Vitoria. Era 15 de enero de 2005. Un entonces exultante José Luis Rodríguez Zapatero recalaba en el Kursaal donostiarra, con la propuesta de Anoeta recién salida del horno. Proclamaba su disposición al diálogo con la izquierda abertzale "cuando cese de una vez el ruido de las bombas y las pistolas". Casi siete años después, ayer, dos días después de que ETA anunciara el "cese definitivo de la actividad armada", el Partido Socialista recaló de nuevo en el Kursaal. Alfredo Pérez Rubalcaba no era aún ministro del Interior, pero lo sería semanas después del alto el fuego de marzo de 2006. El ministro que acuñó el "o votos, o bombas" ayer lo recicló en "les hemos quitado las bombas, ahora iremos a por los votos", cerrando el círculo.
Porque el de ayer debería haber sido el primer gran mitin de la precampaña socialista en Euskadi. Pero no. Fue una auténtica catarsis del PSE. La cita en Donostia venía ya cargada de interés antes del anuncio del jueves, muy especialmente por la celebración de la Conferencia Internacional de Aiete, o más bien por la ausencia del Gobierno Vasco de la cita y, más aún, por el viaje oficial del lehendakari coincidiendo con estos acontecimientos. Pero la amarga y dura crítica que le dedicó a Patxi López el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, el miércoles y la posterior desautorización desde Washington del lehendakari habían elevado la tensión en las filas socialistas al máximo al revelar públicamente y con toda su crudeza las divergencias internas sobre el papel que está manteniendo el Gobierno Vasco en el proceso de paz.
Todo eso, antes de las 19.00 horas del 20 de octubre. Después, "el primer mitin en libertad en 75 años", como lo definió el candidato al Congreso por Gipuzkoa, Odón Elorza. Poco se puede decir del mensaje político, porque el acto del Kursaal se convirtió sobre todo en un ejercicio de desahogo y reconocimiento en clave interna, plagado de gestos y con la emotividad a flor de piel. Desde la entrada del candidato Rubalcaba secundado por el lehendakari, con ambos al borde de las lágrimas haciendo una larga parada en la zona de las gradas donde se sentaban víctimas de ETA de la familia socialista, desde Gorka Landaburu a Bárbara Dürkhop, José Ramón Recalde, Iñaki Dubreuil, las viudas de Isaías Carrasco y Froilán Elespe o Maixabel Lasa, entre otras.
"más unidos que nunca" Las víctimas y la militancia del PSE -"cuando mataban a nuestros compañeros, quemaban las casas del pueblo, cuando atacaban a nuestros ediles, siempre nos hemos puesto en pie"- fueron las protagonistas. Pero la figura de Jesús Eguiguren volvió a ocupar un papel destacado. Si ayer se cerró un ciclo desde aquel acto de 2005 en el Kursaal, también puede decirse que se entroncó con otro gran mitin, el de la Fiesta de la Rosa de 2006 en el BEC. Allí Rodríguez Zapatero anunció que abriría un mes después el diálogo con ETA y allí se le hizo público homenaje a Eguiguren.
Pero ayer era momento de cerrar filas tras escenificar 24 horas de abierto desacuerdo sobre el liderazgo del lehendakari en este proceso de paz. "A veces, que después de tanto luchar, de tanto resistir, de tanto arriesgar, de tanto entender la necesidad urgente de acabar con esta locura, de tanto soportar injusticias, insultos, incomprensión, cuando lo hemos dado todo por llegar hasta aquí, a veces podemos decir lo que ni pensamos ni lo que queremos. Pero que a nadie le quepa ninguna dudada que hoy, Jesús Eguiguren, Rodolfo Ares..., hoy somos todos hermanos y nadie nos va a quebrar", proclamó López, zanjando el mayor desencuentro -que no el único- que han mantenido ambos desde su llegada a Ajuria Enea, en medio de una cerrada ovación liderada por Rubalcaba puesto en pie hacia Jesús Eguiguren. No sería el único reconocimiento. El exministro se dirigió a Eguiguren nada más subir a la tribuna para darle las gracias expresamente.
Cierre de filas muy gestual en el que el lehendakari no quiso desaprovechar la ocasión para lanzar un mensaje a la izquierda abertzale: "Habrá muchos que quieran arrogarse el mérito, pero es una victoria colectiva, el final no se ha conseguido en una Conferencia". "No debemos nada a ETA y nada le vamos a pagar, ni a ellos ni a los que hasta hace dos días han dado su apoyo a los postulados totalitarios que eran el soporte de ETA, a esos mucho menos", insistió López a lo que luego apostillaría Rubalcaba sentenciando: "Les hemos quitado las bombas, ahora iremos a por los votos".
"Hemos pasado muy malos momentos los cuatro juntos, los cinco juntos con José Luis Rodríguez Zapatero -concluyó Rubalcaba en referencia a López, Eguiguren y Ares-. Cuando les he abrazado ha sido uno de los momentos más emocionantes de mi vida". Homenaje también al presidente que llegó al Kursaal en 2005, "que arriesgó como nadie", en palabras de Patxi López, y que ve el final de ETA, paradojas de la vida, casi ya desde la galería de jarrones chinos de La Moncloa.