Bilbao. A medida que se acerca la fecha de investidura, las piezas comienzan a recolocarse en el tablero de la política vasca asumiendo posiciones más acordes con los resultados arrojados por las elecciones del 21 de octubre. Si el viernes era el lehendakari en funciones, Patxi López, quien se mudaba a la oposición en un acto de despedida ante sus cargos de gobierno, ayer fue su sucesor Iñigo Urkullu quien se situó virtualmente en Ajuria Enea para adelantar las líneas de actuación de su gabinete. En un acto para conmemorar el 117 aniversario del fallecimiento del fundador del PNV, Sabino Arana, el jeltzale esbozó un Ejecutivo proactivo y propositivo que, bajo su batuta, no perdería un minuto para empezar a tomar decisiones contra la crisis.
El deseo de los jeltzales de acortar los plazos para la constitución del Parlamento no se ha topado por el momento con mayores escollos, y la sesión de investidura, si todo transcurre según lo previsto, podría terminar celebrándose una semana antes de la fecha barajada poco después de los comicios. En ese momento, el PNV calculaba que su candidato podría superar el cedazo parlamentario a la altura de Santo Tomás. Ahora todo apunta al 13 de diciembre. La principal piedra en el camino con la que ha tropezado la formación hasta el momento ha sido el rifirrafe con el PSE por el traspaso de poderes, que ha desembocado en la cancelación de la reunión preparatoria por parte del Gobierno en funciones. Aunque el aplazamiento sine die suponga dejar correr varios días que ambas partes podrían haber aprovechado, el PNV tiene claro que esa contingencia no retrasará ninguna de las decisiones que deba tomar nada más llegar a Lakua.
Urkullu insistió ayer en la necesidad de actuar sin demora. Cargos internos y públicos de su partido se acercaron ayer a Sukarrieta para recordar la figura de Sabino Arana, y para atender al discurso de un Urkullu que constató la "muy difícil" situación económica "del país y del Gobierno Vasco", y que se convenció a renglón seguido de la necesidad de "poner Euskadi en acción con la mayor urgencia". "Vamos a afrontar la situación con urgencia y con determinación", proclamó.
El jeltzale dejó claro que tampoco lo retendrá en la línea de salida el hecho de no haber podido forjar un gobierno de coalición, e insistió en uno de los mensajes conocidos del PNV, que pasa por confiar en que sí será posible explorar fórmulas de colaboración más allá de los pactos puntuales en un momento posterior de la legislatura, previsiblemente cuando PSE y EH Bildu -por Sortu- hayan zanjado sus procesos de reflexión: "El hecho de que aún no haya efectos positivos en la senda del acuerdo no va a impedir que iniciemos la marcha en la recuperación del tiempo perdido. En breve, si así lo aprueba el Parlamento, constituiremos un nuevo Gobierno. Será un gobierno de acción. Un Gobierno que desde la responsabilidad contraída con la ciudadanía comience a dar pasos que mitiguen la situación de zozobra colectiva que nos invade". Además, se negó a creer que algún partido se resista a "arrimar el hombro" en tiempos de crisis, y se mostró dispuesto a compartir propuestas "para que la respuesta que demos a la crisis cuente con la fortaleza suficiente para hacerla eficaz".
"Decisiones difíciles" Como ya hiciera en campaña, el candidato jeltzale se resistió a hablar de soluciones milagrosas, y se dio un baño de realismo al otear en el horizonte "tiempos difíciles" para quienes desde el PNV van a tener que adoptar "decisiones difíciles", aunque sin dejar a ningún ciudadano atrás. El jeltzale buscó complicidad. "Os pido confianza, unidad y apoyo. Euskadi es tarea de todos y de todas", sostuvo. Urkullu quiso volver a repasar los ejes de su actuación futura, y fijó su hoja de ruta en la recuperación económica y el empleo, el trabajo con discreción por la paz y la convivencia, y el avance en materia de autogobierno. Además, aseguró que su gobierno se ajustará el cinturón y "adelgazará la Administración".