parís. La oposición francesa mostró ayer su rechazo a una eventual actuación militar de Francia en Siria si la intervención no está autorizada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o por un voto del Parlamento nacional. Más de dos horas de debate en una sesión parlamentaria no seguida de votación sirvieron para reflejar las divergencias entre los diputados y la convicción gubernamental de que la gravedad de la crisis siria llama a superar ese tipo de discusiones. "La primera cuestión que hay que plantearse no es si debe o no haber voto, sino si se usaron armas químicas o no, y si el responsable fue o no fue Bachar al Asad", dijo ayer el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, quien recalcó que es necesario estar unidos "para que la voz de Francia sea oída".

Francia quiere una coalición militar y política, y aunque está preparada para actuar no puede hacerlo sola, recordó Ayrault, para quien esa certeza no significa que vaya "a remolque" de EEUU, porque en su opinión ha tenido clara desde el principio la determinación de que es necesario frenar a Al Asad.

La Constitución establece que el presidente puede decidir por su cuenta una intervención armada, y el Ejecutivo francés da por hecho que no se va a poder superar el actual bloqueo en el Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que apuesta por dicha coalición, o, como plan alternativo, por apoyar a los opositores sirios.

El principal partido de la oposición, la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), se agarró ayer a esa falta de aval o a la intención de no pedir el voto para advertir de que sin esos dos factores su grupo se opone a una intervención. "Si no hay aval de las Naciones Unidas, el presidente no puede tomar esa decisión sin que el Parlamento se pronuncie. La Constitución -en su artículo 35- no le obliga, pero tampoco se lo impide", señaló el jefe del grupo parlamentario de la UMP en la Asamblea Nacional, Christian Jacob.

mayoría favorable El hemiciclo se dividió entre los que se declararon mayoritariamente favorables a una hipotética incursión pero reclamaron que se precisen las intenciones, como los ecologistas, y quienes llegaron a poner en duda que el pasado 21 de agosto a las afueras de Damasco se usaran armas químicas contra civiles. "Francia siempre ha optado por la legalidad internacional (...). ¿Podemos plantearnos intervenir sin pruebas irrefutables?", se preguntó el presidente de la Unión de Demócratas e Independientes, Jean-Louis Borloo, quien instó a esperar las conclusiones del informe de la ONU.

Ayrault intentó dejar claro que Francia busca una solución política y que si no se frena al régimen de Damasco no se podrá alcanzar dicho objetivo, porque "qué interés tendría para Al Asad negociar mientras crea que puede liquidar a su oposición con métodos que siembran terror y muerte". "La pasividad no puede ser una opción", dijo el jefe del Ejecutivo, convencido de que no hacer nada supone arriesgarse también a poner en peligro la seguridad en la región y a lanzar un mensaje equivocado a Irán sobre su programa nuclear.

El presidente de la Izquierda Demócrata y Republicana, André Chassaigne, hizo un llamamiento a no ceder "a la tentación de la guerra y a la aventura militar", y con la creencia de que esa intervención "no va a poner fin a la barbarie", pidió a Hollande que tenga más en cuenta los argumentos en contra.