Berlin. Los resultados de las elecciones de ayer no permiten presagiar apenas cambios en la política europea de Alemania en los próximos cuatro años y, particularmente, en sus recetas de consolidación fiscal y reformas para salir de la crisis.
En su último gran mitin de campaña, el sábado en Berlín, Merkel subrayó los éxitos de su gestión de la crisis y garantizó el mantenimiento de su actual política: "solidaridad, sí; pero con condiciones".
La crisis todavía no se ha superado, advirtió la canciller, y es necesario que los países del euro emprendan las reformas estructurales que Alemania ya hizo durante la primera década de este siglo, principalmente incluidas en la Agenda 2010 del excanciller Gerhard Schröder.
Así, los ciudadanos y gobiernos de países como Grecia, Portugal, Irlanda, España o Italia no pueden esperar grandes cambios en la posición alemana ante Bruselas, aunque sí, quizá, la matización de algunas políticas concretas, dependiendo de quién acabe convirtiéndose en el socio de coalición de la canciller.
Los expertos descartan, por ejemplo, que Berlín apruebe en la tercera legislatura de Merkel una nueva flexibilización de los criterios establecidos a nivel europeo para reducir el déficit público.
De igual manera, los politólogos descartan que el nuevo gobierno de la primera economía europea transija con alguno de los modelos de mutualización de la deuda pública que se han planteado en los últimos años para atajar el repunte de los intereses que los países en crisis pagan para financiarse. "Ni eurobonos ni emisiones de deuda conjunta", recalcó Merkel en su campaña.
Asimismo se considera improbable que Merkel vire en los próximos cuatro años y abra la mano para permitir, de alguna forma, la recapitalización directa de los bancos, un asunto de especial importancia para España pues el rescate al sector financiero se ha computado como deuda y déficit del Estado.
Berlín seguirá también tras estas elecciones controlando con extrema cautela los tiempos de la unión bancaria para lograr modelarla según su criterio, como ya ha conseguido retrasar la puesta en marcha del supervisor único y limitar el número de entidades bajo escrutinio del Banco Central Europeo.
Las novedades, si finalmente se articula un gobierno de coalición con uno de los dos partidos con los que sería factible un acuerdo -el SPD y Los Verdes- podrían venir por dos vías: las medidas europeas sobre crecimiento y el empleo, y la política común financiera.
Así, un nuevo gobierno de coalición podría tratar de azuzar las políticas comunes para fomentar el crecimiento y el empleo, nombradas con frecuencia en Bruselas y Berlín pero sin resultados palpables hasta la fecha, aunque no es previsible un aumento notable de la financiación.
En cuanto a las bolsas, los expertos no descartan un cierto grado de turbulencia hasta que se forme un gobierno en Berlín, lo que podría tardar varios días en llegar.