Vitoria. La proximidad de las elecciones municipales y forales previstas para la próxima primavera, y los movimientos que va ejecutando cada partido en la lucha por posicionarse ante esa foto fija llena de incógnitas de cara al futuro, son los dos colores que dibujan un horizonte agitado y abierto, especialmente en las diputaciones de Álava y Gipuzkoa. No hay mus, ha gritado la pareja de los viejos socios de la coalición PNV-EA en Álava, que ahora deberán jugar las cartas que tienen hasta agotar la legislatura en una mesa en la que las señas cruzadas se han convertido ya en la moneda de curso legal.

El Gabinete Agirre vive hoy el episodio que dará el golpe de gracia a aquel Ejecutivo tripartito con el que comenzó su andadura en 2007. La negativa del PNV a acometer la reforma de la política fiscal propuesta por los que eran sus socios originó primero la salida de Aralar del palacio de la Diputación y hoy propiciará también el adiós de EA, que presentará diversas enmiendas al Proyecto de Norma Foral de Medidas Tributarias para el año 2011 que, a su vez, supondrán su salida del Gobierno foral. Esta situación deja el futuro de la institución en el aire, no tanto mirando a la aprobación de unos Presupuestos para los que Xabier Agirre ya está llevando a cabo unas negociaciones con los socialistas que, según sus propias palabras, están "bien encaminadas", sino sobre todo mirando al futuro que se abrirá tras la cita con las urnas.

cambio de pareja El recelo se ha convertido en un arma de doble filo que ha atravesado el pacto que sostenía la Diputación Foral de Álava, nutriendo los motivos de la ruptura y sirviendo de argumento para llevarla a cabo al mismo tiempo. Ninguna de las partes quiere cargar con la responsabilidad de desestabilizar a esta institución a falta de tan pocos meses para concluir la legislatura; pero donde el PNV intuye los efectos de la alianza estratégica que desde hace meses mantienen EA y la izquierda abertzale ilegalizada para explicar este desencuentro, EA intuye un acercamiento al PSE que algunos de sus principales dirigentes han comparado incluso con la estrategia transversal de la era Ardanza.

Sólo los resultados electorales proporcionarán los mimbres con los que se podrá tejer un nuevo gobierno, pero el desgaste producido por estas tensiones con Aralar y EA, los cambios de estrategias de fondo y el debate pendiente sobre la fiscalidad podrían invitar al cambio de pareja. Eso en el caso del PNV, porque las encuestas internas de algún partido apuntan a que en este momento la situación entre las tres grandes fuerzas es bastante pareja.

La situación es similar en Gipuzkoa, donde el PNV -que comenzó también con EA y ha terminado gobernando con su escisión, Hamaikabat- necesitaría cartas nuevas ante la previsión de la encuesta conocida ayer de que este partido se desinfle en favor de otras formaciones como Aralar, y de que el PSE -ganador de los anteriores comicios forales- mantenga su tirón y pueda unir su fuerza a la del PP para propiciar un nuevo cambio. Además de los efectos directos que tendría un cambio de manos en las diputaciones -Bizkaia parece seguir blindada en torno al proyecto jeltzale-, un cambio de siglas desequilibraría el Consejo de Finanzas en favor del PSE, lo que deja la partida foral más abierta que nunca.