los debates de política general son tan necesarios como inútiles. Iniciamos ayer un nuevo curso político con esa gran representación institucional que repite anualmente parecidos tics. Nuevamente la oposición apareció crítica con todo en un debate en el que tenía las de perder frente al conocimiento mucho más exhaustivo de quienes ostentan el Ejecutivo. Y, como es habitual también en esos eventos, los discursos escritos mucho antes no pudieron cuestionar en general tampoco ayer los proyectos y objetivos concretos planteados por el lehendakari Urkullu.
Muy amable en su intervención con el resto de las fuerzas parlamentarias, mostró valentía y honradez al decir claramente que la cosa está muy mal, aunque con confianza en que podremos pasar la página de la recesión. Nos habló de honestidad, esfuerzo, compromiso, sentido moral de la política? para colocar a Euskadi en el mundo. Suenan bien esas palabras en tiempos difíciles y de total desprestigio de la política. Lo difícil es lograrlo.
La portavoz del PP insistió en el viejo discurso contra ETA, imagino que para no enfrentarse a que es justamente su partido el que nos está haciendo la vida imposible. Podríamos haber previsto también, como médiums de medio pelo, que el PSE utilizara el pacto de fiscalidad recientemente firmado con el PNV para intentar recuperar el protagonismo en la escena política vasca. Ni por esas. En la curiosa clase magistral que intentó el portavoz López quedó demostrada su querencia con respecto a las lenguas. Ya sabemos que euskera no aprendió, ¿ahora le da por el latín?
Laura Mintegi atinó con un discurso enriquecido con datos concretos, con perspectiva y en el que intentó atender a las causas de nuestra triste realidad económica fruto en gran parte de nuestra falta de recursos políticos para gestionar los económicos. Interesante su propuesta de diagnóstico profundo para sentar las bases futuras de Euskadi. Ojalá eso supusiera la colaboración sincera entre abertzales, vista la posición contraria a la normalización política de PP y PSE.
Me quedo con la declaración del lehendakari de su confianza en la sociedad vasca. Es cierto que históricamente hemos demostrado nuestra capacidad para superar las peores situaciones y reveses. No tendría ninguna duda sobre nuestro éxito si las decisiones recayeran en nuestro pueblo. Por eso mismo, dudo de que sea posible cumplir muchos de los objetivos, no por la parte vasca, sino por la española donde jamás hemos encontrado respeto ni siquiera en las normas que son conformes a su sacrosanta Constitución.
Acuerdos bilaterales, eliminar las tensiones, lograr la complicidad con el gobierno central para que respete nuestros derechos? buenas intenciones del lehendakari que difícilmente encontrarán respuesta democrática por parte del españolismo más cerrado. Allá quedó el maltrato al que nos sometieron tras aprobar el Parlamento Vasco el nuevo Estatuto en 2004. O ahora mismo contra Catalunya. Vuelven a las andadas de españolidad recalcitrante y saludos fascistas.