CON cuentagotas, ETA viene comunicando sus posiciones tras el cese de la actividad armada. El pasado lunes, con efecto retardado, anunció que acepta como base de debate las conclusiones del Foro Social celebrado en marzo. De la lectura del comunicado se deduce que las acepta de mala gana, casi forzada, aunque advirtiendo que presentará aportaciones propias al Foro organizado por Lokarri. En el fondo, como una losa, está la paralización del proceso decidida por el Gobierno español.

A estas alturas, el conjunto del histórico MLNV ya es consciente de que el Gobierno del PP no va a cumplir su parte para un cierre dialogado del conflicto. Y así lo ha asumido, con indignación, resignación y, en definitiva, frustración. El inmovilismo de los gobiernos español y francés quebranta la estrategia histórica del final negociado, quebranta la euforia del éxito político que supuso Aiete -quizá celebrado en exceso-- quebranta la esperanza sostenida de presos y familiares, y cuartea la unidad inquebrantable en el seno del MLNV.

La izquierda abertzale renunció expresamente y de forma unilateral a la estrategia político-militar, y en esa unilateralidad se reafirmó al aceptar sin reservas cuanto le exigía la legislación vigente para lograr la legalización de Sortu. Ciaboga, por cierto, que obligó a ETA a poner fin a su actividad armada también de forma unilateral. Eran pasos insistentemente reclamados desde todas las instancias sociales, políticas y mediáticas para profundizar en un proceso de paz y reconciliación definitivas.

A partir de estos movimientos trascendentales, la mayoría de la sociedad vasca asumió que la resolución negociada del conflicto no sólo era una forma de salvar los muebles para la izquierda abertzale, sino una solución de justicia para una situación anómala, peligrosa y permanentemente inestable.

Año y medio después de aquel momento tan esperanzador -fin de la violencia, Conferencia de Aiete, legalización del partido-, se ha comprobado que el Gobierno español no recogió el guante sino que se cerró en banda a cualquier resolución negociada de las consecuencias del conflicto y vinculó la modificación de la política penitenciaria a la disolución definitiva de ETA. Por su parte, la organización armada decidió mantenerse como en hibernación quién sabe si con efectos disuasorios, quién sabe si como garante de una solución honrosa para sus presos.

Ante esta situación de estancamiento, y en un sano ejercicio de realismo, el MLNV se ve obligado a recuperar la unilateralidad que impulsó este proceso en sus inicios. Asiéndose a la percha de las conclusiones del Foro Social, se han anunciado "pasos trascendentales" y unilaterales por parte del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK), que por lo que ha trascendido hasta ahora, se concretarían en el acatamiento de los requisitos legales para evitar la discriminación que se aplica a los presos políticos vascos respecto a los beneficios penitenciarios.

Las conclusiones del Foro Social, valoradas en su día positivamente por el EPPK, piden a los presos el "reconocimiento del daño causado" así como la reintegración "de forma individualizada", y a ETA "un proceso controlado y ordenado" para el desmantelamiento de sus estructuras militares.

Por parte del EPPK, este nuevo paso unilateral tendría un doble objetivo: eliminar los pretextos del Gobierno español para mantener su inmovilismo en base a la supuesta presión irreductible del colectivo, y allanar el camino a ETA para también de forma unilateral anunciar su disolución y desarme, desactivado el obstáculo de sus presos.

En su último comunicado, ETA parece aceptar aunque a regañadientes y con reservas las conclusiones del Foro Social y advierte también de iniciativas unilaterales, aunque continúa reivindicando una negociación directa con los gobiernos español y francés. En este sentido, la iniciativa unilateral de ETA podría ser alguna decisión de desarme ante una instancia internacional con el aval de los agentes también internacionales ya implicados en el proceso desde sus inicios. Cabe también la variante del desarme ante las instituciones vascas pero este proyecto parecería aún inmaduro.

En cualquier caso, todo este proceso que ponga punto final a cinco décadas de enfrentamiento violento está resultando muy lento, exasperante, fundamentalmente a causa de la cerrazón gubernamental. También contribuye a esta dilación el hecho de que se estén sorteando demasiadas dificultades internas en el MLNV.

Lo que puede esperarse a medio plazo es el fallo de Estrasburgo sobre el recurso español a la reprobación de la doctrina Parot, la activación de la iniciativa unilateral de los presos hacia su reinserción y quizá alguna decisión también unilateral de ETA en relación a sus estructuras militares.

Pero para todo ello habrá que esperar a septiembre.