Vitoria. No lo necesitan, pero sería de gran ayuda para reforzar la posición del lehendakari ante la opinión pública en su segundo curso de Gobierno efectivo. El PSE lanzó ayer un nuevo llamamiento al PNV para que dé su voto positivo a sus Presupuestos, unas Cuentas que ayer se sometieron al examen parlamentario con la presentación de las enmiendas a la totalidad de Aralar, EB, EA y UPyD, todas ellas rechazadas con el voto negativo de PP y PSE y la abstención de los jeltzales.

Al PSE, por boca de Joana Madrigal, le tocó pedir el apoyo de un PNV que mantiene la incógnita sobre lo que hará el próximo 23 de diciembre. Al Gobierno, de la mano de su consejero de Economía, Carlos Aguirre, le correspondía agradecer al PP el respaldo que convertirá un eventual de los nacionalistas a sus Cuentas en un regalo más que en una necesidad imperiosa.

En todo caso, ayer los jeltzales no dieron demasiadas pistas sobre cuál será su postura. Javier Carro salió a la tribuna para explicar su abstención ante las enmiendas de totalidad y, más allá de un discurso técnico inspirado por una "oposición constructiva", no ofreció ningún elemento que permita barruntar si el PNV dará carta blanca a las Cuentas de Patxi López. La solución a la incógnita saldrá del proceso de negociación de las enmiendas parciales que ahora han de abordar nacionalistas y socialistas.

El PSE confía en llevar las conversaciones a buen puerto y, por si acaso, se encarga de subrayarlo a la menor oportunidad. Lo primero que hizo ayer Madrigal, antes de exponer su defensa de las Cuentas, fue llamar al consenso a los jeltzales. "Este Presupuesto debería contar con el apoyo positivo del PNV, nos vamos a esforzar y tenemos tiempo para conseguirlo", afirmó la parlamentaria del PSE, que aseguró no pedir "imposibles" a la bancada jeltzale.

"No le estamos pidiendo nada que vaya en contra de sus principios, le pedimos simplemente que lleve a cabo en Euskadi la misma política que está llevando a cabo en Madrid", explicó Madrigal, quien alabó la "responsabilidad" y el "compromiso contra la crisis" del PNV en la confianza de que el gesto del Congreso de los Diputados se repita en el Legislativo Vasco la víspera de Nochebuena. "Es de suponer que un partido vasco tan arraigado aquí querrá hacer también política en Euskadi, colaborando lealmente con sus instituciones", finalizó.

Será de suponer, pero no es seguro a día de hoy. El jeltzale Javier Carro reconoció esa "responsabilidad" del PNV "tanto en el Gobierno como en la oposición", y apeló al "realismo político" para no pedir la devolución de las Cuentas, pero afirmó que estas "requieren mejoras sustanciales" y que, por tanto, "deben ser corregidas en numerosos apartados". En función del alcance de esas correcciones se decidirá el voto del PNV.

Mientras, el PP cumplió ayer con su papel de garante del cambio en Euskadi y avaló un Presupuesto que según Antón Damborenea "cumple los criterios de estabilidad presupuestaria, reduce el gasto corriente e incrementa la inversión y la I+D", pero también marcó perfil propio. Leopoldo Barreda aseguró que los pactos a los que PP y PSE han llegado en Euskadi "son imposibles" en otros lugares y recordó a los socialistas que hace dos años apoyaron los Presupuestos de Ibarretxe que ayer criticaba Madrigal, asegurando que el anterior Gobierno les había engañado. "Entre los días que van ustedes de novatos, los que van de crédulos y los que van de ingenuos, la verdad es que están haciendo un bonito retrato del Gobierno y del PSE", ironizó Barreda.

Presupuesto "austero" Las Cuentas que apoyan los populares fueron desgranadas sobre la tribuna por el consejero de Economía, Carlos Aguirre, quien afirmó que estas persiguen "avanzar en el esfuerzo de consolidación fiscal, incrementar la competitividad económica con la mejora de la productividad y garantizar los actuales niveles de servicios y prestaciones del Estado del Bienestar". El "austero" Presupuesto asciende a 10.549,5 millones de euros, un 2,3% más que el año pasado gracias al traspaso de las políticas activas de empleo, prevé un ahorro positivo de 295 millones y dedica un 73% del esfuerzo económico a Sanidad, Educación y Servicios Sociales. El Gobierno prevé además no superar el 1,2% de déficit, pese a que el tope establecido es del 1,3%.