Bilbao. Esclavo de su geometría variable, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero experimentó en los momentos previos a la última negociación presupuestaria las estrecheces y penurias propias de un soldado perdido en el fragor de la batalla. Un combatiente solo, herido y necesitado de refugio, pero sin saber a quién acudir en medio del caos. Sin poder vislumbrar quién era amigo y quién adversario. Un mandatario que optó por emprender contactos con las distintas formaciones para tantear la posibilidad de acuerdo, al estilo de ese sketch donde resultaba todo un clásico la llamada telefónica preguntando por el enemigo. Lo tenía difícil. Ya lo dijo el fallecido diplomático estadounidense Ralph Bunche. "Me encuentro solo cuando busco una mano y sólo encuentro puños". En la CAV, el lehendakari Patxi López no está solo. O no exactamente.

En su caso, la metáfora que encarna un PSE que sólo cuenta con el PP bien podría ser aquella que se refiere a encontrarse rodeado de gente, pero en soledad. Con sus socios preferentes, pero sin otra compañía. Los populares serían para el socialismo vasco lo que para los antiguos representaba Finisterre: el confín del mundo. Más allá de las filas de Basagoiti no habría nada más. Así lo ve la oposición, que ha vuelto a ser testigo esta semana de la proverbial comunión entre los constitucionalistas para desechar la práctica totalidad de las enmiendas parciales a los presupuestos vascos de 2011.

Una instantánea que reproduce la que pudo verse el año pasado después de que la entente diseñara el proyecto de las cuentas, al igual que este año -el PP ha cerrado su acuerdo con el PSE a finales de octubre, una semana antes de que Lakua lo presentara-, para exponerlo a renglón seguido a una oposición que vivió la ronda de contactos como un mero trámite con el que López buscaría salvar su imagen de transversalidad ante la opinión pública. Por primera vez en los últimos años, y después de que el tripartito de Ibarretxe diera el visto bueno en sucesivos ejercicios a más de 40 millones de euros en enmiendas del socialismo, las cuentas contemplaron en exclusiva los planes de una de las dos grandes sensibilidades de país presentes en la CAV, reduciendo el importe del modelo D en la enseñanza, y recortando las partidas tocantes a la política exterior. La de este año ha sido la segunda.

De esa forma se concretaban los efectos colaterales del pacto con un PP que se reservó una suerte de derecho de veto en el acuerdo de bases firmado el 1 de abril de 2009. Si bien el documento aseguraba que la voluntad pasaba por poner fin a la política de frentes, otro de los párrafos corría el riesgo de poner en tela de juicio la declaración de intenciones y anticipaba en toda su desnudez el significado el concepto de socios preferentes. "El nuevo Gobierno vasco establecerá un diálogo previo y una negociación con el PP sobre los Presupuestos de la Comunidad Autónoma Vasca, para garantizar su aprobación", rezaba. Así ha sido.

el pp como portavoz Tras el acuerdo que aupó a López a la Lehendakaritza, la primera negociación presupuestaria no se desarrolló exenta de polémica. El nivel de endeudamiento o la política fiscal enzarzaron a los socios en un debate que comenzó a encauzarse a finales de agosto, cuando PP y PSE iniciaron sus contactos al objeto de relativizar sus divergencias. Para EB, el objetivo habría sido otro, y así lo hizo saber tras la aprobación de las cuentas. Su parlamentario Mikel Arana censuró el descenso del gasto social, que habría alcanzado el 74% en el último presupuesto del tripartito, frente al 66% fijado por el PSE. Y lanzó un aviso a navegantes: el lehendakari habría de convencer nuevamente a la ciudadanía de que su partido era de izquierdas. Todo un encaje de bolillos, a tenor del pacto con su contrario político, según puso en relieve EA. La parlamentaria de Aralar Aintzane Ezenarro engrosó la lista de críticas al considerar que el acuerdo previo con el PP había "hurtado el debate" a la Cámara.

