LA crisis económica se ha llevado por delante a empresas, trabajadores y entidades financieras. Y el aluvión de recortes generado ha erosionado tanto el anclaje del PSOE al Gobierno español que, a tenor de las encuestas, los socialistas tendrán difícil repetir una victoria electoral en 2012. De hecho, empresarios de primer nivel ya cuentan con el cambio de gobierno. Esto que hasta hace poco era un rumor constante fuera de las filas del Partido Socialista es ya más que un murmullo dentro de la formación que lidera un cada vez más cuestionado José Luis Rodríguez Zapatero. De hecho, los diferentes sectores del PSOE han comenzado ya a deshojar la margarita de la sucesión en un rito de probabilidades que parece se decantará por Alfredo Pérez Rubalcaba. Entretanto, las elecciones de mayo -que además de municipales son autonómicas en 13 comunidades autónomas- se acercan y, con ellas, la que puede ser la hora de la verdad para el PSOE, que deberá decidir en función de sus resultados su rumbo y el destino de su actual líder.
Mayo puede ser una frontera temporal que delimite el mandato de Zapatero. Los sondeos en las diferentes autonomías de cara a esos comicios no son nada halagüeños; resultan preocupantes. Los socialistas podrían perder algunos de sus feudos tradicionales, entre ellos Castilla La Mancha y Extremadura, donde gobiernan desde hace 28 años. Las perspectivas son tan malas que incluso el granero de votos por excelencia del PSOE, Andalucía, caería el año que viene -sus elecciones autonómicas se celebrarán a la par que las generales- en manos del PP. Así lo dicen todas las encuestas, incluidas las de la propia Junta andaluza. Las predicciones también auguran dificultades en Aragón y en algunas capitales importantes, entre ellas Barcelona, donde CiU tendría oportunidad de arrebatar con facilidad la Alcaldía a un PSC que aún no se ha recuperado del batacazo en las autonómicas del pasado noviembre.
El dibujo que trazan esos sondeos es un motivo más de preocupación en las filas del Partido Socialista, sobre todo porque los comicios de mayo pueden ser un buen baremo para medir la repercusión electoral de las impopulares medidas impuestas por Europa y adoptadas por el Gobierno Zapatero para frenar la crisis. Aunque los socialistas nieguen en público que pueda haber correspondencia entre los resultados de las elecciones municipales y autonómicas que se celebran este año y las generales del que viene, internamente esta cuestión ya ha calado y comenzado a producir movimientos en las diferentes corrientes socialistas. Unos movimientos que reclaman un adelanto electoral y un cambio de candidato en las más de las veces.
Tampoco el presidente español y secretario general del PSOE es ajeno a la influencia de las próximas elecciones. Sabe que existe sobre él una presión interna que ya trató de reducir con la remodelación de su Gobierno y con la estabilidad que le aportó poder sacar adelante los Presupuestos Generales de este año gracias a su acuerdo con el PNV. Este intento se ha demostrado a estas alturas fallido y el líder socialista parece haber interiorizado la necesidad de un relevo a medias voluntario, a medias forzoso.
Está por ver si el balón de oxígeno que para el Gobierno socialista ha supuesto el acuerdo con los sindicatos para la reforma de las pensiones le libera de esa presión interna y modifica el estado de ánimo del secretario general del PSOE, de manera que en lugar de retirarse de la próxima contienda electoral opte otra vez a la presidencia. Esa puede ser su última baza, porque según fuentes de Moncloa, tampoco resolver el problema de ETA serviría para cambiar la tendencia: "Ese tema está amortizado en España; sólo nos salva la economía".
La decisión de Zapatero solo la conocen el presidente español y unas pocas personas, según estas fuentes, que aseguran que el líder socialista no habla de ello. También se muestra hermético sobre el peso que pueda tener en su postura la influencia de su esposa, Sonsoles Espinosa, y sus dos hijas: "Lo que quiere Sonsoles solo lo conocen ellos dos", aseguran las fuentes consultadas en el entorno de la presidencia española.
elecciones en noviembre En cualquier caso, en Madrid parece haberse instalado el convencimiento de que, definitivamente, Zapatero no optará a la reelección. Y en las filas socialistas ya hay voces que dicen expresamente -como ha hecho esta misma semana Manuel Chaves, ministro de Política Territorial- que hay que asumir con normalidad la posibilidad de que no sea candidato.
