principal reto será la organización de los comicios, que el presidente del país magrebí, Moncef Marzuki, quiere que sean antes del verano de 2015. Con vistas a esta cita, la Asamblea Nacional Constituyente concluyó hace unos días la composición de la Instancia Electoral Independiente (ISIE), encargada de la supervisión.
Polémica constitución Los acontecimientos se han precipitado en la última semana a medida que se acerca la fecha del tercer aniversario de la revolución. Así, el pasado día 3, los miembros de la ANC comenzaron a discutir y a votar los artículos del texto constitucional. Para ser aprobado en su totalidad, votación que está prevista para el martes, se necesitan dos tercios de los votos, algo que se da prácticamente por hecho.
"Túnez es un Estado libre, independiente y soberano, su religión es el Islam, su lengua el árabe y su régimen la República", señala el primer artículo de la Carta Magna. Túnez, por tanto, no será un estado laico, pero la oposición logró una victoria al conseguir que la sharia no sea la fuente de Derecho, como pretendió Ennahda en 2012. El artículo 6, por su parte, garantiza la libertad de conciencia y la libertad de culto. "El Estado es el garante de la religión, se garantiza la libertad de conciencia y de creencias y la libertad de culto, es el protector de lo sagrado, lo que garantiza la neutralidad de los lugares de culto en relación con la manipulación partidista", apunta.
Además, el proyecto de Constitución consagra por primera vez el principio de igualdad "sin discriminación" entre hombres y mujeres, una expresión negociada entre la oposición y Ennhada. Este punto sembró gran controversia en el país en agosto de 2012, cuando el partido islamista sustituyó el término igualdad por el de "complementariedad" entre el hombre y la mujer en el seno de la familia. La presión de sectores laicos y pro derechos de las mujeres en las calles dio al traste finalmente con el proyecto.
En el nuevo texto, las diferentes fuerzas políticas han adoptado también un artículo que contempla el principio de la paridad entre hombres y mujeres en las asambleas elegidas en votaciones, al tiempo que establecen que "el Estado garantiza los derechos que han adquirido las mujeres y obra para apoyarlos y desarrollarlos" y "toma las medidas necesarias para eliminar la violencia contra las mujeres". El cambio fue celebrado con matices por organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW), que piden que la igualdad proclamada sea efectiva. "Queremos añadir precisiones para que la prohibición de la discriminación se refiera a los sexos y al color de la piel. Pero está muy bien que se adopte la igualdad", valoró Ahlem Belhaj, expresidenta de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas.
Retos A diferencia de sus vecinos Libia y Egipto, Túnez se encuentra, tres años después de la revuelta contra Ben Ali, en la etapa final del camino hacia una democracia estable. Pero no por ello tiene pocos retos. El nuevo Gobierno de Túnez tendrá que hacer frente a reformas económicas para reducir su déficit mientras logra capear el descontento popular por el elevado costo de vida y la falta de oportunidades económicas desde la revolución. Además, la aparición del terrorismo islamista ha supuesto un importante desafío para las autoridades. Las fuerzas tunecinas han lanzado bombardeos de forma constante en la sierra de Chaambi, cerca de Argelia, desde que los islamistas intentaron hacer de esa área montañosa su refugio. La mayoría de los milicianos pertenecen al grupo Ansar al Sharia, cuyo líder se ha declarado fiel a Al Qaeda.
En definitiva, Túnez se encuentra ante su gran oportunidad de dejar atrás la inestabilidad.