madrid. Zapatero lo dijo ayer alto y claro: la relación con Marruecos es, para su Gobierno, una "cuestión de Estado". En otras palabras, la prioridad de La Moncloa es mantener las buenas relaciones con el régimen alauí aun por encima de las actuaciones que éste pueda estar llevando a cabo en el Sahara ocupado. Así parece desprenderse no sólo de las palabras del presidente del Gobierno español, sino también de las actuaciones de su Gabinete que, después de cinco días de represión y denuncias, después de la muerte confirmada de un ciudadano español y después de que todos los partidos lo hayan solicitado, ayer volvió a negarse a condenar el sangriento desalojo del campamento de Gdeim Izik (ya hay 13 muertos confirmados) y la posterior represión en El Aaiún. Esta vez la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, utilizó un argumento peregrino dado el veto informativo que Rabat ha impuesto a la prensa: la ministra se escudó en la "confusión" que rodea a estos hechos.
"España hace todo lo que está en su mano para proteger la seguridad de los ciudadanos españoles en El Aaiún", dijo Jiménez al ser cuestionada sobre la muerte, el lunes, de Babi Hamdi Buyema, suceso sobre el que su Gobierno, afirmó, ha reclamado una investigación "urgente" a las autoridades marroquíes. Y ahí quedó todo, porque al ser preguntada por qué España lamenta pero no condena no sólo la muerte de su ciudadano, sino los hechos en general, Jiménez respondió que "para condenar hay que tener conocimiento completo de los hechos". Añadió que "hasta ahora hay confusión" y se escudó en que "ninguna institución, organización ni el Gobierno marroquí han hecho un balance de la situación". La ministra dijo que "España está a la espera de tener un conocimiento exhaustivo y claro" de los hechos para pronunciarse.
Sobre el hecho de que Rabat esté expulsando a todos los periodistas españoles, la ministra se limitó, de nuevo, a lamentarlo. Ante esta respuesta la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) y la Asociación de la Prensa de Madrid respondieron lamentado a su vez "la tibieza, la lentitud y la debilidad" del Gobierno español a la hora de defender a los periodistas.
Desde Seúl Pero quizá fue más significativa la postura de ambigüedad adoptada por Zapatero que ayer en Seúl y tras la cumbre del G-20, se refirió a lo sucedido en el Sahara como "graves hechos", expresó su "profunda preocupación" y reclamó que el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario "continúe" y ambos actores pongan "el mayor esfuerzo" en ello. Nada más.
Ante la cuestión de si la respuesta de España debería ser más fuerte debido a su implicación en el conflicto (el Sahara fue la provincia 53 hasta 1975), Zapatero insistió en que la posición de su Ejecutivo es la "responsable" tanto para la resolución del conflicto como para los intereses españoles. "Defender los intereses de España es lo que el Gobierno tiene que poner por delante", insistió. Además, defendió los argumentos de Jiménez diciendo que se debe tener una información "completa" de lo sucedido antes de posicionarse ante versiones "contradictorias".
Fue en este punto cuando Zapatero recordó que la relación con Marruecos es "prioritaria" para España y se podría incluir entre los asuntos de Estado, por lo que aprovechó para pedir al PP una posición "responsable" al respecto. Insistió en que "la única solución" al conflicto es el acuerdo entre Marruecos y el Frente Polisario y, pese a los muertos, mostró su confianza en que el diálogo avance.