Bilbao. El PNV dedicó ayer el primer día tras las elecciones a dar cumplimiento a una de sus promesas. Tras haber asegurado en campaña que lo primero que haría tras los comicios sería contactar con el resto de partidos para abonar un gran acuerdo contra la crisis, a favor de la paz y en pro de un nuevo estatus, Iñigo Urkullu telefoneó a las formaciones que han logrado representación para explorar un posible entendimiento. La búsqueda de acuerdos en esos tres ámbitos es en buena medida una cuestión de supervivencia en un Parlamento tan fragmentado. El jeltzale deberá procurarse apoyos para gobernar con estabilidad, a pesar de su clara victoria, y aunque tenga garantizada la investidura: el pacto constitucionalista se ha hundido, y EH Bildu y PSE no suman mayoría absoluta. Aunque llegaran un acuerdo, cabría esperar que PP y UPyD hicieran lo posible por evitar la proclamación de Laura Mintegi que, por otra parte, se comprometió a respetar a la lista más votada.

Según explican desde Sabin Etxea a DNA, Urkullu llamó ayer mismo a Laura Mintegi (EH Bildu), Patxi López (PSE), Antonio Basagoiti (PP) y Gorka Maneiro (UPyD) para "presentar su voluntad de empezar a hablar de posibles acuerdos", aunque aún no se ha cerrado un calendario de reuniones, y las conversaciones se limitaron a una primera toma de contacto. También recibió las llamadas del presidente español Mariano Rajoy, el líder del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba y el president catalán Artur Mas, quienes quisieron felicitar a Urkullu.

Las mismas fuentes insisten en que habrán de aguardar hasta que comiencen las conversaciones para descartar una fórmula o decantarse por otra, y recalcan que, a día de hoy, todas las posibilidades están abiertas, desde un Gobierno de coalición hasta un Ejecutivo en solitario, pasando por un pacto de legislatura.

pacto de país En cualquier caso, el partido sí ha comenzado a perfilar sus diferentes alternativas. La formación parece tener claras las condiciones formales del pacto anticrisis, por la paz y por el nuevo estatus. Lo plantea como un solo bloque, de tal forma que quienes se adhieran a él lo hagan para remar conjuntamente en las tres áreas, sin posibilidad de que cada partido suscriba la parte que le convenga.

El PNV no aspira a un pacto que permita que una de las formaciones ratifique, por ejemplo, la parte referida a la crisis, y se descuelgue de los otros dos apartados. Ese escenario recordaría demasiado a la geometría variable del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que buscaba el apoyo puntual de diferentes partidos en función de la propuesta que fuera a someter a votación. "Y eso no es lo que planteamos. El acuerdo es un solo acuerdo, no un pacto con un partido contra la crisis, y otra alianza con otro para acordar en paz y autogobierno. No planteamos la geometría variable. Es un pacto de país. Otra cosa es que lo consigamos", explican desde el PNV.

Urkullu se comprometía a impulsar acuerdos estables en la misma noche electoral, aunque esos pactos no tendrían por qué pasar en exclusiva por un Gobierno de coalición, que tampoco se descarta. Desde Sabin Etxea tienen una noción más amplia del concepto de los acuerdos estables, que podrían pasar también por un pacto de legislatura o, incluso, por un acuerdo institucional entre las diputaciones y Lakua "para garantizar un mínimo de gobernabilidad en todas las instituciones".

Esa formulación evocaría el espíritu del pacto de estabilidad suscrito la pasada legislatura entre PNV, PSE y Hamaikabat, por el que los tres partidos se comprometían a no impedir la aprobación de los presupuestos en las instituciones gobernadas por los firmantes. El pacto de no agresión permitió la aprobación de los presupuestos en el Gobierno, las diputaciones y algunos ayuntamientos. Si el PNV reeditara ese pacto, y teniendo en cuenta que Bildu y PP gobiernan en las instituciones forales de Gipuzkoa y Araba, sumaría con esos dos partidos la mayoría absoluta necesaria en el Parlamento para sacar adelante sus cuentas.

El PNV aborda la ronda de contactos con una tranquilidad de la que no gozó en 2009 cuando, a pesar de haber sido la lista más votada, tenía la certeza de que PP y PSE se unirían para evitar su investidura. Ayer, por el contrario, todos los partidos daban por sentado que Urkullu sería el próximo lehendakari y, más aún, vaticinaban que se decantará por gobernar en solitario con ese pacto de país. EH Bildu coincidió en que los acuerdos con "todas las fuerzas" serían la única forma de sacar Euskadi adelante, y el PSE también opinó que la Cámara vasca "es capaz de lograr grandes acuerdos". Unas declaraciones que podrían dar aire a las aspiraciones de los jeltzales.

A pesar de que el PNV no descarte conformar un Ejecutivo de coalición, esa opción y la del pacto de legislatura parecen menos factibles, ya que implican que el partido se case con otra formación, y es en ese punto donde afloran los eventuales inconvenientes: no parece probable que forje una entente con EH Bildu, ya que es su rival político; acercarse al PSE podría ser rechazado por sus votantes tras el traumático desalojo por el pacto entre López y Basagoiti; y sumar con el PP podría resultar letal en plena ola recentralizadora y de recortes. La solución menos gravosa pasaría por no pactar con ninguno en concreto y pactar con todos en general con la alianza de país, que el PNV podría articular desde una posición relativamente cómoda, como fuerza más votada, y a seis escaños de su perseguidor.

Esa fortaleza es una de las razones por las cuales, a pesar del riesgo de inestabilidad de la crisis, un Gobierno en minoría del PNV podría resultar más estable que la experiencia del Ejecutivo del PSE, a pesar de que solo contara con dos escaños menos que los que han obtenido ahora los jeltzales. La diferencia pasaría por que el socialismo gobernó entonces sin ser la lista más votada, con una sobrerrepresentación constitucionalista que quedó en evidencia tras la irrupción de la izquierda abertzale en las elecciones municipales y forales, con un PNV enfrente que contaba con cinco escaños más, y ante un mapa institucional en el que no gozaba con el colchón de ninguna diputación gestionada por el PSE.

El EBB celebró ayer su primera reunión tras los comicios, en la que analizó los resultados y los pasos a dar en el futuro. Foto: zigor alkorta

UPyD busca influir en un plan anticrisis

Como único partido minoritario que tendrá presencia en el Parlamento Vasco tras las elecciones del domingo, UPyD busca hacerse un hueco en la toma de decisiones clave para la CAV. Su parlamentario Gorka Maneiro aseguró ayer en declaraciones a Europa Press que utilizará su escaño para centrarse "en lo más importante" y en "tratar de influir" en la búsqueda de soluciones a los problemas pero, especialmente, en el de "primera magnitud", que sería el desempleo y la crisis económica. "Vamos a ser fieles a nuestras ideas y, si otros grupos políticos se plantean esas cosas, nosotros también lo defenderemos. Es necesario que rememos todos juntos para salir de la crisis", apoyó. Sin embargo, y tras admitir la mayoría abertzale del legislativo, consideró que ese reparto de fuerzas es "una muy mala noticia", y se propuso "seguir trabajando para defender la alternativa constitucionalista y su necesidad". "Sabemos lo que hay, que entre PNV y Bildu tienen 48 de los 75 diputados, pero nosotros vamos a seguir dando la cara. No renunciamos a las ideas en las que creemos con más claridad si cabe", dijo.