Pamplona. El PSN aprovechó el encuentro bilateral celebrado ayer con UPN en el Parlamento navarro para dar oficialidad al "nuevo ciclo político" que considera abierto en Nafarroa. Una etapa en la que no se repetirán los acuerdos "preferentes" y "bilaterales" con la formación regionalista, y que pivotará sobre el Legislativo, donde los socialistas se muestran dispuestos a acordar con todos los grupos "en función del contenido y no del proponente".

El encuentro había sido convocado a instancias de la presidenta Yolanda Barcina que, agobiada por la minoría parlamentaria que ha dejado a su Gobierno paralizado y sin iniciativa, quería buscar un acercamiento con el que los últimos 20 años ha sido el aliado principal del regionalismo navarro. Los socialistas aceptaron ir, aunque advirtiendo que ello no suponía necesariamente llegar a ningún acuerdo.

El resultado final no sorprendió a nadie. El PSN reiteró su nueva apuesta ante la delegación regionalista, que no logró sacar ningún compromiso al PSN más allá de la voluntad de apoyar todo aquello que consideren positivo para la comunidad foral. Una evidencia en la que la presidenta quiso ver "un avance", pero que en realidad no es sino la constatación de que el Gobierno navarro deberá seguir gestionando la crisis en soledad y expuesto a las correcciones y condiciones que le pueda imponer el Parlamento. Todo lo que Barcina pretendía evitar.

La presidenta se esforzó en sacar al PSN un compromiso de mínimos que poder vender como un triunfo tras la reunión, y que "sirviera para romper la imagen de soledad e impotencia que arrastra su Gobierno. Pero se marchó sin arrancar a los socialistas ninguna garantía de acuerdos futuros, ni siquiera la de celebración de un próximo encuentro. El PSN emplazó a llevar todas las propuestas que tenga UPN al Parlamento, donde se mostró dispuesto a dialogar y acordar en la misma medida que con el resto de grupos.

El contenido de la reunión El encuentro se dio en un ambiente de relativa cordialidad, y con mucha menos tensión que las que tuvieron lugar los días previos a la abrupta ruptura del pacto de Gobierno en junio del año pasado. Fue Barcina quien rompió el hielo exponiendo la dramática situación en la que se encuentra la comunidad y que, a su juicio, exige un entendimiento entre UPN y PSN. Con ese objetivo desplegó una lista de 37 medidas, planes e impulsos de infraestructuras, pero todas enunciadas de forma genérica y sin concreción presupuestaria, a las que el PSN no dedicó mayor atención.

Tomó entonces la palabra Jiménez, que describió una triple crisis económica, social e institucional. Para la primera planteo un acuerdo "global" que vaya más allá de UPN y PSN, y que incluya a otras fuerzas políticas y sociales, y que propuso desarrollar "sin exclusiones" en la Mesa por el Empleo. Propuso incluso destinar a ese fin los 93 millones de gasto adicionales que va permitir el nuevo margen de déficit, pero que Barcina rechazó por entender que el nuevo límite no implica más gasto, sino menos recorte.

Para la segunda reclamó al Gobierno navarro que rectifique y ponga fin a la política de "austeridad depresiva", avalando las leyes que la oposición tramita ya en el Parlamento. En cuanto a la crisis institucional, Jiménez consideró que eso es un problema de la presidenta, que es quien ha decidido tener "un gobierno débil". Recordó así que Barcina, además de expulsarles del Gobierno, con su política económica ha incumplido el contenido del acuerdo de investidura, y que este no es el único pacto quebrantado. Se mostró además sorprendido de que ahora se busque una nueva alianza al tiempo que se tiene otra en sentido contrario con el PP en Madrid.

Las posiciones apenas se movieron durante las dos horas de reunión. El único momento tenso llegó cuando el secretario de Organización del PSN, Santos Cerdán, recordó a Barcina que no tiene la confianza de su partido. Algo que la presidenta consideró una cuestión personal y una venganza por su expulsión del Gobierno, pero que los socialistas rechazaron alegando que es una posición aprobada por sus órganos internos. Cerdán mostró varias resoluciones aprobadas por la ejecutiva y el comité regional que avalan la nueva apuesta estratégica, y a la que el portavoz regionalista Muniáin respondió con la amenaza velada de que, si no hay acuerdo, el Gobierno siempre puede convocar elecciones. Así lo entendió la delegación socialista, que retó a sus interlocutores a acudir a las urnas. "Esta reunión no supone ningún cambio", señaló Jiménez.

Las delegaciones de UPN y PSN, ayer, frente a frente. Foto: javier bergasa

Las posiciones no se movieron y el PSN dijo que la desconfianza en Barcina es un acuerdo de partido, no algo personal

La delegación socialista retó a sus interlocutores a disolver el Parlamento e ir las urnas: "No hay cambio", zanjó Jiménez