Vitoria. El proyecto de Ley Municipal quema etapas, aunque lo que está por ver es si lo hace hacia su aprobación o hacia el oscuro cajón donde han quedado sus antecesores. Se trata del proyecto estrella del Gabinete López y los socialistas se resisten a que la realidad lo tumbe, pero por lo visto ayer, la falta de consenso con la que llega a la Cámara vasca y la sensación de que la legislatura se dirige hacia lo que el PNV definió como "los minutos de la basura" angostan las posibilidades de que vea la luz antes de que se convoquen nuevas elecciones autonómicas.

"Tenemos un año para trabajar". "Ésta es la ley que da sentido al cuarto de legislatura que aún tenemos por delante", y aprobarla es "estrictamente una cuestión de voluntad política", se esforzó en enunciar una y otra vez el socialista Óscar Rodríguez tratando de espantar así el fantasma de las elecciones anticipadas y defender el proyecto de ley que ayer explicó el secretario general de la Presidencia, Manu Salinero, en la Comisión de Interior, Instituciones y Justicia. Sin embargo, pese a que se citaron a seguir debatiendo durante la presentación de enmiendas que ahora comienza, los grupos reiteraron ayer las "líneas rojas" que no transgredirán por mucho que todos coincidan en la necesidad de dotar a Euskadi de esta herramienta para cerrar su ordenamiento interno. "Queremos una Ley Municipal, pero no de cualquier manera", coincidieron en advertir PNV y PP, puntales necesarios para un proyecto "prioritario" para el Gabinete López.

"La eterna cuestión foral" Abrir el melón competencial de los territorios históricos es uno de los temas más peliagudos de la política vasca. Es "la eterna cuestión foral", se lamentaba Salinero. Y efectivamente, ése fue el punto que reveló las lineas rojas de PNV y PP, conjurados a impedir que la dotación de competencias y estructura de financiación a los ayuntamientos "invada" las competencias forales; precisamente el núcleo de los recursos que ambos partidos presentaron contra este proyecto y que lo han tenido meses bloqueado en la Comisión Arbitral.

Con el PNV reiterando que la falta de consenso previo centra sus recelos, ya que algo falla cuando "tres diputaciones de distinto color político rechazan este proyecto", quedaba por saber cuál sería la postura del PP vasco, una vez que ha roto su pacto con el Gobierno Vasco dejando de ser su socio preferente. "Nuestra posición será responsable, pero también coherente con lo que siempre hemos defendido: las competencias forales", advertía Laura Garrido. "Me deja usted muy tranquilo, porque como esta ley no invade competencias, tendremos un acuerdo rapidísimo", le respondía Salinero. Pero la cosa no podía quedar ahí. "La postura del PP la fija el PP, y llegados a este punto, el esfuerzo de consenso les corresponde a ustedes", pedía la popular. Y con los ecos de la refriega que ha distanciado a ambos socios resonando a todo volumen, Rodríguez llegó a esgrimir el pacto por el cambio para tratar de forzar el del PP, lo que dejó a este partido con la sensación de que el Gobierno renuncia a sacar adelante esta iniciativa tirando gasolina a los ojos de quienes podrían hacerlo posible.

Más allá de esta trifulca, Aralar y EA, más interesados por el matiz técnico, lamentaron que no se haya tenido en cuenta la opinión de Bildu pese al protagonismo que alcanzó en las últimas elecciones municipales. Y así, con Mikel Arana dando algo de oxígeno crítico a un proyecto cuyo fondo no le desagrada, se reveló el exiguo margen que queda para un acuerdo que ayer se antojó lejano.