vitoria. Un mes después de que las urnas devolvieran al PP las llaves del palacio de La Moncloa, Mariano Rajoy se sacude el letargo tras el que se había escudado con la cautela por bandera y ya prepara los primeros pasos con los que avanzar hacia el cierre definitivo de la violencia en Euskadi.

Pese a la dureza de la crisis y el acento que en su combate puso su equipo durante la pasada campaña electoral, la consolidación de la paz parece abrirse paso en la agenda de un Rajoy que -como hicieran sus predecesores- tratará de pasar a la historia como el presidente que puso fin a tanto dolor y sufrimiento. Para lograrlo, según informaron ayer a Europa Press fuentes del Partido Popular, el presidente enviará el próximo día 24 a Euskadi una avanzadilla liderada por el ministro del Interior, Jorge Fernández, que llegará con la misión de explorar el terreno. Según ha trascendido, una de sus primeras conversaciones la mantuvo con su compañero de filas en Euskadi, Antonio Basagoiti. Y para ahondar en la información que éste le dio, Fernández se reunirá ahora con sus homólogos del Ejecutivo vasco en una entrevista que estará inequívocamente marcada por la gestión del nuevo tiempo abierto por el adios de ETA.

primeras citas Tras esta primera toma de contacto, Fernández trasladará a Rajoy las impresiones que obtenga sobre cuestiones como la política penitenciaria, que el Gabinete socialista reclama ya "flexibilizar", pero los populares vascos abogan por mantener aún intacta. Y con esa información en la mano, el presidente del Gobierno español terminará de definir su punto de partida antes de trasladárselo a Patxi López e Iñigo Urkullu.

Y es que el lehendakari y el presidente del EBB del PNV serán sus primeros interlocutores oficiales en esta legislatura, con permiso del presidente francés, Nicolás Sarkozy, "el mayor aliado" de España en la lucha antiterrorista como PP y PSOE le vienen describiendo, con quien se verá el próximo día 16, dibujando así una agenda que da idea de la importancia que Rajoy parece querer dar en el arranque de su mandato a la búsqueda de la paz en Euskadi.

Tanto López como Urkullu comparten ya la necesidad de reorientar la política penitenciaria para convertirla en una herramienta que consolide la irreversibilidad de este escenario. El primero lo hizo durante el Pleno de política general del pasado mes de septiembre cuando por fin sintonizó con las tesis del presidente del PSE, Jesús Eguiguren, que venía reclamando la implicación de su Ejecutivo en este ámbito. Por su parte, los jeltzales tienen ya registradas en el Congreso varias propuestas con las que platearán revisar la política penitenciaria para avanzar en este camino.

Por el momento, Rajoy juega en su particular silencio al gato y el ratón. Mantiene alto el listón de la exigencia democrática, pero deja caer guiños que llevan a la propia Etxerat a encontrar elementos "positivos" en sus primeras actuaciones. Insiste en que ETA debe disolverse y pedir perdón antes de nada para cumplir con su sector más duro -la AVT le advertía ayer mismo de que no le permitirá caer en ningún "chantaje"-, pero deja que su ministro del Interior apunte que está preparado para manejar "con inteligencia" la política penitenciaria. Pinceladas aún abstractas en el lienzo en blanco de la legislatura con las que Rajoy esboza ya su propio camino hacia la paz.