pOR difícil que parezca, creo que el sueño de la razón también es posible en relación a la política y a lo que la sustenta: la convivencia. No otro juicio debe merecer lo que ha ocurrido en Euskadi. Sin el respeto a las normas y a las reglas de convivencia, sin el respeto a la indeclinable libertad de cada cual para pensar, vivir, ser y expresarse, no hay democracia posible. Y sin democracia no hay bienestar y progreso social.

Cualquiera de los indicadores que miden el bienestar individual y colectivo está directamente relacionado con la libertad y con la democracia. Y hoy todos somos libres en Euskadi, quienes viven y trabajan allí y quienes tienen el privilegio de visitarla. Un país próspero, de fuerte base industrial, innovador, solidario, con razonables niveles de igualdad (uno de los espacios más igualitarios de Europa en términos de distribución de la renta), merecía encontrar el camino de la libertad plena y de la convivencia plural. Y lo ha encontrado.

Quizá la devastadora gravedad de la crisis económica y sus secuelas oculte la grandeza de lo conseguido: lo conseguido por todos los demócratas y para todos: la desaparición de la violencia. Pero sin duda, esta nueva realidad emergerá y permitirá a Euskadi recuperar más rápidamente los niveles de bienestar material y de empleo previos a la crisis.

En 2007, los tres territorios vascos se encontraban en situación de pleno empleo. Lo recuerdo bien por mis responsabilidades como ministro de Trabajo de la época. No es imposible que vuelvan esos tiempos si nos esforzamos en cambiar nuestro patrón productivo y apostar con más intensidad por las industrias blancas (servicios sociales, servicios personales), azules (investigación, desarrollo innovación) y verdes para lo cual Euskadi se encuentra en una favorable posición, no solo por el peso de su industria en el PIB sino también por su estructura organizativa. Una parte importante de su economía industrial se encuadra en el tercer sector, en la economía social, con un alto predominio del cooperativismo innovador, que ha sabido adaptarse al cambio tecnológico que demanda la economía actual. Esa es la razón de que la crisis haya tenido menos impacto en Euskadi, porque este sector es capaz de adaptarse flexiblemente a las situaciones de crisis sin destruir empleo al primer signo de caída de la actividad económica. Esas son las dos ventajas de Euskadi para el futuro: la libertad, la desaparición de la violencia y su adecuada estructura industrial que la permitirá transitar más rápidamente hacia la economía de la innovación y el conocimiento, esto es, a la economía de la sostenibilidad.

* Exministro de Trabajo

El sueño de la razón