Bilbao. La semana pasada el ministro de Educación, José Ignacio Wert, confesaba en el Congreso: "Tenemos interés en españolizar a los alumnos catalanes", que quien dice catalanes, dice vascos. Este es el argumento para justificar la uniformización de los contenidos curriculares, limitando al extremo las competencias de las comunidades para fijar el temario. En mayo dijo: "Lo urgente hoy es ahorrar y ya después combatir el fracaso escolar". La previsión del Gobierno español es bajar la inversión pública en educación del 4,9% del PIB en 2010 al 3,9% en 2015, es decir, un recorte de más de 10.000 millones de euros y el despido de 20.000 docentes. En julio manifestó: "La rigidez del sistema educativo explica que tengamos una tasa de abandono tan alta". Así ampara la segregación del alumnado antes incluso de finalizar la etapa obligatoria (16 años), en base a un planteamiento que se creía extinto y propio de tiempos pretéritos: los buenos al bachillerato y los 'torpes' a la FP.

Este es el espíritu y la letra de la séptima reforma escolar en democracia, la Ley de Mejora de Calidad Educativa (LOMCE) que el Gobierno español prevé aprobar en diciembre, sin haber alcanzado ningún tipo de consenso político y social dentro del sector. En todo el documento legal, que será de aplicación obligatoria en el sistema educativo vasco el curso que viene, se aporta un solo dato sobre los indicadores de las comunidades. Y sin embargo propone e impondrá medidas de carácter general. En resumen, el ministro Wert convertirá en rango de ley básica una política de café para todos amplificada a fuerza de titulares calculadamente incendiarios, basada en un diagnóstico por el cual las comunidades no existen, ni sus resultados tampoco. Es más, la LOMCE es la vía con la que el PP pretende acabar con esa diversidad a la que culpa de que el informe PISA elaborado relegue la educación española al vagón de cola de los países desarrollados cada tres años.

En consecuencia, el futuro más inmediato de Euskadi pasa por aplicar una serie de medidas que transfigurarán el sistema asentado en la Ley de Educación Vasca (1993) que, además de gran estabilidad, ha propiciado un marco basado en la conciliación del bilingüismo del alumnado con la libertad de elección de las familias. Asimismo, posibilitó la integración de las ikastolas en la red pública, alternativa a la que se acogió una parte de estos centros. A diferencia de la LOMCE de Wert, la ley vasca del 93 nació del mayor consenso alcanzado por una norma educativa en el Parlamento Vasco, con el socialista Fernando Buesa como consejero de Educación del Gobierno Ardanza. Y pese a que uno de los retos del próximo Gobierno vasco será, precisamente, tejer un acuerdo igual o superior para su renovación -tras 20 años de vigencia- sería un error ignorar los buenos resultados de la escuela vasca ya que, aunque mejorables, marcan la diferencia con España.

Mayor nivel de formación Para empezar, Euskadi tiene uno de los niveles de formación más altos del mundo. Según un reciente informe de ¿Eurostat?, Euskadi es la cuarta región europea con mayor porcentaje de población con niveles educativos más altos -titulación universitaria o máster-. Con un 34,3% de la población en esta franja, la CAV se encuentra solo por detrás de Londres, Bélgica y Estocolmo. Además, es una de las comunidades con mayor porcentaje de estudiantes en todos los niveles de la enseñanza respecto a su población (18,9%). Andalucía encabeza esta lista, pero en Euskadi los estudiantes no solo son muchos, sino que, no abandonan los estudios y logran títulos superiores. Según dicho informe, Euskadi es la segunda comunidad del Estado, solo por detrás de Madrid, con mayor porcentaje de estudiantes de educación terciaria y universitaria, el 69,8%, cuando la media del Estado es del 51,6%.

Otro de los hechos diferenciales de la enseñanza vasca está directamente relacionado con el problema que el PP dice querer erradicar con la LOMCE: el fracaso escolar. En la actualidad el abandono escolar temprano en Euskadi se sitúa en el 12,6% -por debajo del 13,5% de la media de la UE- y se aboga por llegar al 9% en 2020, superando el objetivo del 10% fijado en la Estrategia Europa 2020. Por el contrario, España es el segundo país de la Unión Europea con la tasa de abandono más alta (26,5%), solo por detrás de Malta. Lo alarmante es que a pesar de que el Estado ha reducido esta tasa 4,7 puntos desde 2010, probablemente por efecto de la crisis, ha descendido un puesto ya que Portugal, que tenía peores resultados, le ha pasado por encima.

¿Más gasto, mejor rendimiento? Otro aspecto a destacar es el nivel de inversión. Euskadi es una de las CC.AA. en la que tradicionalmente se ha invertido más dinero en educación. Según el último informe del Eustat, se ha pasado de los 2.145 millones de euros en 2001 (4,9% del PIB) a los 3.087 millones en 2007 (4,6% del PIB). Y pese a los recortes de la etapa de Patxi López, que se calculan por encima de los 100 millones de euros, el gasto público por alumno en Euskadi es el más alto del Estado: 6.576 euros, cuando la media estatal asciende a 4.451 euros, y comunidades como Madrid o Catalunya destinan 3.875 y 4.319 euros por alumno respectivamente.

