BRUSELAS. Miren hacia donde miren los ávidos ojos que siguen la actualidad europea desde la capital comunitaria lo único que consiguen ver y transmitir desde hace tres complicados años es un solo mensaje que se repite como un soniquete: crisis y más crisis. Una eurocrisis que a base de malos augurios y de alarmistas previsiones ha hundido en la desesperanza a millones de personas en toda Europa. Una eurocrisis que ha desplazado a cualquier otra preocupación de la mente de ciudadanos, políticos y hasta de la agenda de los medios de comunicación.
Y qué mejor termómetro que el de los corresponsales que siguen la actualidad europea desde la capital comunitaria para medir hasta qué punto ha comido terreno a cualquier otra preocupación y sobre qué se escribe cuando se habla de Europa. Y es que Bruselas no es una ciudad cualquiera. El 80% de la legislación que dirige nuestras vidas procede de esta capital europea.
La mayoría de las leyes son meras transposiciones de la normativa comunitaria y allí se deciden cuestiones tan prácticas como cuánto pueden pescar nuestros arrantzales o cuánta leche pueden comercializar los ganaderos, cual debe ser el tamaño de las jaulas de las gallinas ponedoras o cómo deben ir escritas las etiquetas de los productos que compramos en el supermercado o cuántas horas deben conducir seguidas cómo máximo los camioneros.
En la capital comunitaria se negocian también las perspectivas financieras, el marco presupuestario que dice en qué puede gastar la Unión Europea y cuánto, un ejercicio de arduas negociaciones, antaño seguido al milímetro por la prensa, y que hoy en día pasa totalmente desapercibido.
"Hace 22 años que estoy en Bruselas y las perspectivas financieras eran uno de los temas prioritarios, que siempre he seguido, que me he trabajado... Ahora simplemente no tengo tiempo de prestarle atención, lo mismo que ocurre con la negociación de la reforma agrícola o la pesquera. Son temas que interesan y que en otras circunstancias seguiría pero la crisis lo puede todo", admite Isabel Arriaga e Cuhna, corresponsal del periódico portugués Publico. "Empiezas a investigar un tema y de repente te llaman para que lo dejes todo porque Draghi, Rehn o quien sea ha hecho una declaración. Nos gustaría escribir de otras cosas pero al final la preocupación es la crisis, en Bruselas y en Lisboa", añade.
"Harto de la palabra 'troika" En el caso de Portugal la querencia por la crisis es si cabe mayor, especialmente desde que el país se rindiera y solicitara el rescate de sus socios europeos allá por abril de 2011. "Cada tres meses tenemos a la troika en Portugal así que se ha convertido en un tema permanente para nosotros", explica sobre el grupo de expertos comunitarios que visitan regularmente no solo Portugal sino también Irlanda y Grecia. De hecho, lo primero que hizo Ann Cahill, corresponsal del periódico irlandés The Examiner y presidenta de la asociación de periodistas internacional de Bruselas, cuando su país saltó a primera línea de batalla tras el desastre bancario irlandés fue preguntar a un colega griego. "Me dijo, te vas a hartar de escuchar la palabra troika", recuerda Cahill.
Como la gran mayoría de corresponsales comunitarios estaba habituada a picotear aquí y allá, a seguir temas variados sin tiempo para contarlo todo y lo que trajo la palabra crisis fue un curso acelerado de economía. "Nunca había trabajado como periodista económica y no tenía ni idea de rescates. Tuve que leer y estudiar mucho", asegura. Y es que en su periódico la crisis se convirtió también en el tema estrella, por lo menos hasta hace unos meses en los que se ha relajado la atención. "Todavía necesito seguir lo que está ocurriendo en Grecia, en Italia, lo que dice Alemania porque en cualquier momento la historia puede saltar de nuevo", añade.
Quien no ha dejado de escribir de economía ni un solo día desde que estalló la crisis es Costas Karkagiannis, corresponsal del diario griego Kathimerini. De todas las historias que envía a su diario el 95% son temas económicos relativos a la crisis y como sus colegas hasta que el huracán económico se llevó la economía griega por delante escribía de todo. Desde entonces se ha convertido en un experto periodista económico sin tiempo para fijar su vista en nada que no sean previsiones económicas, perspectivas de crecimiento y declaraciones sobre la crisis.
Más allá de los tres casos paradigmáticos que representan Grecia, Irlanda y Portugal, la situación, con más o menos furor por la economía, se repite en otros países. "La verdad es que la crisis lo puede todo. Es un poco frustrante porque no hay otras cosas de las que escribir", se lamenta Gijs Moes, corresponsal en Bruselas del diario holandés Trouw. Aterrizó en la capital comunitaria en 2007, un año antes de que se hundiera el banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers y de que se llevara por delante una tranquilidad económica que nunca más ha vuelto. "Llegué pensando que la cuestión financiera y el euro eran un capítulo cerrado pero creo que nunca he escrito tanto de la crisis como desde el año pasado. Parece que nos han puesto anteojeras, como a los caballos, y que lo único que vemos es la crisis", advierte.
Una crisis que desde hace tres años abre informativos y periódicos y que ha conseguido diluir cualquier otro asunto de la escena europea. Y es que a juicio del húngaro Zoltan Gyevai, del semanario Fybyelö, es absolutamente normal porque "se trata de la supervivencia del euro" y una crisis con "un poder devastador" que ha llevado a que nadie esté interesado en otras cuestiones. No en todos los países es así. En Francia, las elecciones presidenciales celebradas hace unas semanas han desbancado durante el último año a la crisis como asunto prioritario aunque tampoco lo pierden de vista, explica el corresponsal del Ouest France, Nicolas Gros-Verheyde.
El papel de la comisión Sobre lo que hay más discrepancias es sobre el papel jugado por la Comisión Europea desde que estallaran los problemas. Aunque la mayoría cree que la sala de máquinas de Bruselas sigue funcionando y que el interés simplemente está en otro lado, hay quienes alertan de una caída en picado del papel del Ejecutivo comunitario. "La Comisión Europa se ha convertido en nada más que una agencia de consulta. Es lamentable y si sigue así en cinco años no habrá periodistas en Bruselas porque el poder de decisión está volviendo a las capitales. No hay voluntad política o simplemente no tienen poder político. Espero que la discusión de los eurobonos indique el cambio de algo", advierte Karkagiannis, crítico con la labor de Barroso. "Durante su primer mandato podías pensar que como quería renovar no quería enfadar a las capitales pero una vez que garantizó su renovación...". La misma lectura hace Arriaga y Cunha. "La Comisión Europa está absolutamente vacía, va a la deriva", lamenta. "El poder de iniciativa ya no está en Bruselas", sentencia Gros-Verheyde.