Mariano Rajoy sigue imparable e impertérrito su carrea hacia La Moncloa instalado en su estilo gris de liderazgo, sin comprometer ninguna medida y sin proponer ninguna solución concreta a los múltiples problemas que deberá resolver una vez logre el poder el 20-N. Casi nadie ya duda de su triunfo en las urnas. Únicamente queda por saber por cuantos escaños superará la mayoría absoluta (muchos creen incluso que superará los 183 escaños de José María Aznar en 2000, y los más optimistas no descartan que rompa el récord de los 202 de Felipe González el 28 de octubre de 1982).
Con estas previsiones, la estrategia del PP es no mojarse en los temas comprometidos, por lo que su líder recurre constantemente al "depende" y al "no sé", con una frecuencia impropia de un futuro presidente del Gobierno. Mariano Rajoy está cada vez más seguro de su victoria, pero no quiere aclarar cómo bajará el déficit al 4,4%, como ha prometido. Rajoy no aclaró ayer si piensa mantener la congelación de pensiones o la reducción del sueldo de los funcionarios. La indefinición al poder.
Preguntado expresamente para saber qué hará a final de año, cuando tenga que decidir si prorroga los Presupuestos -y por tanto la congelación de pensiones y la bajada de sueldo de funcionarios que tanto criticó el PP- o los modifica con un decreto, aseguró: "Todo depende de cómo esté la situación de la economía en a finales de año. El Gobierno está marcando una previsión de crecimiento del 2% que no es real. Tendremos que ver las previsiones cuando tengamos que tomar esas decisiones y a partir de ahí veremos". A pesar de que dijo que su Gobierno será "previsible", asegurado que no tiene decidido ni siquiera quién será su ministro de Economía, ni su número dos en la lista de Madrid -fuentes del PP señalan a Soraya Sáenz de Santamaría- y tampoco aclaró que hará con el impuesto de patrimonio. Rajoy no se compromete así a eliminar el impuesto de patrimonio, pese a sus críticas, ni tiene claro qué hará con las grandes partidas del Presupuesto.
triunfalismo
"Un Gobierno solvente y creíble para superar el pasado"
Pocos minutos después de que Zapatero compareciera en La Moncloa, el presidente del PP, sabiéndose ya presidente, se presentó ante los medios de comunicación con un discurso triunfalista, lleno de tópicos y poco clarificador de cómo va a ser su actuación de Gobierno. Mariano Rajoy se comprometió y a formar un Ejecutivo "creíble, previsible y solvente" para superar cuanto antes "el pasado" que ya representa José Luis Rodríguez Zapatero y cumplir exitosamente "la ardua tarea" de acabar con la crisis.
De paso, lanzó nuevamente la esencia del que será su proyecto político siempre y cuando gane las elecciones del 20 de noviembre. Por encima de cualquier otro aspecto, el líder del PP se comprometió a gobernar desde "la verdad", lo que implica que la misión de acabar con la crisis será complicada y requerirá esfuerzos, básicamente porque no existe "una varita mágica" que arregle la situación "en un breve periodo de tiempo".
Desde la sede del PP en Madrid, Rajoy quiso trasladar a los ciudadanos que el mejor remedio contra la adversidad económica actual pasa por implicar a todos en un "proyecto nacional", y a ello se dedicará, ha dicho, durante toda la precampaña y la campaña electorales.
Lo subrayó así: "La tarea no será fácil, pero les digo que en el PP estamos ilusionados y dispuestos".
Añadió que si "los españoles siempre se han crecido ante las dificultades", ahora, en plena crisis, con las perspectivas de crecimiento estancadas, no habrá una excepción.
"Siempre sacamos lo mejor de nosotros mismos cuando se nos convoca a un gran proyecto nacional. Éste que estamos viviendo es uno de esos grandes momentos y estoy convencido de que todos estaremos a la altura", aseguró. Como siempre en sus recientes intervenciones, Rajoy abrió la puerta al optimismo, pero también al sacrificio.
el nuevo ejecutivo
"Determinación y unidad para crear empleo"
A su juicio, la crisis requiere que el nuevo gobierno que haya en España actúe con "determinación" y unidad, toda vez que el objetivo consiste en ofrecer un proyecto que involucre a todos aquellos ciudadanos que por tradición votan al PP, a los que esporádicamente lo han hecho y a los que nunca se han decantado por esta opción.
Sólo por medio de este "esfuerzo común" podrá acercarse España a su gran objetivo nacional, la creación de empleo.
En esa búsqueda hay que dejar claros los mimbres de la recuperación, que son, ha resumido, la austeridad, favorecer que el crédito de los bancos llegue a las empresas y a las familias, y potenciar la competitividad de la economía del país. También será clave que España recupere prestigio internacional.
Mariano Rajoy destacó que con la convocatoria oficial de las elecciones generales "se pone fin a una legislatura en la que han sucedido muchas cosas que de ninguna manera se pueden repetir" y que "han perjudicado a muchos españoles en su bienestar".
Hay que "superar el pasado" cuanto antes, proclamó el líder del PP, y su partido se ofrece a ello sin debilitar servicios como la sanidad, la educación y las pensiones.
Según remarcó, el Partido Popular abanderará "otras políticas y otras actitudes" si se instala en el gobierno. Unas actitudes que serán las de la moderación y lo que ha llamado "el centro", ya que para Rajoy la concordia y la unidad de los españoles son cruciales.
Tampoco se puede "engañar" ni "crear falsas expectativas que luego sólo generan frustraciones", ha sentenciado. Hasta entonces, durante la campaña, Rajoy hablará de propuestas y huirá de "demagogias", de promesas que no pueda cumplir y de "disputas estériles que no sirven para nada".
El PP lleva tiempo preparando las elecciones, aunque a partir de ahora se dedicará de lleno a ello con una estrategia de perfil bajo y sin sobresaltos para llevar a Rajoy en volandas a La Moncloa. Los problemas vendrán después