Washington. La diplomacia estadounidense y la Casa Blanca nunca han considerado el conflicto vasco como otra cosa que como un "conflicto doméstico" de España, salvo cuando ETA anunció la tregua el 22 de marzo de 2006 y se abrió, oficialmente, el último proceso de negociación con el Gobierno de Madrid. En ese momento, para la administración norteamericana y según aseguraba ayer el diario El País, "el tema adquiere un significado político de primer orden capaz, a su juicio, de derribar un Gobierno". Se referían los documentos secretos publicados ahora por Wikileaks a lo que podría haber pasado después de que el 30 de diciembre de ese mismo año el atentado de la T-4 pusiera fin al alto el fuego. El apoyo de la mayoría de los partidos a la estrategia del Gobierno y a la continuación de las conversaciones secretas entre el Estado y la banda armada, evitaron esa caída.

Así al menos se desprende de los cables filtrados por Wikileaks (cuya exclusiva tiene El País) y firmados por los tres embajadores que ocuparon la legación norteamericana en Madrid entre 2004 y 2010 (el multimillonario George L. Argyros, el cubanoamericano Eduardo Aguirre y, ya con la Administración de Obama, el filántropo Alan D. Solomont) y que, a nivel general, ofrecen una visión muy pobre de los políticos españoles y, sobre todo, de José Luis Rodríguez Zapatero.

perfil Los documentos clasificados filtrados el domingo por Wikileaks revelan que los diplomáticos estadounidenses ven al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como un político "cortoplacista" que "supedita los intereses comunes al cálculo electoral" y cuyas promesas eran propias de una izquierda "trasnochada y romántica". Según el resumen de esos 3.620 documentos enviados desde la embajada de Madrid a la Casa Blanca (y muchos a la CIA) entre 2004 y 2010, "ya desde el inicio de su mandato" se considera que Zapatero es "un problema para algunas líneas maestras de la política exterior estadounidense". En los cables diplomáticos se hace referencia a las áreas de desacuerdo entre Estados Unidos y España, entre las que se destacan la retirada de las tropas de Irak, la crisis de Kosovo, los vínculos con Cuba o Venezuela, las relaciones comerciales con países sospechosos de terrorismo o determinados asuntos bajo investigación judicial.

Asimismo, de los informes se deduce que ningún político español "despierta entusiasmo" en Washington, con la excepción del Rey, "de quien hasta se dan consejos sobre cómo resultarle simpático", y "quizá" el estamento militar. Por otro lado, los documentos señalan la importancia que tuvo, reflejada en la intensificación de la comunicación entre la Embajada y Washington, la victoria socialista en las elecciones de 2004, que "los diplomáticos estadounidenses atribuyen en parte a la mala gestión del atentado del 11-M por el Partido Popular".