PARÍS. "La única solución para relanzar el proceso es declarar la disolución de ETA y entregar las armas para poner así al Gobierno español ante sus responsabilidades", ha dicho Jean-Pierre Massias ante el Tribunal de lo Criminal de París.

Massias, que ha declarado como testigo de la defensa de los siete miembros de ETA acusados en el sumario de Capbreton, y que se ha presentado como especialista en violencia política y en particular en la del País Vasco desde que llegó a la parte francesa, ha afirmado que la situación actual es de "bloqueo".

Un bloqueo que, a su juicio, quedó ilustrado con la reciente expulsión de Noruega de tres negociadores de la organización terrorista, y que ha vinculado en parte a la negativa de las autoridades españolas a sentarse a negociar con ETA, pero también a que la banda, pese al anuncio del cese de la actividad armada, mantenga sus arsenales.

Refiriéndose al asesinato el 1 de diciembre de 2007 en el suroeste de Francia de los guardias civiles José Centeno y Fernando Trapero, el testigo de la defensa ha considerado que "esas violencias son en parte la consecuencia de lo absurdo de este conflicto".

Y sobre todo, se ha esforzado en situarlo en el tiempo, tras ponerse fin a un largo proceso de negociación entre ETA y las autoridades españolas, cuyos primeros contactos fechó en 2001 entre el líder socialista vasco Jesús Egiguren y el exresponsable de Batasuna Arnaldo Otegi.

Los padres de Centeno, que han asistido como todos los días al proceso desde los asientos de la acusación particular -enfrente del banquillo de los acusados y a menos de una decena de metros-, han llevado camisetas con la imagen de su hijo fallecido y el mensaje "Justicia y Memoria".

Massias, aunque ha reconocido desconocer la sinceridad de ETA con su anuncio del fin de la actividad armada, se ha mostrado convencido de que para la izquierda abertzale "la vuelta a la violencia sería suicida".