Vitoria. Patxi López vio ayer cómo se cerraba un círculo: el que inició Adolfo Suárez hace más de tres décadas al visitar la residencia oficial del entonces lehendakari Carlos Garaikoetxea y que ayer se encargó de rematar otro presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. El primero, en plena vigencia de la violencia terrorista -1980 fue el año que más víctimas mortales (92) cosechó la macabra aritmética etarra-; el segundo, con una organización terrorista inactiva. También concluyó otro recorrido: el que en 2006 emparejó hombro con hombro a los dos dirigentes socialistas que ayer se daban la mano en la escalinata de Ajuria Enea, sellando así la paz después de una convulsa convivencia política arrastrada durante toda la legislatura.

Zapatero se va y López se queda. Y en el recuerdo, la instantánea de ambos unidos por un mismo proyecto que busca salvar los muebles ante la debacle socialista que la crisis y el feroz incremento del desempleo han trasladado hasta la antesala electoral. Ayer se dieron la mano. Se elogiaron. Olvidaron, al menos en sus respectivos mensajes públicos, los palos en las ruedas que han salpicado la última etapa de su relación.

Con un Zapatero defenestrado políticamente y apartado por su partido de la campaña electoral, el lehendakari lo rescató para defender el 'riesgo' asumido a la hora de acabar con la violencia de ETA, un logro que el inquilino de La Moncloa espera que López lidere a partir de ahora con su plan de paz dibujado en forma de decálogo. En este reto contará con "la plena confianza" del secretario general del PSOE.

Porque Zapatero sigue siendo el líder del partido, a pesar de no concurrir como candidato y que fuera, precisamente, esta renuncia a la reelección la que llevara a Patxi López a solicitar un congreso extraordinario que hubiera tumbado el orden jerárquico actual, con el presidente del Gobierno como principal damnificado.

Un cuarto de hora antes de la cita establecida, Zapatero hacia su entrada en el recinto presidencial. López le esperaba en la escalinata para ofrecerle un tibio saludo que encaminó a ambos al interior de Ajuria Enea. A pesar del adelanto en la llegada, apuraron el tiempo del que disponían antes de cumplir con otros compromisos para comparecer ante los 25 medios de comunicación acreditados.

Al igual que en los mítines de campaña, el nuevo tiempo de paz que se abre en Euskadi tras el anuncio del cese de la actividad terrorista encabezó las intervenciones trufadas de elogios mutuos. "Euskadi le debe mucho al presidente Zapatero", apuntó López, mientras recibía a cambio el "orgullo" de su jefe de filas por la tarea desarrollada en suelo vasco por los socialistas y su líder.

El 20 de octubre, fecha en la que ETA anunció su cese, ha unido a los secretarios generales de los socialistas en Ferraz y Euskadi. López lloró ante los suyos al recordar el comunicado; Zapatero admitió ayer que es "difícil encontrar un día que pueda compararse a ése".

Atrás quedaban el "perjuicio" que el propio lehendakari admitió sentir cuando su jefe de filas negoció con el PNV los Presupuestos del pasado ejercicio o, más recientemente, el hecho de que el presidente del Gobierno tardará únicamente 48 horas en mantener un encuentro con Iñigo Urkullu tras el último comunicado de ETA, mientras la comunicación con López se ciñera a la vía telefónica.

Ayer ambos cerraron filas en torno al trabajo que los socialistas han completado para abonar la ausencia de violencia vigente en Euskadi, principal argumento electoral del partido que consiguió unir a Zapatero y López dos días después de que logrará algo aparentemente más complicado, como fue el reencuentro de Felipe González y Alfonso Guerra.

Nueva etapa Tras su paso por Ajuria Enea, el presidente del Ejecutivo estatal participó junto a otros cargos socialistas en un acto que mantuvo como común denominador la nueva etapa exenta de la amenaza terrorista. Zapatero rindió homenaje a los concejales socialistas vascos por su "hazaña" de haber resistido a la violencia de ETA y resaltó que a partir de ahora deberán trabajar para llevar la convivencia a todos los pueblos de Euskadi.

En nombre de todos los concejales del PSE, el edil de Gipuzkoa Eneko Andueza se dirigió al máximo representante del Ejecutivo central para destacar que, gracias a él, "se ha escrito una de las páginas más importantes de Euskadi". Por ello, le ofreció una pluma para que pueda "seguir escribiendo páginas importantes".

Por su parte, el portavoz del grupo parlamentario del PSE, José Antonio Pastor, regaló al presidente del Gobierno una reproducción de la estatua vitoriana de El caminante con la que le aseguraron que "no caminará solo" en el futuro.