eL pasado domingo, en cumplimiento de la tradicional ofrenda de Navarra a Santa María la Real, entró Yolanda Barcina en la catedral de Iruñea con el acompañamiento de los maceros, el Rey de Armas, los alguacilillos y la Banda de Trompetas del Ejecutivo foral bajo los acordes del Himno de las Cortes de Navarra. Hubiera sido una auténtica inmersión en el túnel del tiempo, si no fuera porque la presidenta suplicó a la Virgen que resolviese el actualísimo problema del desempleo. En involuntario reconocimiento a su incompetencia, dejó en manos de Santa María la Real el remedio para esas 48.787 personas que no encuentran empleo en la Comunidad foral y, ya de paso, que desde el cielo se aliviase el pavoroso paro que afecta a la juventud navarra.
Este devoto gesto, este ponerse en manos de la providencia tan del gusto de kikos, neocatecumenales, opusianos y demás exponentes de la ortodoxia nacionalcatólica navarra y española, le valió a la presidenta la invitación para ese mismo lunes a la cavernaria tertulia El gato al agua que perpetra la cadena televisiva Intereconomía. En aquella apacible celebración pepera de maitines recibió Barcina el incienso reverente de los tertulianos, se despachó a sus anchas sin que nadie le mentase los chanchullos de la CAN, sin que nadie le recordase siquiera que gobierna en estéril minoría y, sintiéndose cómoda ante tan fascinada parroquia, se permitió hasta dictar a sus adversarios políticos lo que debieran hacer.
Sin recordar que fue ella quien despachó a patadas en el culo a su socio de Gobierno, el PSN -quizá creyendo que los socialistas navarros se iban a aferrar al poder aun a costa de su dignidad ofendida-, Barcina se asoma al vértigo de los dos años que le quedan en manos de la oposición y dirige su plegaria a Ferraz, para que el primo de Zumosol Rubalcaba meta en vereda a los herejes socialistas navarros y les libre de la tentación. Es que la presidenta comienza a creerse que los socialistas navarros no le quieren y que Roberto Jiménez ha sobrevivido a sus intentos de desestabilizar al PSN. Fue conmovedora su jaculatoria a quien manda en el PSOE, para que se repita la faena del agostazo de 2007 y evite cualquier intento de pacto con los enemigos de Navarra, o sea, con los nacionalistas vascos. Antes roja que rota, fue la vieja letanía en su oración a Ferraz.
Quizá sea preciso reconocer un cierto desconocimiento de la actualidad política navarra en la vecina ciudadanía de la CAV, en donde se vive con tanta intensidad el acontecer político propio que la tendencia es interpretar el del territorio vecino al Sur recurriendo al tópico, al brochazo y a la foto fija: un régimen de derecha extrema y caciquil consolidado por el apoyo de un PSN débil y sumiso, aún convaleciente de la devastadora corrupción de Urralburu y su cuadrillla. Ambos unidos en el rechazo a lo vasco y en la españolidad beligerante. En la otra parte, una izquierda diletante siempre en crisis y un nacionalismo entre radical y marginal.
Esa es, como se dijo, la foto fija. Sin embargo, la realidad es que en Navarra se vive una importante ebullición política en la que van ganando espacio las aspiraciones de una sociedad nueva, moderna, progresista, consciente de su diversidad, plural y reivindicativa. Intentando frenarla, reza Barcina a Santa María la Real para que le evite el clamor de las protestas de los parados. Y reza a Ferraz para que frene la nueva apuesta del PSN, su sostén -con perdón, doña Yolanda--, su apoyo necesario, su cómplice, que ahora pretende retirarle mediante acuerdos con los nacionalistas filoetarras de Geroa Bai y el rojerío de Izquierda-Ezkerra.
En expresión recurrente de los tiempos de hierro y de hielo, a UPN y PSN les unían los muertos y los escoltas. Hay quien añade que también los chanchullos. Y en esas tinieblas siguen, quienes pretenden impedir que en este caso los socialistas navarros salgan del círculo maldito, ahora que ETA es poco más que una mala pesadilla. ETA les unió y el fin de su violencia les separó.
No va a serle fácil al PSN recuperar el tiempo perdido, restablecer su credibilidad después de tantos años a la deriva. Va a necesitar una auténtica catarsis interna y una intensa labor pedagógica para explicar cómo y por qué está dispuesto a formar frente común con sus dos opciones preferentes, para consolidar un bloque de progreso e interidentitario que desaloje de una vez a esa derecha extrema que ha campado durante décadas en provecho de los intereses de sus dirigentes y sus amigos.
Para ser creíble, el PSN tendrá que corregir sus vacilaciones y ambigüedades en temas como la CAN, Donapea o moción de censura. Y para que las dos formaciones con las que pretende acordar el cambio se crean que va en serio, sobran las reiteradas declaraciones de exclusión de Bildu que los dirigentes socialistas prodigan como un mantra, sin tener en cuenta que toda complicidad será poca para desalojar a Yolanda Barcina y neutralizar la intercesión de Santa María la Real.