Madrid. Las posibilidades reales de que la reunión que hoy celebrarán en Moncloa el presidente español, Mariano Rajoy, y el catalán, Artur Mas, no sea algo más que un diálogo de besugos parecen remotas. El jefe del Ejecutivo central amenaza con "hacer cumplir las leyes" si el clamor independentista que inunda Catalunya no se aplaca, mientras el president insiste en que aquel territorio seguirá "su propio camino" pese a la aptitud de Madrid. El punto medio, el del posible entendimiento, está en el pacto fiscal, pero ni Rajoy lo va a tolerar, ni Mas puede aportar garantías de que, conseguido ese objetivo, acallará los anhelos de secesión.
Así las cosas, la cita de hoy se antoja difícil y más cuando los discursos políticos se enconan y la intervención del rey lo enreda todo aún más. Rajoy abandonó ayer la ambigüedad con la que en la última semana ha abordado el clamor independentista en Catalunya y, en sede parlamentaria (que siempre le da más empaque), garantizó que hará "cumplir la Constitución".
Esto, en la práctica, esconde dos cuestiones clave que, de producirse, implicarían una fractura real del actual status Quo. Por una parte la aplicación del artículo 155 de la Constitución facultaría al Gobierno del Estado a suspender la autonomía catalana y, por otra parte, el artículo 2 determina la "indisoluble unidad de la Nación española" y el artículo 8 define a las Fuerzas Armadas como garantes de "la soberanía e independencia de España", de "su integridad territorial" y del "ordenamiento constitucional". Es decir, se legitima el uso de la fuerza para garantizar que no habrá movimientos secesionistas.
Bajo esta doble amenaza Rajoy reclamó a CiU que no se deje "arrastrar por los acontecimientos" y no se empecine en "el error" porque "las cosas se les pueden ir de las manos". "Yo, como presidente del Gobierno, me he comprometido a guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, y así lo haré si es procedente hacerlo", recalcaba. "Lo que no debe hacerse es echarle la culpa de todo lo que ocurre a los demás y generar inestabilidad política con decisiones equivocadas", remachaba.
Pacto no, revisión del modelo Pero es que el Ejecutivo de Rajoy también niega de plano la posibilidad de dar una salida a CiU para poder presentar resultados a los catalanes ya que rechaza frontalmente la negociación de un pacto fiscal ya que "no cabe la bilateralidad" en las relaciones entre el Estado y Catalunya. Es decir, no pueden negociar de tú a tú. Ayer se encargó de dejarlo claro el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien indicó que lo que se podría renegociar con la Generalitat es, únicamente y "como con el resto de autonomías", el modelo de financiación y que eso se haría, "como toca", en 2014. Entonces, habrá tres opciones: "prórroga, maquillaje o reforma", y él aboga por esta última tesis, pero no por las aspiraciones catalanas, sino por "la convergencia" que pide Europa. Es decir, lejos de mayor grado de autonomía, lo que pretende el Ejecutivo es mayor grado de centralización.
Finalmente Margallo también apeló al miedo asegurando que en caso de secesión, Catalunya quedaría "eternamente" fuera de la Unión Europea.
Respuesta Frente a esto, aunque en un tono más comedido, Artur Mas aseguraba de cara a la cita de hoy que su apuesta "pasa por la vía del acuerdo y el entendimiento", pero añadía que "pase lo que pase", Cataluña "debe hacer y hará su camino". "En muchos ámbitos, y el tributario no puede ser una excepción, Cataluña debe hacer y hará su camino. Intentaremos que sea por la vía del pacto, entendimiento y acuerdo, pero Cataluña no puede renunciar a su presente y futuro", sostuvo el president. La idea de Mas es convencer a Rajoy de la procedencia de negociar el pacto fiscal "más como una solución que como un problema".
Contraponía así la actitud "positiva y constructiva" de Cataluña con la del Estado que, a su juicio, intenta introducir "miedo, amenazas, riñas y advertencias", en clara respuesta a las palabras del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la llamada a la unidad del Rey. "No consideramos a nadie de fuera de Cataluña enemigo nuestro. No querríamos considerarnos adversarios, pero queremos el grado de libertad que permita construir nuestro proyecto de país", subrayó.