Bilbao. Si Laura Mintegi era un folio en blanco en la práctica de la política antes de su llegada al Parlamento Vasco, ahora ya no se puede decir lo mismo. La cara amable con la que EH Bildu se presentó a las elecciones de octubre ha sorprendido en estos cien últimos días por su duro discurso. Aún resuena la reciente tormenta política generada por la afirmación de la parlamentaria de que el asesinato por ETA de Fernando Buesa tuvo una "motivación política" y, por lo tanto, fue "evitables", aseveración que le está trayendo problemas con la Fiscalía.
La portavoz de la coalición, una política no profesional, se ha convertido en la cabeza visible de la principal formación de la oposición al lehendakari Urkullu gracias al apoyo de las urnas, al tiempo que se ha destapado con un discurso de pura ortodoxia dentro de la actual dinámica de la izquierda abertzale. Y eso que Mintegi se ha esforzado por proclamar que es la portavoz de una coalición que, además de integrar al colectivo tradicional de la izquierda abertzale, integrado recientemente en el partido político Sortu, incluye a Eusko Alkartasuna, Aralar y Alternatiba.
Desde el principio de la legislatura, EH Bildu ha querido imprimir su liderazgo entre las fuerzas de oposición al Gobierno del PNV. Fue suya la primera iniciativa registrada en el Parlamento Vasco, que pedía la paralización de los desahucios. La siguieron otras propuestas, como la de retirar la compra de iPads para los parlamentarios o la de modificar la retribución de dietas de los mismos, sacando partido de un estado de opinión en el que ha crecido la desconfianza en la clase política.
Estas actuaciones han chocado con los escollos con los que se topa la formación que lidera Mintegi a la hora llegar a acuerdos básicos con el resto de formaciones en materia de paz y convivencia, uno de los aspectos fundamentales de la legislatura tras la nueva fase abierta después del anuncio de ETA del abandono de la violencia y la propia incorporación de la izquierda abertzale al foro parlamentario. Las palabras de Mintegi sobre el asesinato de Buesa demuestran que EH Bildu está aún lejos de compartir los mismos referentes éticos que el resto de formaciones representadas en la Cámara vasca. Baste como ejemplo que la portavoz parlamentaria se quedó sola en su defensa del discurso del ex jefe militar de ETA Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki, quien en nombre de la organización hacía distingos y lamentaba el "daño causado" solo a las víctimas "sin responsabilidad en el conflicto". Frente al repudio generalizado a estas palabras, Mintegi las valoró como "un paso más dentro de un proceso".
Ponencia ¿sí o no? Desde el comienzo de legislatura, la coalición liderada por Mintegi mostró reparos a la hora de sumarse a la ponencia parlamentaria de paz y convivencia, que ya en el pasado periodo legislativo, en el que estuvo ausente la izquierda abertzale, sentó unas bases éticas de mínimos. La pretensión de Mintegi era empezar de cero. Finalmente, la coalición atemperó su posición y anunció que participaría en la ponencia aunque se abstuvo en la votación para su constitución.
Pero, a día de hoy, la ponencia de paz sigue estando en fase de proyecto, aunque se prevé que finalmente se constituya la próxima semana. Y es que, en la anterior intentona, la presidenta del Parlamento, Bakartxo Tejeria, abortó su constitución tras el fuerte encontronazo entre EH Bildu y PP, en el que Mintegi pronunció sus polémicas palabras, ahora investigadas por la Fiscalía. La popular Arantza Quiroga había increpado a la portavoz de la coalición por haber participado "tan campante" en el homenaje a Fernando Buesa. Mintegi respondió, entre los abucheos de la bancada del PP, que las víctimas de ETA habían muerto a consecuencia de violencia de "origen político" y podría haberse "evitado" mediante el diálogo.
Ante la polvareda suscitada, la portavoz de EH Bildu intentó explicarse mejor su postura en una entrada en su blog en la que insistía en la motivación política de los asesinatos de ETA. "Es una constatación, es un hecho objetivable", aseveró. Pero en una velada autocrítica a sus palabras, añadió: "Una de las cosas que estoy aprendiendo en esta nueva etapa de la vida es que en el ámbito de la política y en el del pensamiento se utilizan códigos diferentes".
De izquierdas Por otro lado, la crisis económico y las intolerables cifras de desempleo han dejado abonado el terreno para que EH Bildu pretenda erigirse en el referente de la defensa de las políticas de izquierdas, en dura pugna con el PSE, que en esta legislatura lucha por la misma porción del pastel ideológico. El debate sobre fiscalidad ha unido a las dos fuerzas en los debates parlamentarios, así como en el pulso que mantienen con el Gobierno del PNV en los sucesivos amagos por anunciar que enmiendan a la totalidad los Presupuestos para 2013 de Iñigo Urkullu. Mintegi ha sido muy explícita, desde un primer momento, incluso antes de conocer el contenido del proyecto de presupuestos del Ejecutivo jeltzale, en rechazar de plano el presupuesto. Tan nítida es su postura contraria, en la que deja poco margen para la negociación, que el PNV incluso ha reconocido en público las dificultades de entrar a hablar con una coalición que tiene la "pretensión de ser alternativa" a los jeltzales.
Mal inicio Mintegi comenzó con mal pie el mandato de Urkullu, al excusar su asistencia a la ceremonia de investidura del nuevo lehendakari en la Casa de Juntas de Gernika porque prefirió acudir a un foro por la paz convocado aquella misma jornada en Baiona. Ella misma, un mes más tarde, confesó en su cuenta de Twitter que había sido un error desdeñar esta ceremonia de profunda carga simbólica para los vascos.
Poco después, EH Bildu volvió a generar una situación que evidenció su desconocimiento o desafección por las instituciones de la CAV cuando utilizó el interior de salón de plenos del Parlamento Vasco para grabar un vídeo en el que mostraba su adhesión a la manifestación por los presos de ETA que tuvo lugar en Bilbao el pasado 12 de enero.