Vitoria. Después de unas intensas semanas en las que la monarquía española se ha ganado a pulso estar en la picota y ocupar un papel protagonista en la mayoría de los debates políticos, poniendo en cuestión incluso el papel del otrora intocable rey Juan Carlos como jefe del Estado español, el análisis de su legitimidad, el papel que debe cumplir "como heredero de Franco" e incluso la financiación que debe recibir de los bolsillos vascos se abrió ayer un hueco en la agenda del Parlamento Vasco. Los ecos de las jornadas de caza de una institución que casi al tiempo se ha visto incluso manchada por los lodos de la corrupción eran demasiado fuertes y sus señorías no se resistieron a la tentación.
Dos fueron las iniciativas que detonaron este debate y, si bien no llegaron a ningún puerto por la fuerza de las mayorías, sí sirvieron para que cada grupo se retratara ante esta cuestión, como resumió Mikel Arana al término de esta cita.
Las reglas del juego Una estaba directamente relacionada con la Casa Real ya que planteaba dejar de destinar los fondos públicos que tanto cuesta conseguir "con la que está cayendo" -como defendía el padre de la propuesta, el parlamentario de EA, Juanjo Agirrezabala- a unas instituciones que no despiertan ninguna simpatía entre los vascos: el Ejército y la Corona.
El debate quería descarnar el fondo del asunto: seguir sosteniendo a unas instituciones con las que los vascos "no se sienten identificados", o destinar esos fondos a "garantizar el Estado del Bienestar" y evitar así que se recorten servicios básicos como Educación o Sanidad. Sin embargo, "las reglas del juego", como le recordaron a Agirrezabala desde el PP al PNV pasando por PSE y UPyD, están para cumplirlas vía Concierto Económico e impiden que estos planteamientos pasen de ser "fuegos de artificio", según los socialistas; protestas simbólicas, según PNV y Aralar; una mera "pérdida de tiempo" para el PP.
Con la Iglesia pasando de puntillas sobre este debate, pese a haberse librado de todo recorte, el amago de "insumisión fiscal" -en palabras de Gorka Maneiro- quedó en agua de borrajas. Sin embargo, el pasado, presente y futuro de la monarquía aún se colaría en otro punto en el que la introdujo Aralar, aprovechando su papel de "heredera de Franco" y, por lo tanto, responsable a su juicio de pedir el perdón que aún esperan las víctimas del bombardeo fascista que asoló Gernika hoy hace 75 años.
El perdón del Rey Según recordó Mikel Basabe, "hoy es el día que ningún jefe de Estado o presidente" de España ha pedido perdón por aquellos hechos; algo especialmente llamativo teniendo en cuenta que al actual monarca lo situó en el cargo "uno de los que dieron el golpe de Estado que originó el bombardeo". Guerra Civil, perdón a las víctimas y monarquía. Los ingredientes estaban servidos en la mesa.
"Es absurdo", zanjó inmediatamente el PP, que no dudó en asegurar que "si hay democracia en España hoy en día es gracias a la monarquía". "No es oportuno" que le instemos a hacerlo, "aunque no estaría mal que en algún momento lo hubiera hecho" motu proprio, defendía el PSE, pero el PNV le dio la vuelta a este argumento a dos aguas defendiendo que, como no ha sido así, era justo pedirle que lo haga. Al final, los populares se convencieron de que la única intención de este debate era "desprestigiar" a la monarquía. "En absoluto, no hace falta. Eso ya lo hace ella sola", salió rápido al corte Basabe.
Al final, la suma de PSE, PP y UPyD se impuso por un voto a la de PNV, Aralar y de Ezker Anitza impidiendo que la Cámara instara al rey a "reconocer el daño causado" por mucho que estos defendieran que ésta era una cuestión de principios y derechos humanos, por lo que la Cámara evitó este nuevo trance a la Casa Real limitándose a pedir que todas las instituciones "mantengan viva la memoria" de lo sucedido.