VITORIA. Poco después de acceder a Ajuria Enea, el lehendakari Iñigo Urkullu abrió una ronda de contactos con los partidos para comprobar si sería posible articular un gobierno de coalición o, al menos, contar con un socio parlamentario. Las conversaciones no cuajaron, y el Ejecutivo se decantó por arrancar en solitario sin mayor dilación para comenzar a adoptar decisiones urgentes contra la crisis. Presentó su primer proyecto de Presupuestos en un plazo inferior al agotado por el anterior Ejecutivo, articuló un plan de empleo y otro de financiación para pymes, apostó por ajustar el gasto administrativo, comenzó a suprimir algunos altos cargos en Metro Bilbao y la Spri, y buscó una solución a la supresión de la paga extra navideña del funcionariado. No obstante, su minoría parlamentaria y el veto de la oposición terminaron condicionando su labor y limitando sus acciones, dando al traste, por ejemplo, con la herramienta central en toda acción de gobierno: Urkullu se vio obligado a decretar la prórroga presupuestaria ante el bloqueo de los partidos.

El lehendakari, el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, y el secretario general del PSE, Patxi López, escenificarán hoy una nueva fase firmando en Lehendakaritza su pacto sobre fiscalidad, reactivación, políticas públicas y arquitectura institucional, que abrirá una etapa de entendimiento. El Gobierno vasco reconducirá así una legislatura que no comenzó con el viento a favor, ya que quedaba pendiente la tarea de recomponer relaciones tras el agitado mandato de Patxi López, y también tras la reincorporación de la izquierda abertzale al Parlamento, que ha polarizado las posiciones en materia de paz.

Esos obstáculos han dificultado la consecución de acuerdos y han vetado los Presupuestos de Lakua, aunque no han paralizado al Gobierno ni lo han sometido a una derrota continuada en el Parlamento. De hecho, no ha habido mayorías fijas en las sucesivas votaciones, los partidos han cambiado constantemente de pareja de baile salvo en un debate fiscal que ha agrupado de forma recurrente a EH Bildu, PSE y UPyD, y el PNV ha podido lograr apoyos en varias iniciativas. En cualquier caso, exponerse a un segundo veto presupuestario hubiera conducido con toda probabilidad a un adelanto electoral.

El lehendakari tomó cartas en el asunto convocando una mesa de partidos y otra institucional, un formato evocador, similar a otras grandes mesas conformadas en momentos críticos de la historia reciente, y que complicaba a las formaciones presentar su negativa, ya que podrían figurar como las responsables de romper la baraja del acuerdo en plena crisis económica. La estrategia de Urkullu dio frutos, y pudo explorar un acuerdo más profundo con los socialistas. Tras haber recompuesto sus relaciones con el socialismo y tras un esfuerzo de consenso por ambas partes que ha alumbrado un pacto global, el Gobierno abre una nueva fase que, además, le permitirá a buen seguro aprobar los Presupuestos de 2014 -porque el pacto contempla compromisos en materia de gasto-, y dejar atrás la prórroga, que siempre constriñe en cierto modo la labor de un gabinete. El pacto, asimismo, contempla compromisos hasta 2016, por lo que el alcance de los acuerdos trascendería el próximo año. Sin embargo, el PSE se reserva el derecho de ejercer la oposición en aquellas materias situadas al margen del pacto. De hecho, es posible que discrepen en autogobierno y pacificación.

El cambio de tercio en las relaciones parlamentarias quedará patente en el pleno de política general que acogerá este jueves el Parlamento, una cita a la que acudirá Urkullu habiendo aliviado su situación de minoría, aunque se prevé que EH Bildu marque en corto al Gobierno, y que el PP le reproche haber "cerrado" su acuerdo con el socialismo sin incorporar antes a una tercera fuerza. Aun así, los populares volverán a buen seguro a tender la mano al Ejecutivo para sumarse a un acuerdo que les permitiría situarse en la centralidad y recuperar influencia en la CAV tras el ocaso del Gobierno del cambio.

De hecho, las negociaciones con el PP, pero también con EH Bildu -más reticente-, proseguirán esta semana, al menos en materia fiscal, ya que PNV y PSE necesitan un tercer socio para aprobar las normas en las Juntas de Gipuzkoa y Araba, donde carecen de la mayoría necesaria. La intención pasa por cerrar un acuerdo antes de arrancar la tramitación de las reformas fiscales en los entes forales, aunque también habría ocasión de comenzar a incorporar a los populares y a la coalición en el monográfico de fiscalidad del Parlamento del día 26.

El portavoz del PSE en el Parlamento, José Antonio Pastor, quiso poner ayer en valor la participación socialista para opinar que la firma de hoy "supone el inicio real de la legislatura" puesto que, a su juicio, el Gobierno ha permanecido hasta ahora en la "atonía". En declaraciones a los periodistas durante la Fiesta de la Vendimia de Eskuernaga, aseguró que el documento acredita que "otra política es posible" y que, "frente a la miseria y los recortes" que, a su entender, caracterizarían el proyecto elaborado inicialmente por el Gobierno vasco, "ahora se han acordado medidas para proteger la sanidad y la educación públicas". Por ello, emplazó a PP y EH Bildu a que se sumen. La presidenta del PP de la CAV, Aran-tza Quiroga, por su parte, insistió en forjar "un gran pacto de estabilidad" en esa misma Fiesta de la Vendimia, al entender que el documento de PNV y PSE peca de "cortoplacista".

la paz Parece asumido que el acuerdo permitirá al Ejecutivo aprobar sus Cuentas y gestionar los planes de reactivación pactados con el PSE, aunque los acuerdos sobre pacificación siguen bloqueados. El viernes culminará el plazo de presentación de alegaciones al Plan de Paz, al que todos plantean objeciones -escenario previsible, por otra parte, al tratarse de una cuestión tan sensible-, mientras la Ponencia de Paz ha quedado en impasse tras la marcha del PSE. Ese escenario arroja una fotografía inquietante sobre los avances en pacificación, pero también ayuda al socialismo a poner tierra de por medio en unas semanas en las que podría figurar demasiado ligado al PNV: hoy firma el pacto global, el jueves recibirá más de un dardo del PP y de EH Bildu en el pleno de política general por ese mismo acuerdo, y el día 26 volverá a ir de la mano de los jeltzales en el pleno monográfico sobre fiscalidad, una cuestión en la que no deberían discrepar salvo sorpresa mayúscula, ya que es el pilar del acuerdo global.