Y es que la retirada del actual líder del PSOE parece la opción más firme. Menos claro está si con ello renunciaría a la secretaría general del Partido Socialista -la portavoz del Comité electoral del PSOE, Elena Valenciano, aseguró que la renuncia a encabezar la candidatura socialista en las generales no tiene por qué implicar dejar su cargo interno- ni tampoco cuándo se produciría esa salida de escena.
Según fuentes consultadas por DNA, los escenarios que se dibujan son dos. El primero, que Zapatero asuma personalmente toda la responsabilidad de los recortes que ha promovido su gobierno y que, una vez materializados todos -con la reforma de las pensiones y la laboral ya completadas-, decida apartarse. Esta decisión se produciría, con toda probabilidad y atendiendo a los plazos marcados por la tramitación de esas medidas, en el mes de marzo. Un momento que en las filas socialistas consideran plazo suficiente para rearmarse políticamente de cara a las elecciones de mayo y permitiría amortiguar el golpe que todos esperan en las urnas. Así, el PSOE trataría de mejorar los malos resultados que le auguran todas las encuestas electorales al haber apartado del cartel a quien pone cara a los duros recortes sociales.
El otro escenario que se baraja en Madrid es que Zapatero apure su estancia en La Moncloa unos meses más y que admita el riesgo de sufrir un varapalo en las autonómicas que se celebran en 13 comunidades, con el consecuente deterioro de la imagen del PSOE. Esa posibilidad puede haberse reforzado tras el acuerdo para reformar las pensiones, que ha traído un cierto alivio al Gobierno español.
En cualquier caso, las fuentes consultadas por DNA auguran que, sea cual sea la fecha en la que Zapatero pueda anunciar su renuncia a la reelección, los dos escenarios tienen un desenlace común: la convocatoria de elecciones en otoño, muy probablemente en noviembre. No sería en sí un adelanto electoral, como pide constantemente el PP -la diferencia entre ese mes y el de marzo es muy poca-, y aportaría una ventaja para los socialistas. El PSOE no se vería obligado otra vez a pasar por el trance de no encontrar un partido que apoye sus presupuestos en una situación de extrema debilidad. Evitaría así un desgaste añadido provocado por la imagen de soledad absoluta. Además, en las filas socialistas existe el convencimiento de que serán capaces de mejorar las malas perspectivas de la intención de voto en las generales y lograr una ventaja mínima sobre el PP para poder mantenerse, ya con otro candidato, en La Moncloa. Hacer coincidir el arranque de la legislatura con el arranque del año vendría bien, además, para marcar la acción de Gobierno en un año que puede ser clave para remontar la crisis.
Hasta entonces, parece que los socialistas tienen la consigna de repetir el mantra de que todos los recortes y las medidas que se han tomado para impulsar la recuperación económica no darán frutos hasta el próximo año con el objetivo de que el resquemor de la ciudadanía baje enteros y de mantener la confianza en la iniciativa del PSOE para liderar el Estado español.
Una confianza que también quieren apuntalar con el previsible cambio de cabeza de cartel. Las quinielas están abiertas e incluyen nombres como el de la ministra de Defensa, Carme Chacón, pero el que más opciones tiene para ser la imagen del PSOE en la propaganda electoral es el vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. El porqué es sencillo: es una persona de partido, que conoce bien los entresijos del PSOE, no tiene enemigos notables dentro de esta formación y cuenta con el respaldo de la Ejecutiva Federal y de la mayoría de los barones y los sectores que se han enfrentado y se enfrentan a Zapatero -incluidos los guerristas y los fieles a José Bono-. Además, se ha convertido en la cara y voz del Ejecutivo español en todos los ámbitos. Casi podría decirse que ejerce ya de presidente español.
La evidencia es de tal calibre que el titular de Interior se ha convertido en la diana preferida de todas las críticas del PP, que trata de desgastar su imagen usando cualquier pretexto.