Vitoria
DURANTE la guerra de 1936, los golpistas españoles sublevados contra la Segunda República sometieron hasta la humillación a la iglesia vasca. En los primeros meses, mataron a 17 sacerdotes. De ellos, varios cadáveres aún no han sido encontrados. Por datos de archivos, se sabe que unos 200 fueron encausados y juzgados en Consejos de Guerra. Varios de ellos fueron condenados a muerte, aunque la pena les fue conmutada a tres de ellos. Quince tuvieron cadena perpetua. Otros dos murieron en la cárcel: Jon Izurategi el 30 de noviembre de 1938 en Dueñas (Palencia); y Félix de Lahuerta en Nanclares de la Oca el 17 de agosto de 1938. También hubo penas de diferentes años de prisión.
En el transcurso de su estancia en prisión en El Dueso, Dueña o Carmona, fueron sometidos, a una reeducación nacional-católica-franquista que no aceptaron, aunque dos veces al día les obligaban a cantar los himnos fascistas de la FET y de las JONS haciendo con el brazo el saludo fascista. Los curas vascos -junto a sacerdotes de otros orígenes- sufrieron el abandono, el desprecio, la calumnia y la prohibición de celebrar misa por parte de la jerarquía eclesiástica, con la única salvedad de la protección paternal del Obispo de Sevilla, el cardenal Segura. Franco, más adelante, forzó su dimisión.
Todos esos pasajes y otros muchos más los narra la obra editada esta semana por la asociación Intxorta 1937 Kultur Elkartea bajo el título Consejos de guerra contra el clero vasco (1936-1944). La iglesia vasca vencida. El trabajo de 525 páginas es obra de Anxo Ferreiro Currás (Boizán, Lugo, 1935), quien presenta a los sacerdotes del 36 como "vencidos, asesinados, encarcelados, desterrados y exiliados". La agrupación guipuzcoana y el autor gallego ya han presentado el volumen en Euskadi. El viernes lo hicieron en Madrid. "Esta publicación quiere ser una puerta más, como la simbolizada en Intxortako Atea, una puerta que rompa los muros del olvido y la indiferencia, que pueda contribuir al conocimiento y al rescate de nuestra memoria histórica", parangonaron en rueda de prensa.
Ferreiro Currás inició este trabajo en Galicia, al encontrarse por casualidad, en agosto de 2009, con una ingente documentación de Consejos Sumarios de Guerra reservados en el Archivo Intermedio Militar Noroeste del Ferrol. "El relato de su laboriosa investigación está narrado tanto con dolor como con emoción", analizan desde Intxorta 1937 Kultur Elkartea. El prólogo del libro corre a cargo de Martin Orbe y Xabier Amuriza. Los dos formaron parte del grupo de presos en la cárcel concordatoria de Zamora.
HUMILLACIóN AL CLERO Al parecer, prácticamente todos los religiosos prisioneros de los sublevados eran desterrados al salir de la cárcel. Cerca de un millar huyó hacia el exilio. "Con seguridad, más de 800 buscaron refugio en 24 países", explican, y citan algunos de ellos: Francia, Reino Unido, Argentina, Chile, Cuba, Estados Unidos, Nicaragua, Venezuela, Marruecos o Filipinas.
Juan Ramón Garai, de Intxorta 1937, resume algunas cifras presentes en el libro. "La magnitud de la represión acontecida tiene estos datos trágicos: diecisiete asesinados, tres muertos en prisión, tres condenados a muerte (no ejecutados), quince sentenciados a cadena perpetua, varios condenados a penas entre un año y 20 años de prisión y unos 8.000 exiliados en el interior peninsular o en diferentes países del mundo. Todos estos sacerdotes del clero secular y regular pertenecían a la única Diócesis vasca de Vitoria. Del resto del Estado figura en el libro una lista de trece curas asesinados también por los defensores de la Santa Cruzada", apunta en este diario.
ideología El delito principal por el que fueron apresados, según esta publicación, fueron sus ideas o actividades a favor de la República, seguir la doctrina social de la iglesia o defender el nacionalismo vasco, por ejemplo, al "desempeñar el servicio sacerdotal del capellán de gudaris, enseñar euskera o escribir en periódicos vascos". Por todo ello, "muchas veces les hacían ver en el juicio que salvarían la vida si renunciaban a sus sentimiento e ideas nacionalistas-separatistas y aportaban la de los represores", enfatizan.
El autor del libro Anxo Ferreiro fue cura y dejó la Iglesia en 1992 llegando a casarse con Rosario Cal -quien la acompañó a las presentaciones del trabajo a Euskadi- más adelante. Por su defensa de los derechos de los trabajadores en unos sucesos de marzo de 1972, en los que murieron dos obreros por disparos de la policía, él también sufrió prisión.