Bilbao. EL por norma gélido mes de diciembre aboca a la relevante publicación del libro Vascos en la Guerra Fría, ¿víctimas o cómplices? (Gudaris en el juego de los espías). La investigación lleva la firma de José Félix Azurmendi, periodista que ocupó cargos de dirección de los rotativos Egin y DEIA o del ente público Eusko Irrati Telebista, entre otros. El volumen enviado a imprenta por la editorial Ttarttalo desvela los compromisos que dirigentes vascos del exilio adquirieron con los servicios de inteligencia aliados contra el nazismo y resto de fascismo y, a continuación, contra el comunismo.
Azurmendi, nacido en Durango, exprofesor universitario también, interpreta cómo el PNV, con el lehendakari Aguirre a la cabeza, participó de forma activa en el enfrentamiento entre bloques que surgió de la II Guerra Mundial. El autor considera que el presidente del Gobierno vasco actuó tanto por interés estratégico como "por pura convicción".
Todo proyecto o iniciativa guarda en el fondo un objetivo personal, ¿cuál fue el de José Félix Azurmendi con la publicación de este libro? Aborda la respuesta: "He tenido la sensación de que la historia reciente de nuestro pueblo se conocía poco y mal. La que tiene por protagonistas a los dirigentes abertzales tras la derrota y en el exilio, me parecía especialmente desconocida, incluso para mí, que tuve la suerte de conocer personalmente a buena parte de ellos en Donibane Lohizune, París y Caracas", valora y continúa, va más allá: "Hay libros y tesis doctorales que han hablado de ellos y sus circunstancias, pero en general no han pasado de ser temas de especialistas, o de libelistas. Con este libro pretendo traspasar y extender ese mundo, sirviéndome del género de la crónica y colocando a sus actores en el tiempo de lo relatado. Como guía tomo unas afirmaciones que me resultaron sorprendentes de un personaje señalado del exilio, José María Gamboa: "los Aliados no nos traicionaron", "era el deber de los vascos luchar por la libertad sin esperar nada a cambio", "los Aliados no hicieron jamás promesa formal o informal de acabar con el régimen de Franco".
Siempre a juicio de este periodista, el Gobierno de Aguirre tuvo compromisos oficiales con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en diferentes etapas, grados y circunstancias. De ellos trata el libro. En el Gobierno de Leizaola, ilustra, hubo acuerdos, pero de un perfil muy inferior, "cuasi personales y en ocasiones vergonzantes", valora. En palabras de Jesús Insausti Uzturre, Aguirre creía en los americanos y Manuel Irujo en los británicos, con cuyo servicio de inteligencia (MI5) mantuvo contactos "estrechos y largos". "Para entender esos compromisos hay que contemplarlos en su tiempo y lugar, que es lo que pretende este libro, y siempre que he podido en boca de ellos mismos, a través de su correspondencia, mensajes, escritos", agrega Azurmendi, que nació en Durango, vivió luego en Markina-Xemein y Gernika-Lumo, y residió nueve años posteriormente en el exilio de Caracas, hasta regresar a Euskadi tras la muerte del dictador.
El otro eje del mal, además del nazifascista, contra el que lucharon los exiliados vascos fue el de los comunistas. Lo explica el autor en que los nacionalistas vascos, no solo los dirigentes y no solo en el exilio, eran "profundamente anticomunistas, por católicos y como necesidad de distinguirse de otros aliados en derredor de la República española y en contra de los nacionalistas españoles, golpistas, cruzados, envueltos en la bandera de la religión".
A su juicio, en Euskadi era frecuente oír a los abertzales de la generación de la guerra, y no solo a los jeltzales, lo de que "nosotros no somos franquistas pero tampoco rojos". "Los dirigentes vascos del exilio, especialmente Irujo, Onaindia, Uzturre tuvieron excelentes relaciones con los anarquistas, con los que compartían anticomunismo, y también una innata tendencia antiautoritaria". A juicio del autor, incluso los fundadores de ETA eran servidores de ese clima anticomunista interiorizado por la sociedad vasca.
El anticomunismo de los dirigentes vascos del exilio no fue por otra parte desinteresado. "Como recuerda Antón Irala, el más proamericano de todos ellos, los acuerdos con los norteamericanos permitieron la subsistencia del Gobierno vasco y la actividad de la Resistencia en diferentes momentos". El inicial objetivo de esos acuerdos -contrarrestar la influencia nazifascista, en América Latina, especialmente, y colaborar en su derrota en la Segunda Guerra Mundial- dio paso pronto al combate contra el nuevo eje del mal, el comunista.
Informadores La investigación incide, además, en el papel que cumplió el lehendakari Aguirre en este episodio histórico y a quiénes tuvo a su lado, así como enfrente. La publicación es, por lo tanto, de alguna manera también biografía de José Antonio Aguirre, "con sus aciertos, desaciertos, empecinamientos, lecciones y ejemplos morales, mesianismo?", valora Azurmendi.
El "mitificado" lehendakari, califica Azurmendi, tuvo a su lado al "pueblo patriota en su conjunto"; y a Manuel Irujo -con el que mantuvo desencuentros importantes, siempre reconducidos-, Alberto Onaindia Padre Olaso, Jesús María Leizaola, Javier Landaburu, que conformaban su círculo estrecho de París, con Agustín Alberro, el tío del obispo Setién, de administrador de la institución. Asimismo, en la sede de Beyris, a Unceta, Rezola, Ciaurriz?; en los Servicios de Información y Propaganda, a José María Lasarte, Pepe Michelena, Antón Irala? tuvo además muy cerca amigos fieles y de recursos económicos, el más importante de ellos Manuel Ynchausti, un vascofilipino de ciudadanía estadounidense.
Para unos, estos agentes vascos eran espías. Ellos, sin embargo, se presentaban como informadores al servicio del Gobierno vasco y de los compromisos que éste pudiera tener. En palabras de Azurmendi, se veían o explicaban a sí mismos como informadores pero, si no todos, buena parte de los hombres al servicio de los Aliados fueron espías al más tradicional estilo, entrenados y pagados para ello.
Llegados aquí, lo pregunta el título y el autor del libro aporta conclusiones que animan a comprar su nuevo libro: ¿Los vascos en la Guerra Fría fueron víctimas o cómplices? "El título sugiere lo que termina siendo conclusión. Sostienen Gamboa, Irala y otros que los nacionalistas vascos no fueron traicionados por los Aliados, pero no es así como se sintió la mayoría de ellos. Fueron a mi juicio víctimas".
"¿Cómplices también, de la Guerra Fría, en la Guerra Fría? En otra medida, me parece que sí, pero prefiero que cada quien saque sus conclusiones tras leer el libro", invita. "Todos esos pasos sucesivos me han ayudado a ser lo que hoy soy, profesional y personalmente. Me han ayudado a observar la realidad, las realidades, desde diferentes plataformas y perspectivas. Me han enriquecido, sin duda", salda.