BILBAO. La próxima marcha de Rafael Bengoa a la Administración Obama, donde el consejero de Sanidad en funciones trabajará en en el diseño de nuevas formas de provisión para personas con enfermedades crónicas, termina de clarificar el futuro que aguarda a quienes han integrado el Ejecutivo vasco durante el Gobierno López y que abandonarán sus asientos esta semana, estableciéndose una línea divisoria entre los que, a priori, persistirán en la tarea política desde la oposición, mientras que el resto reorientará su vida hacia sus precedentes actividades profesionales.
El núcleo duro saliente seguirá trabajando desde el Parlamento. De entrada, Idoia Mendia, hasta la fecha consejera de Justicia y Administración Pública y figura reforzada desde septiembre tras la marcha de Rodolfo Ares al frente del Departamento de Interior, ha ganado peso en el seno del partido y del anunciado proceso de renovación que anunció Patxi López, quien en principio arrancará también desde la Cámara de Gasteiz, a expensas de si finalmente es llamado a filas desde Madrid para tratar de rescatar al socialismo español de su espiral degenerativa. Mendia, que ha ejercido de portavoz y cara visible del Ejecutivo en funciones, dejará atrás conflictos como la denuncia fallida sobre irregularidades informáticas en la Administración de Justicia.
Ares, coordinador de un Gobierno que ha carecido de vicelehendakari y gurú de las líneas estratégicas del socialismo vasco desde hace años, se halla a expensas de conocer el papel más o menos relevante que tendrá en la estructura orgánica que esboce el PSE en el congreso previsto para febrero de 2013 tras cerrar su periplo en el disparadero a cuenta del caso Cabacas y los conflictos en el seno de la Ertzaintza.
A ellos se unirán Isabel Celaá, que persistirá en la política activa llevando la voz cantante en los temas de Educación como ya hiciera en años precedentes desde la oposición; e Iñaki Arriola, hombre del aparato, secretario general del partido en Gipuzkoa desde 2008 y encargado de propulsar las obras del Tren de Alta Velocidad.
al mundo de la enseñanza En esta legislatura que expira, diez han sido los consejeros con cartera, de los que seis pertenecían ya a las estructuras internas del partido, mientras que los cuatro restantes se han desenvuelto en calidad de independientes. En esta tesitura el mundo de la enseñanza abrazará tanto a Gemma Zabaleta como a Blanca Urgell.
Tras un cuarto de siglo en primera línea, la consejera de Empleo, distanciada de la dirección del partido en su herrialde guipuzcoano como abanderada del sector más vasquista y de izquierdas, se decantó incluso antes del proceso electoral por retornar a la docencia en el donostiarra instituto de Bidebieta, donde guarda su plaza de catedrática de Lengua y Literatura Española. De hecho, de cara al proceso electoral del pasado octubre, López se rodeó solo de cuatro de los consejeros que le han acompañado para gestionar el Gobierno Vasco en los últimos tres años.
Por su parte, la hasta ahora responsable de Cultura, que aterrizó en el Gobierno como simpatizante del PSE pero huérfana de carné, volverá a su puesto como profesora titular del Departamento de Lingüística y Estudios Vascos de la Universidad del País Vasco. Ello, tras más de tres años sin materializarse la mayoría de proyectos, que se han atorado en permanente construcción, y con las polémicas respecto al Guggenheim, Tabakalera o el premio Euskadi, a sus espaldas.
Por otro lado, una de las figuras más relevantes por la carga de su cartera, la del economista Carlos Aguirre, hará las maletas rumbo al Ente Vasco de Energía, donde conserva su plaza en excedencia tras haber ejercido allí como director de Recursos Humanos, Calidad y Sistemas. La herencia económica que deja su desempeño complicará el horizonte del próximo Ejecutivo en un panorama de crisis severa.
Mientras, Bernabé Unda cesará en su responsabilidad de enlace con el mundo empresarial para reincorporarse a Navantia, empresa pública dedicada a la construcción naval militar, astillero español por antonomasia; al tiempo que Pilar Unzalu, uno de los rostros menos visibles dentro del Ejecutivo saliente, prácticamente desaparecida desde la polémica surgida a raíz de su dirección en el secuestro del atunero vasco Alakrana, se asentará en su puesto de funcionaria de alto nivel de la Diputación de Araba.
Desde luego, nada que ver con la fuga mediática de Bengoa, que repite experiencia estadounidense, tras sus años al servicio de la Administración Clinton, para afanarse ahora, de forma externalizada, en la reforma sanitaria que anida en los planes de Obama, trasladando su experiencia en Osakidetza con los enfermos crónicos, aunque su labor haya estado salpicada también por casos como el de Osatek. No obstante, seguirá desarrollando su trabajo también en Euskadi, probablemente en la Deusto Business School de la Universidad bilbaína.
Tres años y siete meses después de liderar lo que se denominó como el Gobierno del cambio, sus abanderados se disponen a reordenar su actividad profesional.