Era el único que faltaba. Casi nadie en la sala de prensa del Parlamento Vasco dudaba ayer de que el secretario general del PSE alavés, Txarli Prieto, iba a hacer pública su dimisión como portavoz del grupo juntero socialista tras haberse visto superado por PP, PNV y Bildu en las elecciones. Todo indicaba que iba a ser así. La urgencia de la convocatoria, la comparecencia en solitario, el gesto, entre relajado y resignado, del líder socialista en Álava; y la expectación que había generado la cita, indicaban que Prieto iba a seguir la senda de José Antonio Pastor y de Miguel Buen, los candidatos a diputado general de Bizkaia y Gipuzkoa, respectivamente.
La incontestable derrota del PSE en las elecciones municipales y forales ha despertado las voces que llaman a la reflexión, a la redefinición del ideario del partido y de sus canales de comunicación con los ciudadanos, y a la renovación. Y en aras a esa renovación se han producido las tres dimisiones que conforman, en cuanto a personas se refiere, la purga de más entidad dentro de un partido que en otoño celebrará el cónclave más autocrítico del socialismo vasco en la última década.
El calado de la depuración, en todo caso, es relativo. Prieto, Buen y Pastor dejan sus respectivas juntas generales, pero no sus cargos en el partido. José Antonio Pastor sigue siendo el máximo responsable de los socialistas vizcaínos y Prieto no abandona la Secretaría General del PSE alavés, mientras que Buen pasa a ser mano derecha de Rodolfo Ares en el Departamento de Interior.
El exalcalde de Errenteria durante dieciocho años dejó hace dos la Secretaría General del PSE guipuzcoano en manos de Iñaki Arriola, y hasta su nombramiento como candidato a diputado general fue presidente de la Autoridad Portuaria de Pasaia. Y aunque tuvo un paso efímero por las Juntas en estos últimos tiempos, el zaragozano fue portavoz del PSE en el legislativo guipuzcoano y aspirante a liderar la Diputación en los anteriores comicios forales, los de 2007.
En la Comisión Ejecutiva del partido, de la que también forman parte Buen, Pastor y Prieto, nada ha cambiado. Tampoco en el Gobierno Vasco, al margen de los relevos en Interior que han dado cabida al todoterreno candidato guipuzcoano, aunque los 65.000 votos perdidos han removido las aguas en Lakua justo cuando desde Madrid le llegan cantos de sirena al hombre fuerte del equipo de Patxi López, Rodolfo Ares.
Cabe la posibilidad de que, si se confirma ese movimiento, se produzca un efecto dominó que sirva para dar cabida a más socialistas malparados en las elecciones del mes pasado, y de paso dejar entrar aire fresco en un Ejecutivo en el que unos consejeros han sufrido más desgaste que otros.
En pleno ecuador de la legislatura, López ha visto como su Gobierno, sostenido por un PP que sin ganar apoyos en Euskadi se ha convertido en el gran triunfador de la noche del 22 de mayo tras Bildu, se queda aislado en el entramado institucional vasco. Mediada la legislatura del cambio, las forales y municipales constituían un punto de inflexión, la primera consulta real al ciudadano vasco, encuestas aparte, sobre el acuerdo de Gobierno en Ajuria Enea. Un buen resultado podía dar al PSE la posibilidad de extender el acuerdo de bases por diputaciones y ayuntamientos, y un excelente resultado le permitiría incluso preparar la emancipación con respecto al PP de cara a futuras citas electorales, pero las peores previsiones se vieron superadas y ni siquiera las alianzas de 2009 han servido para evitar el aislamiento en el que ha caído el Gobierno Vasco. Además de perder peso en las juntas de los tres territorios, el PSE ha sufrido el varapalo también en los ayuntamientos. Loly De Juan, también miembro de la ejecutiva del PSE, ha perdido la Alcaldía de Basauri y ha optado por dejar el Ayuntamiento para dirigir Metro Bilbao. Odón Elorza, cuyo peso en el partido se medía exclusivamente por su tirón en Donostia, ha sido invitado, un poco por su formación, otro poco por el PNV, a dejar el Ayuntamiento, y no parece que vaya a encontrar realojamiento institucional alguno.
Los socialistas han perdido otra de sus grandes conquistas, Vitoria. Patxi Lazcoz ha sufrido su propio desgaste, el del PSE y el del PSOE, y hoy cederá su sillón en el Pleno al popular Javier Maroto. Lazcoz dijo que seguiría, pero podría sumarse a la nómina de dirigentes socialistas que emigran a otras instituciones.