tel aviv. David se ha reencarnado en una mujer. Como él, que se enfrentó al gigante filisteo con una rudimentaria honda, Stav Shafir, una joven estudiante israelí, se ha colocado frente al nuevo coloso del siglo XXI, que engulle a países enteros: la especulación. Y lo ha hecho no ya con una honda sino con una simple tienda de campaña plantada en el elitista Bulevar Rothschild de Tel Aviv, siendo seguida por cientos de compañeros. La indignación isaelí, que nació tras una subida del 50% en los alquileres de las viviendas, ha pillado por sorpresa tanto a los analistas como a la clase política hebrea y se ha instalado rápidamente en una buena parte de la descontenta sociedad israelí. Los editoriales de los principales diarios del país rebosan simpatía por el movimiento, aunque le restan importancia y aseguran que no cuestionan el sistema sino que piden ciertas medidas para contener el alza de precios.

Desde las páginas de opinión e incluso desde las cátedras universitarias se afanan por evitar que alguien encuentre parangón en los indignados españoles o en la primavera árabe. La mayoría de los artículos sobre este novedoso movimiento coinciden sospechosamente en argumentar que no tienen nada que ver con el 15-M español "allí tienen un 21% de paro y aquí solo el 6,6" y lo de indignados no deja de ser un mote "malintencionado", reiteran. Y "la primavera árabe es un movimiento que reclama democracia, algo que tenemos desde el nacimiento de Israel. En Tahrir murieron cientos de personas, en Rothschild, ni siquiera les han tocado", recuerdan.

las grandes cifras Los datos económicos que esgrimen los interesados en desautorizar a la indignación hebrea son irrefutables. A la ya anunciada cifra del paro (6,6% con fuerte incremento de la demanda de trabajo) habría que añadir que en el último trimestre de 2010 la economía creció un 7%, que el 24% de los trabajadores son universitarios, que en el país hay 12 universitarios por cada 10.000 habitantes (EEUU 10 y Reino Unido 9), que en gastos en investigación invierten el 4,7% del PIB ocupando el primer lugar del mundo. Que muchas de las medicinas que tomamos, avances médicos que aplicamos, el procesador del ordenador con el trabajamos e incluso la copia de Windows que utilizamos, han sido probablemente creadas en Israel. El país de los hijos de Abraham es el segundo exportador mundial de tecnología, por detrás de EEUU. Y por si fuera poco se han encontrado en el país importantes reservas de gas.

Pero incomprensiblemente en este mundo ideal y cargado de expectativas medio millón de personas se han echado a la calle para protestar. La lucha contra los árabes -el enemigo que temen intente borrarles del mapa- ha sido el factor fundamental de cohesión social en un país que -según muchos analistas- saltaría en pedazos en el momento que ese enemigo exterior desaparezca y los israelíes comiencen a mirarse a ellos mismos. Pero parece que está férrea cohesión social se está resquebrajando, incluso antes de lograr la tan ansiada paz.

Medio millón de israelíes descontentos salieron a la calle tras Stav Shafir. Y es que esta joven pelirroja dijo !basta¡ a la otra realidad israelí, a la otra cara de la moneda, la real, con la que se encuentran los ciudadanos israelíes y que pinta mucho más sombría y llena de desesperación.

fábrica de ricos... y de pobres Según el periódico financiero The Market, si un israelí quiere comprarse un ordenador portátil -algo imprescindible en una sociedad desarrollada- tiene que pagar un 50% más que un ciudadano de EEUU, pero incluso prescindiendo del ordenador, si quiere usar un desodorante deberá pagar un 150% más que en EEUU Por un tubo de dentífrico Colgate, un 120% más. A la hora de comer, un litro de leche es un 64% más caro que en el Reino Unido. Y es que entre los productos básicos de alimentación, la leche ha subido un 15,5%, el yogourt un 46,2% y el queso cottage (el más consumido en Israel) un 41,3%. Desde 2005, los precios de los alimentos han aumentado un 12,7%, (tres veces más que en la UE y en EEUU).

Si además el israelí medio quiere comprar una vivienda necesita 114 sueldos brutos (80 en España, 60 en EEUU y 30 en Suecia), algo que ya es privativo para la mayoría. Pero si disuadido por los altos precios, nuestro israelí de clase media intenta vivir de alquiler se encuentra con que por una vivienda de tres ambientes en Tel Aviv deberá pagar a su casero 2.000 dólares y en Jerusalén 1.500. Desde 2008 el precio de la vivienda ha aumentado un 50%. Y en el caso de que sueñe con comprar un coche, un Mazda 1600 -coche más popular en Israel- le costaría 14 sueldos (5 en Alemania y 4 en EEUU). En general, el índice de precios ha aumentado el último año un 32% en Tel Aviv y un 17% en Jerusalén. Y si tenemos en cuenta que el sueldo medio en Israel es de 2.500 dólares queda claro que la única salida que queda es la indignación.

Las razones de la rabia Pero aún hay más motivos para exteriorizar la rabia ya que el sufrimiento económico no es igual para todos. 18 familias controlan el 39% de la actividad económica y tienen acceso al 88% del presupuesto del Estado. Además, los diez más destacados ejecutivos cobraron en 2010 más de 53 millones de dólares (un 17% más que en 2009). Si el sueldo medio en Israel es como decíamos de 2.500 dólares mensuales estos ejecutivos cobran el salario de 170 de sus empleados.

Esta situación ha llevado a que el 40% de la población israelí carezca de un trabajo estable. Según la OCDE, la diferencia de ingresos del 10% de la población más rica en comparación con el 10% más pobre es de 14 a 1 mientras que en resto de los países del grupo es de 9 a1. Israel es el tercer país con mayor brecha social, sólo tras Chile y México.

Ahora ya son los propios israelíes los que sufren la exclusión económica pudiendo verse por las calles de Tel Aviv a personas removiendo los contenedores de la basura para encontrar sustento, una escena que hasta unos años era protagonizada exclusivamente por los árabes. Ya la necesidad de unión para enfrentarse a la amenaza de sus vecinos no es suficiente para acallar la protesta interna. La sociedad israelí ha estallado y ha protagonizado la mayor protesta de la historia del Estado hebreo. Tanto es así que los indignados llegaron a convencer al propio director del Ministerio de Economía israelí, que propuso realizar las reformas económicas necesarias al ministro de su departamento. La cerrazón de su jefe le hizo dimitir.

La política económica israelí está dirigida por tres halcones del liberalismo; Stanley Fischer, un hombre del FMI que dirige el Banco Central de Israel; Benjamin Netanyahu, fiel defensor de las teorías del libre mercado de Miton Friedman y el propio ministro de Economía, Yuval Steinitz. Ante el auge del nuevo movimiento (según los sondeos más del 80% de la población les apoya), Netanyahu propuso a Manuel Trajtenberg crear una comisión que elaborara un informe sobre los cambios que serían necesarios. El lunes, este profesor de origen argentino lo hizo público y tras estudiarlo los líderes de las protestas sociales hicieron público su parecer: "Es un descarado insulto al pueblo israelí". Los colonos del Bulevar Rothschild están aún más indignados en sus tiendas.