madrid. Libia sigue luchando por mantenerse estable y unida, con regiones reclamando más autonomía, con enfrentamientos entre las guerrillas que no desean ser incluidas entre las fuerzas de seguridad del Estado y con una economía que intenta erigirse un año después de la muerte del exlíder libio Muamar Gadafi.
El líder de la revolución verde, que otorgó a los libios un sistema político sin partidos, basado en su persona, murió el 20 de octubre de 2011 a manos de los rebeldes que le apresaron después de que fuera bombardeado el convoy en el que huía de Sirte, su ciudad natal.
Las imágenes en vídeo de un Gadafi saliendo de una alcantarilla, sangrando y arrastrado por el suelo por los rebeldes que intentaba reprimir desde principios de año, dieron la vuelta al mundo y perjudicaron la imagen del Consejo Nacional de Transición, el Gobierno libio que ya en agosto controlaba gran parte de Libia. Las imágenes fueron una prueba del caos en el que se encontraba Libia desde el inicio de las protestas antigubernamentales como contagio de las revueltas en otros países del norte de África y de Oriente Próximo.
Gadafi había intentado reprimir con bombardeos y artillería pesada cualquier manifestación en su contra. Con el pago a mercenarios, las tropas gadafistas fueron reprimiendo a la oposición y avanzando hacia Benghazi, cuna de las protestas. El líder libio se había convertido en el enemigo a derrocar por los países occidentales que ya no le consideraban un socio válido. Gadafi había sido marginado por su financiación del terrorismo internacional -como el atentado de Lockerbie, en el que murieron 280 personas en 1988- pero a partir de 2003 pidió perdón por sus errores y la ONU rebajó las sanciones, al tiempo que los países occidentales deseaban hacer tratos con el líder rehabilitado.
cuatro décadas en el poder El dictador fue expulsado del poder tras 42 años de poder absoluto en la nación norteafricana, en la que consiguió aprovechar los enfrentamientos entre las tribus que manipulaba a su antojo para perpetuarse en el cargo. Esas diferencias son las que priman hoy en día con grupos guerrilleros que no desean someterse al control estatal.
Los enfrentamientos entre las milicias se han ido sucediendo a lo largo de todo el último año, con diversas intervenciones del Ejército estatal. En el sur se han producido constantes enfrentamientos entre tribus rivales. Además, la violencia de grupos extremistas se ha convertido en un quebradero de cabeza para los nuevos dirigentes.
Tras la celebración de elecciones en julio de este año, se configuró un nuevo Gobierno que, a su vez, ha nombrado una Comisión Constitucional para la redacción de una nueva Carta Magna.