mandalay. Birmania, con un régimen de los más herméticos y represivos del mundo, celebra hoy unos comicios organizados a la medida de los militares que gobiernan el país, dos décadas después de que rechazaran el triunfo electoral de la oposición.

Empuñando el fusil en una mano y en la otra la promesa de que la votación encaminará al país hacia una democracia "disciplinada", la Junta Militar ha dado a los birmanos la orden de "votar". "Todo ciudadano que valore la democracia y quiera un gobierno democrático, tiene la obligación de votar", reitera el régimen en los mensajes emitidos por la radio y televisión estatales.

Pero para la mayor parte de los birmanos estos son "los comicios de los generales", y la oposición genuina los califica de "fraude" con el que los militares persiguen perpetuarse en el poder que atenaza a Birmania desde hace más de medio siglo. "El resultado está ya decidido por el Gobierno, por eso no pienso votar", responde Thint Thint, médico de 52 años de la ciudad de Mandalay, en la región central.

A medida que se aproximaba la fecha de la votación, el régimen fue aumentando la intimidación sobre sus detractores, al tiempo que reforzaba la censura y sometía al país a un mayor aislamiento bloqueando el acceso a Internet y las telecomunicaciones.

En la ciudad de Mandalay, la segunda mayor y corazón del monacato budista, los monasterios trasladaron a los monjes jóvenes a otros centros religiosos de la región en cumplimiento de la orden de las autoridades militares, aparentemente preocupadas por su reacción al resultado de los comicios, dijeron varios abades.

Cerca de 200.000 monjes, casi la mitad de los que hay en Birmania, habitan en monasterios de Mandalay y de distritos vecinos, y la influencia que ejercen en la población quedó demostrada durante la Revolución Azafrán de 2007, que prendió aquí y después se extendió hasta Rangún, la ciudad más poblada.

Un total de 29 millones de birmanos han sido llamados a votar por alguno de las 37 partidos.