Tel Aviv. La votación de la Asamblea General de la ONU que elevó el estatus de Palestina al de Estado no miembro observador supone algo más que el reconocimiento tácito del Estado palestino. Lo ocurrido en Nueva York devuelve el proceso de paz en Oriente Medio a la agenda política internacional, después de que se viera ensombrecido por la disputa nuclear con Irán. Pero, a pesar de las intenciones de quienes pretenden impulsar las conversaciones palestino-israelíes, no pueden esperarse apenas progresos hasta que pasen las elecciones israelíes del 22 de enero.
Tras la votación en la ONU -e incluso antes de ella- varios actores internacionales, encabezados por el secretario general del organismo, Ban Ki-moon, llamaron a ambas partes a renovar las negociaciones, congeladas desde la llegada al poder en Israel de Benjamin Netanyahu en 2009, con una breve excepción en septiembre de 2010. El propio presidente palestino, Mahmud Abbas, aseguró que, tras la votación, la prioridad sería la vuelta a las negociaciones. Pero no está claro que eso suponga que los palestinos estén dispuestos a renunciar a su exigencia de que Israel congele la construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este.
Y si hasta el momento Israel ha rechazado esta exigencia, con las elecciones a la vuelta de la esquina, Netanyahu parece que no está dispuesto a arriesgar el apoyo de muchos de sus votantes favorables a los asentamientos. Además, si su coalición resulta reelegida, como muestran las encuestas, tampoco podría aceptar la exigencia palestina una vez revalidado en el cargo. Entretanto, la resolución de la ONU cambia poco sobre el terreno.
Gran parte de Cisjordania sigue estando ocupada por Israel y los palestinos no cuentan con un Estado de iure (de derecho). Así, el conflicto sigue sin resolverse. Aun así, la humillante derrota diplomática de Israel -con solo 9 países votando en contra de la resolución, 41 absteniéndose y 138 a favor de la resolución- muestra que el mundo ha perdido la paciencia ante la ausencia de negociaciones palestino-israelíes y considera que el actual statu quo es inaceptable. El hecho de que solo un país de la Unión Europea (República Checa) se opusiera a la moción, indica que incluso los aliados de Israel consideran que Netanyahu es el principal responsable del estancamiento del proceso de paz. Y también muestra lo poco que convenció a la mayoría el argumento de Israel de que la votación de la ONU viola los Acuerdos de Oslo, por los cuales todos los asuntos relevantes deben ser resueltos mediante negociaciones.
advertencia Ni siquiera a los propios medios israelíes. "La votación del jueves en las Naciones Unidas fue la luz de advertencia de la comunidad internacional para Israel, así como una muestra de apoyo para los palestinos", apuntaba ayer el corresponsal diplomático del diario Haaretz, Barak Ravid. "Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y otros países amigos enviaron mensajes a Israel con su votos: su paciencia con la ocupación de Cisjordania se agota, ya basta de construcción de asentamientos y no hay fe en la declaración de mano tendida de Israel hacia la paz y el avance hacia un Estado palestino", aseguró. "La cuestión de quién tiene la culpa en el impasse de las conversaciones de paz jugó un papel menor para la decisión de muchas naciones de votar sí", apuntaba por su parte Raphael Ahren en el diario Times of Israel. "Enviaron un toque de atención a la solución de dos estados", agregó.
Aislado como está ahora en la cuestión palestina, la decisión de ayer de Israel de aprobar la construcción de 3.000 nuevas viviendas en Cisjordania y Jerusalén Este parece, por lo tanto, un suicidio ante la comunidad internacional, que rechaza firmemente la expansión de las colonias. Asimismo, todo parece indicar que, tras la respuesta de ayer de Israel, si los palestinos se dirigen a la Corte Internacional de Justicia para llevar a juicio a Israel por crímenes de guerra, es difícil pensar que el Gobierno israelí vaya a permanecer impasible.