bilbao. "No es el final, es el inicio de un nuevo tiempo político marcado por el entendimiento". La frase pronunciada el pasado viernes por la portavoz del Partido Popular en las Juntas Generales de Bizkaia, Esther Martínez, tras la firma del acuerdo suscrito por su partido y el PNV para sacar adelante los presupuestos de la Diputación Foral de Bizkaia de 2012 es toda una declaración de intenciones de la formación dirigida por Antonio Basagoiti. Los populares de la CAV han dado la ciáboga en las complicadas aguas de la política vasca y empiezan a escorar su nave hacia el costado del PNV al comprobar que de la mano del PSE no han conseguido entrar en Euskadi.
El 20-N el PP de Basagoiti no ha sumado olas a la marea popular que ha inundado el mapa electoral de todo el Estado que ha llevado a Mariano Rajoy a La Moncloa con una arrolladora mayoría absoluta. La excepción ha sido Euskadi (y en parte Catalunya) donde los populares esperaban ampliar considerablemente los votos a costa del PSE. Las expectativas internas del Partido Popular no se han cumplido, ya que no ha habido un avance en escaños. El nuevo PP vasco no termina de despegar en las urnas. Basagoiti llegó a la presidencia de su partido el 25 de octubre de 2009 con la aureola de lavar la cara del partido hasta entonces marcada por una imagen de crispación y antipatía hacia lo vasco que caracterizó el mandato de María San Gil. En estos dos años y medio de trayectoria ha logrado desterrar el exceso de decibelios de su partido y poner fin a los líos internos, centrado la marca de su formación y moderado su perfil. Pero la aritmética electoral sigue sin funcionar, ni siquiera en época de bonanza como se ha visto ahora tras el tsunami de las pasadas elecciones. El líder popular en el País Vasco no sale bien parado en la comparación matemática con San Gil. Sólo hace falta echar manos de los datos para percatarse de esta situación. En las últimas elecciones generales, Alfonso Basagoiti apenas logró sacar 800 votos más que los que obtuvo María San Gil en 2008 en un escenario entonces mucho más complicado para el PP en la CAV. En aquel escenario se produjo una preocupante fuga de votos hacia el PSE como consecuencia, teorizan algunos, del asesinato del exconcejal socialista en Arrasate Isaías Carrasco a manos de ETA. El crimen se produjo dos días antes de los comicios.
la estrategia que no cuaja Tampoco la comparativa de resultados en las autonómicas vascas y las municipales es positiva para Basagoiti. En las locales del pasado mayo obtuvo un 13,83% de los votos frente al 15,78% obtenidos por su predecesora en 2007. La brecha es mayor en las autonómicas, ya que en las de 2009 el candidato Basagoiti recibió el apoyo del 14,10% de la ciudadanía de la CAV, frente al 17,4% de San Gil en 2005. Apenas seis meses después de su designación al frente del PP, en las elecciones autonómicas vascas de marzo de 2009, Basagoiti tuvo que elegir entre apoyar al PNV, el partido más votado en las urnas, o convertir en lehendakari a Patxi López, a pesar de que el PSE obtuvo ochenta mil votos menos que los jeltzales. Eligió irse de la mano de los socialistas y forjar una entente constitucionalista en Euskadi.
A la luz de los resultados electorales de los tres comicios a los que su partido ha concurrido bajo su liderazgo, resulta más que evidente que su apuesta estratégica no termina de cuajar y lo que es más preocupante, da síntomas de impotencia, si no de agotamiento, tan solo maquillado por la euforia de su partido a nivel del Estado, donde el último triunfo ha sido arrollador.
La proximidad de las autonómicas vascas obliga al PP de Basagoiti a tomar nota de su currículum electoral que le condena a ser la cuarta fuerza en Euskadi. Ello le obliga a repensar su estrategia y soltar amarras respecto del PSE, más ahora con la llegada de Rajoy a La Moncloa. En este punto entra en juego el PNV, el tercer vértice del triángulo diseñado por la formación popular.
El inédito apoyo del Partido Popular a las cuentas de la Diputación de Bizkaia del PNV no es casual. Como señaló Esther Martínez es el inicio, el primer indicio de un viraje con el que pretende ensanchar su base electoral, penetrar con una presencia fuerte en la túpida red social vasca y romper definitivamente con el estigma de partido antivasquista que lastra su imagen.
REUNIÓN DE URKULLU CON RAJOY Así se lo hará ver Urkullu al nuevo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su primera reunión que se celebrará el próximo mes de enero en La Moncloa. Resulta innegable que ambos dirigentes mantienen desde hace ya muchos años una buena sintonía y relación personal y cuentan con al menos cuatro años por delante para testar su relación política. Se da por descontado que Rajoy contará con el PNV para acordar las reformas estructurales de tipo económico, especialmente las que apremian para tratar de reactivar la actividad del país, esto es, la reforma financiera, la laboral y la de la negociación colectiva. En vista de lo que pueda suceder, ya es público, al menos en el entorno del PNV, que Urkullu reiterará su planteamiento de forjar un "gran acuerdo" con el PP al estilo de los Pactos de La Moncloa de 1977.
Respecto al asunto de la pacificación tras la momentánea desaparicieón de ETA de la vida política española, los jeltzales conceden a Rajoy un margen de confianza por la prudencia mantenida hasta el momento en este delicado tema. Son conscientes de los obstáculos internos que tendrá que sortear el todavía presidente electo del Gobierno español, pero mantienen su tabla de necesidades para encarar el proceso con garantías y sin titubeos. En este sentido, consideran en la órbita jeltzale que es preciso "avanzar sin demoras" en materia penitenciaria, un proceso que pasa por cambiar la actual política con los presos de ETA para que puedan acceder a los mismos beneficios penitenciarios que el resto de los internos. También reclama que se derogue la doctrina Parot -actualmente pendiente de una decisión del Tribunal Constitucional-, lo que supondría la puesta en libertad de más de un centenar de presos. Por último, exigirá el fin de las legislaciones excepcionales que ha conducido a la ilegalización de la izquierda abertzale oficial. Las diferencias van a ser más palpables en el eje de la normalización, materia en la que el PNV apuesta por un nuevo estatus político vasco para 2015. Esta cuestión será el verdadero termómetro del abrazo del PP a la formación jeltzale.