En la amplia panoplia de tradiciones no escritas y perennes de la política británica, existe lo que se denomina el Shadow Cabinet o gobierno en la sombra, una suerte de Ejecutivo paralelo al oficial que acostumbra a constituir el primer partido de la oposición. La referencia, aunque lejana, sirve para evocar las diversas estrategias con las que cualquier oposición a cualquier ejecutivo intenta destacarse de entre sus compañeros de bancada e influir en la acción de gobierno, para también evitar quedar ensombrecido por la notoriedad pública que arrastra, per se, un gobierno. En otras palabras, buscar el abrigo necesario para resguardarse del frío que hace en los escaños de la oposición, ya sea a golpe de frontal discrepancia, ya sea mediante la pugna por la bandera del liderazgo.
En estas últimas semanas, en contraste con los meses de absoluto desencuentro, el PSE ha pasado de forzar la prórroga presupuestaria en 2013 a defender como un logro propio -aunque aún no haya confirmado su posición al respecto- el proyecto de Presupuestos para 2014 del gabinete Urkullu. "El Gobierno se vio obligado a rectificar porque los socialistas le hemos obligado", ha declarado recientemente su portavoz parlamentario, José Antonio Pastor. Ese protagonismo lo reivindicaba hace unos días el propio Pastor para apuntarse el tanto de la decisión del Gobierno Vasco de compensar a las rentas más bajas el copago farmacéutico, al igual que el que fuera uno de los principales caballos de batalla del Gabinete López, el de la reforma fiscal que se encauzó finalmente en el pacto de septiembre. Una posición de fuerza institucional, de reivindicación de liderazgo, que reclama el PSE tras el batacazo electoral cosechado en las autonómicas de hace un año y un nefasto 2011 electoral que les privó de la gran mayoría de las instituciones que gobernaba.
reforma fiscal, el paradigma El caso de la reforma fiscal es quizá el episodio que mejor ejemplifica esa especie de contrapoder que ha intentado ejercer la oposición, tanto en esta legislatura como en la anterior. Recién llegado Iñigo Urkullu a Ajuria Enea, convocó a los diputados generales dentro de una amplia ronda de contactos. Era finales de enero. Y de aquellas reuniones salió el mensaje del convencimiento del PNV sobre la necesidad de abordar una revisión de la política fiscal que amortiguara la caída de la recaudación y aliviara las maltrechas arcas de las haciendas vascas. Esa compleja situación de las cuentas fue precisamente la gota que colmó el vaso del mandato de Patxi López, forzado a anticipar las elecciones entre otros motivos por el negro panorama que se le avecinaba para hacer concordar un proyecto presupuestario de 2013, con una previsión de recaudación a la baja, con su discurso radicalmente en contra de los recortes públicos que venía ejecutando Mariano Rajoy.
Y había sido la Diputación de Bizkaia la atalaya desde la que el PNV -acompañado por el PP en la Diputación alavesa- había bloqueado entonces cualquier movimiento para elevar la presión fiscal. "Por más veces que ordeñemos la vaca, no obtendremos más leche. El problema es que la vaca está enferma, hay que curarla", decía gráficamente José Luis Bilbao en julio de 2011. El ariete foral vizcaíno sirvió a los jeltzales para mantener, desde la oposición del Parlamento Vasco, su papel preponderante incluso mientras se mantuvo en pie la alianza PSE-PP.
Ese bloqueo se volvió en contra del PNV al comienzo de la legislatura y, curiosamente, el acuerdo para la reforma fiscal -en septiembre- ha servido como punto de inflexión político en esta legislatura y en las relaciones entre jeltzales y socialistas.
Ya fuera de Ajuria Enea, ahora son los socialistas los que buscan destacarse de entre el resto como referencia, pese a ser el segundo grupo de la oposición y a distancia por detrás de EH Bildu. Esa pelea por el liderazgo de la oposición -al margen de lo númerico, obviamente- y del discurso de la izquierda frente a los recortes y la crisis económica evidencia dos modos de rentabilizar la situación de oposición al Gobierno. El PSE parece haber optado -tras un arranque de legislatura a cara de perro, herencia en parte de la situación vivida en la anterior legislatura, que culminó en abril en la enmienda de totalidad al proyecto de Presupuestos de 2013- por influir en la acción de gobierno desde la colaboración crítica, como ya hiciera por cierto en la última etapa de los gobiernos de Juan José Ibarretxe, fundamentalmente en torno a las negociaciones presupuestarias.
Las filas socialistas entendieron en su momento que esa experiencia, tras años de frontal y durísima oposición, fue bien recibida por la ciudadanía y le reportó buenos resultados electorales, pues le permitió sustentarse como alternativa de gobierno. Y sigue en esa senda: con motivo del primer aniversario de la constitución del actual Parlamento Vasco el 20 de noviembre, el PSE sacó pecho subrayando que su grupo "ha marcado la actividad" del Legislativo en estos doce meses. De hecho, subrayó que "los socialistas, con 16 parlamentarios, han registrado 2.468 asuntos, el triple quñe los 21 parlamentarios de EH Bildu (825), al que le siguen el PP (768) y UPyD (261)".
EH Bildu, por su parte, se queda con la bandera de la oposición pura y dura, lo que le permite mantener intactas las esencias de su discurso y evitar las contradicciones que, sin remedio, provocan los acuerdos políticos entre partidos con distintas trayectorias ideológicas.
El último Sociómetro electoral, publicado por Lehendakaritza el día 20, fue elaborado entre el 8 y el 11 de octubre pasados, unos días después de la firma del pacto fiscal entre jeltzales y socialistas pero antes de los primeros movimientos presupuestarios. Sería prematuro aventurar un reflejo de estos pasos en las encuestas, aunque ese sondeo refleja prácticamente un escenario electoral calcado al de las autonómicas de hace un año, con leves alzas porcentuales en el voto del PNV y leves también caídas del PSE.
Este lunes, el PSE celebrará una reunión de su grupo parlamentario y de la Ejecutiva del partido para fijar su posición definitiva en torno al proyecto de Presupuestos, en otras palabras, anunciará si presenta o no enmienda de totalidad. En los últimos días, los socialistas todavía estaban recibiendo información del Gobierno Vasco sobre la ejecución presupuestaria para poder compararla con las partidas previstas para 2014; pero sorprendería que el PSE decidiera finalmente rechazar las Cuentas, después de valoraciones tan lapidarias como la que hacía Idoia Mendia casi al mismo tiempo en que el consejero Gatzagaetxebarria presentaba el proyecto tras su aprobación en Consejo de Gobierno: "En una primera lectura, son notablemente mejores que las últimas Cuentas presentadas por el Gobierno de Urkullu y que tuvo que retirar y van por la misma senda por la que caminaba el último presupuesto de Patxi López de 2012".
Más explícito aún fue José Antonio Pastor un par de semanas después, en defensa del papel socialista en la "mejora" de ese proyecto: "En nuestra enmienda de totalidad -al proyecto de 2013-, hicimos una contribución con soluciones concretas para aumentar los ingresos. Calculamos entonces que los ingresos se podían aumentar por vía tributaria y margen real de déficit en unos 890 millones de euros y en las Cuentas actuales aumentan los ingresos, gracias a las propuestas de reforma fiscal, en una cifra similar a la prevista por los socialistas".
En lo que a la oposición se refiere, y en contra de la famosa frase que se atribuye a Alfonso Guerra, moverse es importante para salir en la foto.