Parece evidente que la inversión en la enseñanza es vital y más en momentos de crisis. No obstante, el último informe de la OCDE sobre datos de PISA pone de manifiesto que el éxito de un sistema no depende exclusivamente de su nivel de financiación. Dicho de otro modo, que los resultados educativos de un país no dependen del dinero, o no solo, como lo demuestra el hecho de que Luxemburgo, Suiza o Austria sean los países de la OCDE que más gastan y no estén en el TOP 5 de PISA, por no hablar del mediocre rendimiento en EE.UU.

Partiendo de la base de que los resultados vascos son superiores a los españoles, aún hay margen de mejora si a lo se aspira verdaderamente es a la excelencia, hoy por hoy, el talón de Aquiles de la escuela. Según el último informe PISA de 2009, el número de alumnos brillantes apenas alcanza el 3%, es decir, por debajo de la mitad de la media de la OCDE. Por el contrario, la OCDE alaba el gran nivel de equidad del sistema, ya que el alumnado vasco con un bajo índice socioeconómico (ISEC) obtiene mejores resultados que el de otros países con ISEC equivalente. Ello pone de manifiesto que la escuela vasca rompe el `determinismo de clase', es decir, resulta un instrumento eficaz para superar los condicionamientos sociales y económicos de las personas.

Buenos resultados La foto respecto al nivel académico de los estudiantes es razonablemente satisfactoria. El alumnado vasco se encuentra en la media de lectura de la OCDE, por debajo de la media en ciencias y obtiene un notable en matemáticas, matrícula si se compara con la media española. En lectura, Euskadi está por encima de la media de la OCDE y de España, pero por debajo de seis comunidades autónomas con una inversión inferior a la vasca: Aragón, Nafarroa, La Rioja, Catalunya, Castilla León y Madrid. No obstante, cabe destacar que las estudiantes vascas, chicas, están en el Top 3 internacional, solo por detrás de Canadá y Finlandia.

Asimismo, obtiene los mejores resultados en matemáticas del Estado. La CAV está 14 puntos por encima de la media de la OCDE, por delante de Francia, Suecia, Alemania o Reino Unido, y tan solo un escalón por debajo de Japón, Canadá o Países Bajos. Aun así, Euskadi se encuentra a gran distancia de los sistemas que a día de hoy son los más eficaces del mundo: Shanghai, Hong Kong, Singapur y Finlandia.

Los resultados en ciencias siguen siendo una piedra en el zapato de la escuela vasca. El rendimiento en esta área es similar que en el Estado, por debajo de la media de la OCDE. Lo preocupante es que en las últimas tres evaluaciones: PISA 2003, 2006 y 2009, la foto no ha variado un ápice. Tanto este gobierno como los anteriores han anunciado la puesta en marcha de distintas iniciativas y programas para elevar el rendimiento en ciencias, pero a la vista está que no se ha conseguido aún. Por el lado positivo, cabe señalar que de 2003 a 2009 se ha logrado reducir 8 puntos el porcentaje de estudiantes en el nivel bajo o muy bajo en ciencias hasta llevarlo al 13,8%, cuando la media de la OCDE en ese rango es del 20%.

También persisten los desequilibrios dentro del sistema. Independientemente de los modelos y detraído el ISEC, el alumnado que estudia en la red concertada obtiene mejores resultados que quienes acuden a la red pública, en concreto, la distancia entre el modelo A de la pública y el modelo D de la concertada es de 93 puntos. Las ikastolas privadas son las que obtienen mejores resultados en matemáticas y el modelo A concertado en lectura y ciencias. Todo esto es lo que se quiere corregir con la nueva Ley Vasca de Educación, así como la refinanciación de las redes ya que según las patronales, la escuela pública se lleva el 69% de los recursos, lo que genera una desviación de más de 700 millones de euros en favor del 50% del sistema. Y todos estos indicadores de la escuela vasca son los que el Gobierno de Mariano Rajoy ignora deliberadamente en la LOMCE, concebida para recentralizar la educación con la excusa de reducir el fracaso escolar. Un problema que, se mire por donde se mire, no existe en Euskadi.

Euskadi tiene uno de los niveles de formación más altos del mundo. Foto: Oscar Martínez

Euskadi es la cuarta región de la UE con mayor porcentaje de población con titulación universitaria y máster

pasado y futuro

Pese a los recortes de López, el gasto público por alumno en Euskadi es el más alto del Estado: 6.576 euros

El alumnado vasco destaca dentro de la OCDE en matemáticas y lectura, pero aún debe mejorar más en ciencias