Pero el PSE tenía fija su mirada en otra bancada. La del PP que quita y pone lehendakaris, en palabras de su presidente en la CAV. "El Gobierno de López propone, pero la mayoría parlamentaria es la que dispone", contraponía Basagoiti. Un marcaje que se tradujo en las cuentas, que destinaban a cuatro municipios gestionados por el PP en Álava el 75% de las inversiones consignadas para los ayuntamientos, y que postulaban esa inyección de fondos para 2010 y 2011, un año marcadamente electoral. El partido logró arrancar ayudas para el regadío y el acondicionamiento de ríos en la zona, entre otros. De esa forma lograba hacerse con una importante baza de cara a vender gestión ante los votantes de un territorio que, precisamente, se erige en el principal caladero de sufragios de los populares. Un simple vistazo atrás para evocar su pelea por la Diputación alavesa basta para constatar sus expectativas. Basagoiti, asimismo, había dejado patente su papel a finales de agosto, cuando ejercía de inesperado portavoz del Gobierno al anunciar un paquete de medidas contra la crisis.

Un acuerdo que ha servido al PSE para no dinamitar su entente, pero que ha representado cierto lastre de imagen para un socialismo que hizo hincapié en posteriores ruedas de prensa en su "capacidad de acuerdo", en referencia a la aprobación de las cuentas con una oposición que se circunscribió a Aralar, EA y EB. No enfatizó en la misma medida, sin embargo, que la abstención del PNV radicaba en la apuesta de Sabin Etxea por la certidumbre en tiempos de crisis, evidenciada en el acuerdo por la estabilidad institucional y presupuestaria -para facilitar la aprobación de las cuentas en Lakua, las diputaciones y los ayuntamientos- que suscitó en un primer momento los recelos de un PP que podía verse desplazado.

"NO" A LAS PROPUESTAS La apuesta de las siglas de Iñigo Urkullu no ha caducado. El PNV optará nuevamente por la abstención "por responsabilidad". A pesar de que los jeltzales lamentaran que el Gobierno vasco no se haya empleado con el mismo celo que las diputaciones a la hora de buscar acuerdos, Lakua se ha zafado para recordar que, en el caso del Ejecutivo del PSE, bastaban los apoyos de un PP que ya avisó a sus socios en septiembre de que no extendería un "cheque en blanco". De hecho, tras las reuniones entre el Departamento de Economía y el PNV, las filas de Basagoiti avisaban de que no pretendían "jugar a mayorías que alteren el acuerdo presupuestario", al tiempo que ponían en valor el pacto de bases para recordar que las enmiendas jeltzales habrían de pasar el filtro popular. Entre el trámite de las cuentas escenificado el pasado año y el actual sólo figuraría una diferencia: en 2009 la entente vetó 1.019 enmiendas, mientras en esta ocasión la cifra se ha situado en 1.400, por valor de 1.000 millones.

Tras argumentar que "no hay margen" en los números del PSE -sí lo hubo, en cambio, para que los constitucionalistas reservaran 15 millones para sus municipios-, la connivencia del gabinete de Gasteiz con las bancadas ajenas a la entente se circunscribió a aprobar tres enmiendas de los jeltzales, por valor de 90.000 euros, frente a los 182 millones en los que cifraba sus demandas el partido de Sabin Etxea; así como con la retirada pactada con UPyD de sus enmiendas. El año pasado, los socialistas dieron el visto bueno a dos propuestas de carácter técnico. Mayor éxito obtuvo UPyD, que logró la aprobación de siete de sus enmiendas, por un importe de 1,5 millones. Una cifra conseguida en 2009 por un único escaño, y que choca con la representatividad de los treinta asientos del PNV, que logran este año colar sus iniciativas por el limitado importe de 90.000 euros. La instantánea vuelve a repetirse. Como también lo hará, previsiblemente, el resultado de la votación definitiva de este jueves. El PSE se conforma con las negativas de Aralar, EA y EB.